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El gran misterio de la historia que protagonizaron los doce niños, de entre 12 y 16 años, junto a su entrenador, de 26, quienes pasaron más de dos semanas atrapados en una cueva del norte de Tailandia es ¿por qué entraron allí?
Durante la rueda de prensa, el entrenador y los menores resolvieron las dudas. ¿Nunca habían entrado en la cueva antes? "Algunos del equipo sí habían entrado", respondió Ekapol Chantawong, de 26 años, quien reemplazó ese día al profesor a cargo de la expedición, cuando lo llamaron a última hora.
Según relató en la rueda de prensa, Chantawong recuerda que entraron a la cueva hasta un punto y lo pasaron. "Antes al visitar la cueva sí había entrado ya un poco de agua. Habíamos dicho que solo nos íbamos a quedar una hora en la cueva. No entramos porque fue el cumpleaños de alguien".
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Agrega que en un momento se dieron cuenta de que estaban atrapados. "Fue al regreso, cuando quisimos volver, cuando al pasar por ese mismo punto, que supimos que nos habíamos quedado atrapados, sabíamos que teníamos que mojarnos y nadar". Y agrega, "todos sabemos nadar. Después de entrenar solemos nadar".
Y entonces, ¿por qué no salieron? El entrenador señala que "desde ese punto en donde estábamos podíamos entrar más profundamente en la cueva, pero teníamos que bucear más. Había pasado una hora entonces nos preguntamos si íbamos ir más lejos o no. Acordamos que teníamos que volver, porque necesitábamos una hora para volver". Y revela que escuchó que alguien preguntó si estaban perdidos.
Un niño rescatado lo interrumpe y toma la palabra: "En ese momento, todavía no pensaba estaba perdido". "El entrenador nos dijo que había oxígeno en la cueva, me dije que me tenía que calmar y no tener miedo", cuenta otro de los 12 niños rescatados.
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"Dentro de la cueva no se podía escuchar nada", coinciden los menores y cuentan que tenían una cuerda que los unía entre sí. Chantawong agrega entonces que, subimos al punto más alto. Pensamos que igual había una solución, una manera de salir. "Les dije a los niños que teníamos que cavar para dejar el agua salir pero no fue posible. Entonces pensamos en buscar un lugar para dormir porque estaba cada vez más oscuro. Les dije a todos que no tuvieran miedo".
Pero no tenían comida. "No llevábamos nada de comer. Volvimos unos 200 metros y vimos que el agua estaba subiendo, encontramos un sitio donde pasar la noche".
La primera noche
Ese día, recuerdan los 12 niños y el entrenador, fue difícil, pero tranquilo. "La primera noche rezamos antes de ir a la cama. En ese momento, no tenía miedo porque pensé que el día siguiente el agua habría bajado", dijo el entrenador.Y uno de los niños agrega, "bebimos el agua que caía de las paredes de la cueva. No teníamos nada de comida". Otro explica que "el entrenador nos dijo que estuviéramos quietos, para consumir la menor energía posible"
Chantawong toma la palabra de nuevo y explica: "Al quinto día hablamos entre nosotros y dijimos que teníamos que buscar una manera de salir. Hablamos de si debíamos avanzar o retroceder. Decidimos retroceder y hablamos entre nosotros otra vez". Y cuenta: "Había dos soluciones: esperar un rescate o avanzar. En ese momento escuchamos el agua subiendo y miramos delante y vimos que subía hacia nosotros también. Tuvimos que andar a otro punto y durante una hora el agua subió tres metros".
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El entrenador: "No teníamos comida pero seguíamos bebiendo agua e intentábamos cavar para buscar una salida". Hasta que al noveno día llegaron unos buzos británicos y descubrieron a los niños atrapados. "No sabíamos cuánto tiempo llevábamos ahí y sólo les preguntamos cuánto más ibamos a permanecer en la cueva., nos dijeron que diez días, pero nuestra cabeza no podía hacer matemáticas. Fue un momento milagroso", dice otro de los menores.
Lo que sigue, ya se conoce. Comenzó una delicada operación de rescate que consiguió sacar con vida a todos los miembros del equipo de fútbol, Los Jabalíes Salvajes, y su entrenador. "Ahora valoro la vida más", concluyó uno de los niños.