Una ley en Filipinas podría ser tan peligrosa como su conflicto interno o peor

El presidente Rodrigo Duterte prometió aplicar sin clemencia la ley marcial, después de un ataque de simpatizantes del Estado Islámico en una ciudad al sur del país.

Redacción Internacional.
27 de mayo de 2017 - 03:15 p. m.
Rodrigo Duterte, presidente de Filipinas. / AFP
Rodrigo Duterte, presidente de Filipinas. / AFP

Rodrigo Duterte ha dicho muchas cosas: que Barack Obama y el Papa son unos hijos de puta, que los drogadictos y narcotraficantes merecen morir a manos de sus propios padres, que una mujer australiana violada y asesinada años atrás era muy linda. Que debió violarla primero él. Ayer dijo algo nuevo: que aplicará la ley marcial a cabalidad y sin clemencia.

La ley marcial es una figura legislativa que el presidente puede decretar en un estado de guerra, para que los militares adquieran el dominio total de la justicia. Con un ejemplo, muy de su estilo, les explicó a sus tropas la decisión: “para esta ley marcial, sus consecuencias y sus ramificaciones, yo y solo yo seré responsable. Simplemente hagan su trabajo. Yo manejaré el resto. (…) Seré encarcelado por ustedes. Si violan a tres (mujeres), diré que lo hice yo", declaró.

Hizo el anuncio después de que Marawi, capital de la provincia de Lanao del Sur, fue asaltada por decenas de hombres armados, que se identificaron como Maute, organización simpatizante del Estado Islámico (EI).

Durante varios días, la organización yihadista se enfrentó al ejército filipino. Los enfrentamientos, según la comunicación oficial, arrasaron la ciudad, dejaron cinco militares, dos policías y 13 militantes fallecidos. Además, un cura y varios feligreses fueron secuestrados por el grupo islamista. Finalmente, el ejército retomó el control del territorio y Duterte implementó la ley marcial para el sur del país.

Sin embargo, también está considerando extenderla para toda Filipinas. Antes de regresar de Rusia, donde se encontraba cuando sucedieron los enfrentamientos, aseguró que se avecinaban “días duros” y agregó: “si creo que debes morir, morirás. Si luchas contra nosotros, morirás. Si hay una confrontación abierta, morirás. Y si eso significa la muerte de mucha gente, eso es exactamente lo que pasará”.

El presidente adelantó su regreso de Moscú, en el marco de cuestionamientos de la organización Human Rights Watch, que consideró como peligrosa la medida. En el pasado, esta misma ley le ayudó Ferdinand Marcos, dictador filipino entre el 1965 y 1986, a sostenerse arbitrariamente en el poder. La ley permite a las fuerzas de seguridad practicar arrestos, registros y detenciones sin trabas burocráticas.  En la dictadura de Marcos, se produjeron violaciones sistemáticas a los derechos humanos. En un video, Duterte, quien nunca ha ocultado su admiración por Marcos, afirmó que su ley marcial será exactamente como la de su ídolo.

La ley marcial que quiere extender rige hace cerca de un año en la región de Mindanao,  formada por una isla grande que lleva el mismo nombre y varias islas más pequeñas, donde viven unos 20 millones de personas, y en donde es muy activo el grupo Abu Sayyaf, una rama del Estado Islámico en Filipinas. Esta célula terrorista ha secuestrado a cientos de filipinos y extranjeros desde principios de los 1990 para obtener dinero con los rescates. También ha reivindicado los peores atentados ocurridos en el país, incluyendo el perpetrado en 2004 en un ferry en la bahía de Manila en el que murieron más de 100 personas. 

Pero el anuncio preocupa por los antecedentes de políticas anteriores impuestas por Duterte, como la guerra que lanzó contra narcotraficantes y adictos. Organizaciones de derechos humanos afirman que al menos 7.000 supuestos drogadictos y traficantes han sido asesinados, con participación o anuencia de las fuerzas de seguridad, desde mediados del año pasado, cuando se empezó a aplicar la estrategia de lucha contra las drogas lanzada por el presidente filipino.

Por Redacción Internacional.

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