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Si se lo compara con los congresistas del House Freedom Caucus, el presidente estadounidense, Donald Trump, es un moderado. Y aunque parezca increíble va a ser el HFC y no el Partido Demócrata el responsable de la primera gran derrota del presidente: la no aprobación del American Health Care Act: el sistema de salud con el que Trump pretende reemplazar el Obamacare. Hoy la Cámara de Representantes de los Estados Unidos decide si aprueba o no el AHCA. Y aunque los republicanos son mayoría, la oposición del HFC tiene al AHCA en vilo.
Pero esta no se parece en nada a la de los demócratas que ya han dicho que harán hasta lo imposible para que el AHCA no salga. Mientras que para los demócratas el problema de este nuevo sistema de salud es que va a dejar a millones de estadounidenses sin protección, para el HFC el problema es que este no es suficientemente radical sino un Obamacare "light". Los congresistas del HFC, creado en 2015 por republicanos inconformes con las directivas de su partido, quieren un programa en el que se reduzca al mínimo el papel del Estado y que la salud quede en manos del mercado.
Se trata de una visión radical en comparación con la del presidente Trump. Qué paradójico: un presidente considerado extremista por sus opositores va a ser cuestionado por congresistas de su propio partido y más radicales que él. Ayer Trump intentó convencerlos para que apoyen su plan pero no pudo. A la salida de la Casa Blanca, el congresista ultraconservador Mark Meadows le dijo a la prensa que sigue "teniendo esperanza de que podamos modificar el texto. Seguiré intentándolo las 24 horas del día. Pero no puedo apoyar la ley en su forma actual".
La "oposición es todavía fuerte", dijo. Y tiene razón. AL HFC se suman el Partido Demócrata y un grupo de republicanos moderados, más cercanos en sus críticas a los demócratas que al HFC. Trump ha llegado hasta a amenazar veladamente a los republicanos disidentes: "Habrá un precio que pagar (...), con sus propios votantes", sostuvo el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer. Pero los congresistas del HFC, herederos del Tea Party, no dan su brazo a torcer.