Ese fue el primer encuentro entre los dos mandatarios en más de cinco décadas. La de hoy será la primera cita desde el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, rotas en 1961, con la reapertura en julio de las respectivas embajadas en Washington y La Habana, el último gran símbolo del acercamiento bilateral.
Sin embargo, la foto de los dos hoy, explican analistas, será el espaldarazo que necesita el deshielo en este momento en que comisiones de los dos países negocian en La Habana la parte más difícil de la nueva etapa: el fin de todos los agravios, las políticas agresivas y las acusaciones mutuas acumuladas durante más de medio siglo. Los dos gobiernos, que vienen negociando desde el 20 de julio, hablaron ayer de la normalización del servicio aéreo, tema que hace parte de una agenda de trabajo trazada para lograr resultados a corto plazo, mientras se superan escollos difíciles para hablar del embargo y los terrenos de la base de Guantánamo.
En su primer discurso ante Naciones Unidas, el sábado, Castro reclamó el fin del embargo. Ayer el turno fue para Obama, quien ante los aplausos de 193 países presentes en la Asamblea, dijo que “confía en que el Congreso estadounidense inevitablemente levantará un embargo que no debería estar más en vigor”.
La agenda paralela de Castro en Nueva York es una muestra de la normalización de relaciones, a pesar del embargo vigente: se reunió con legisladores estadounidenses, empresarios que buscan negocios en Cuba, el expresidente Bill Clinton y el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio.
La apuesta cubana ahora es por el documento que desde hace dos décadas presentan en la ONU, pidiendo el fin del embargo. La propuesta siempre obtiene un respaldo mayoritario, pero EE.UU. vota en contra. La Casa Blanca ha dicho que no sabe cómo votará la próxima semana sobre este tema, pero analistas esperan que, por primera vez, se abstenga.