Qué es lo que no les gusta a los franceses de las reformas laborales de Macron

Más de 400.000 personas salieron a las calles francesas para manifestar su desacuerdo con la reforma laboral.

Sandra María Hinterdorfer
13 de septiembre de 2017 - 11:10 p. m.
Esta semana Francia ha sido escenario de manifestaciones por la reforma laboral de Macron.  / AFP
Esta semana Francia ha sido escenario de manifestaciones por la reforma laboral de Macron. / AFP

Cientos de franceses se congregaron en cerca de 200 manifestaciones en varias regiones del país para expresar su inconformidad con las reformas laborales. Se trata de unos cambios que ya formaban parte del programa del presidente, Emmanuel Macron, para las elecciones del mayo 2017, recordó el primer ministro francés, Edouard Philippe.

“Estas reformas crean una brecha en la población, pero Macron fue elegido para encarnar esas modificaciones”, afirma Jerôme Bathias, trabajador en una multinacional francesa. Según encuestas, más de la mitad de la población se ha declarado en contra de esas implementaciones.

Incluso los grandes sindicatos están divididos. La Conferencia General del Trabajo (CGT) convocó la manifestación del martes, pero otros grandes sindicatos franceses como Medef, Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT) y Fuerza Obrera (FO) no se unieron a la movilización, aunque hayan mostrado su desacuerdo en algunos puntos.

Mientras que unos consideran que las regulaciones laborales actuales son demasiado complejas y restrictivas, otros temen que muchos años de lucha por los derechos laborales se vayan a perder. Una vez implementadas, las reformas facilitarán el despido de los trabajadores.

“Son reformas que generan precariedad y trabajo ocasional, que no solucionan el problema de lograr un trabajo estable con el que una persona pueda construir su vida”, dijo Philippe Martinez, secretario general del sindicato CGT, según Euronews.

A través de esos cambios, Francia intenta ser más lucrativo para nuevos inversionistas extranjeros. El presidente Macron intenta combatir la raíz del problema del desempleo,  que en Francia se sitúa en 9,5%. La cifra representa el doble de las mayorías economías europeas y está encima de la media europea: 7.8%.

Las 36 medidas, que fueron presentadas el 31 de agosto por el primer ministro francés, simplificarán el código de trabajo y aportarán más flexibilidad a las empresas a costa de los derechos de los trabajadores. Los aspectos más importantes que se verán afectados son: indemnizaciones, horarios laborales, representación sindical y modalidad de despido.

Los puntos más polémicos de la reforma

Indemnizaciones

En caso de despedido improcedente, el empleado recibirá un máximo de tres meses salariales por dos años cotizados. Hasta ahora, el tope de indemnización era de seis meses por dos años trabajados. Después de haber estado 30 años en una empresa, la indemnización recibida serán como mucho 20 meses de sueldo. Para compensar dichos montos, el Gobierno incrementará la indemnización obligatoria desde el 20% del salario mensual por cada año trabajado al 25%.  

35 horas semanales

Francia cuenta con algo único en el mundo y que en los últimos 17 años no fue tocado por ningún gobierno: una semana laboral de 35 horas. Con la nueva reforma, se permitirá a pequeñas empresas que eludan este privilegio o que lo negocien con sus empleados.

Representación sindical

Ahora, la dirección de empresas con menos de 50 trabajadores podrá negociar directamente las condiciones laborales con su personal. Les permite debatir sobre temas como incentivos o horarios laborales y llegar a acuerdos sin pasar por los sindicatos. Esta medida restará poder a los sindicatos, ya que de momento cada empresa tenía que contar con un delegado sindical.

Despedidos colectivos

Hasta ahora, las sedes francesas de grandes multinacionales sólo podían despedir a sus empleados si la empresa internacional contaba con problemas financieros. Con la nueva reforma, el empleador tiene derecho a finiquitar contratos si el establecimiento tiene dificultades financieras, independientemente de las ganancias globales.

Por Sandra María Hinterdorfer

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