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Acuerdo sobre programa nuclear iraní en su recta final

Durante dos años ese país ha intentado llegar a un acuerdo con las grandes potencias que le permita desarrollar un programa atómico civil.

Redacción Internacional
31 de marzo de 2015 - 03:36 a. m.

Hoy es el día más importante de las negociaciones entre Irán y el Grupo 5+1 (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y Alemania) desde que en 2013 se sentaran a la mesa para sellar un acuerdo sobre el polémico programa nuclear iraní, que durante doce años tuvo en vilo a la comunidad internacional y provocó cientos de reuniones por medio mundo, sin ningún resultado.

Según el cronograma acordado en noviembre de 2013, luego de un diálogo histórico en septiembre de ese mismo año entre el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el presidente de Irán, Hasán Rohaní (no había comunicación entre líderes de ambos países desde 1979), hoy a la medianoche (6 de la tarde hora colombiana), en Lausana, Suiza, donde se adelantan las negociaciones, se vence el plazo para presentar el acuerdo, cuyos detalles técnicos tendrán que quedar listos el próximo 1º de julio.

“Estamos en el final del juego”, constata el experto en no proliferación Joe Cirincione, de la fundación Ploughshares, quien se muestra optimista. Si hoy se firma el acuerdo, Irán cambiaría su imagen en el mundo y podría abrirse a inversiones y negocios extranjeros. En el tema del petróleo, Irán, que tiene las cuartas reservas más grandes, podría acceder a tecnología con patentes estadounidenses, un apetitoso mercado para las empresas occidentales, algo que no había podido lograr debido a las sanciones. ¿Y si no? Esta parece no ser una opción. “La única posibilidad que veo para que haya una extensión, a esta altura, sería que contemos con los grandes lineamientos del acuerdo”, dijo el secretario de Estado estadounidense, John Kerry.

Estos son los cinco puntos que están sobre la mesa y que hoy deberían quedar resueltos.

El problema
 
Entre 1984 y 2002 Irán desarrolló actividades nucleares clandestinas, lo que despertó el temor en la comunidad internacional por la posibilidad de que pudiera hacerse con armas nucleares. Las denuncias de un grupo opositor en el exilio llevaron a que en 2002 se supiera que Teherán había realizado actividades no declaradas, por fuera de su programa nuclear civil.
 
El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) ha sido incapaz de garantizar que las ambiciones nucleares de Teherán supongan fines exclusivamente pacíficos, debido a la negativa iraní a permitir inspecciones exhaustivas en el terreno. En repetidas ocasiones, el organismo ha demandado a Irán más cooperación para esclarecer sus dudas. No obstante, las sospechas que surgieron en 2002 crecieron en los años siguientes, al punto que el país persa apareció como una amenaza para Occidente, y su presunta fabricación de armas nucleares pasó a ser un punto central en la agenda de seguridad mundial.
 
Prolongación de las tensiones
 
Las dudas sobre el programa nuclear de Irán surgieron cuando se reveló en 2002 la construcción no declarada de una planta subterránea de enriquecimiento de uranio en Natanz y la de un reactor de agua pesada en Arak. A partir de 2003, Teherán accedió a someterse a inspecciones del OIEA, pero cuando Mahmud Ahmadineyad llegó al poder en 2005 empezó una época de falta de colaboración. En 2006, la junta de gobernadores del OIEA envió al Consejo de Seguridad de la ONU a Irán. En los siguientes años, el Consejo impuso sanciones a Teherán por no detener sus trabajos de enriquecimiento de uranio. A partir de 2012, la Unión Europea y Estados Unidos aplicaron sanciones adicionales a la economía iraní. La victoria del moderado Hasán Rohaní en las presidenciales de 2013 abrió la oportunidad de buscar una salida diplomática a la disputa. Bajo su mandato, el 24 de noviembre de 2013 Irán y el denominado Grupo 5+1 (EE.UU., Rusia, China, Francia, el Reino Unido y Alemania) firmaron en Ginebra un histórico acuerdo interino que ha permitido las actuales negociaciones.
 
Un histórico acuerdo
 
En Ginebra se firmó un acuerdo interino por el que Irán accedió a congelar sus trabajos de enriquecimiento de uranio por encima de 5% y diluir sus reservas con una pureza de 20%. Para lograr una bomba atómica, el uranio debe estar enriquecido al 90%. Los analistas subrayan que dominar el proceso para purificar ese material al 20% permite elevar después su enriquecimiento hasta los umbrales de uso militar.
A cambio de esas medidas, las potencias levantaron parte de sus sanciones y desbloquearon activos de la venta de petróleo por valor de miles de millones de euros.
 
El 20 de enero de 2014 empezó a aplicarse este pacto por un período de seis meses para dar con una solución definitiva. Para el 20 de julio de 2014 no se había logrado el objetivo, pero los avances logrados hicieron que ambas partes ampliasen el plazo hasta diciembre. Tampoco se pudo cerrar el esperado acuerdo y el plazo volvió a extenderse hasta el próximo 30 de junio.
 
Los obstáculos
 
Persisten preocupaciones sobre el alcance que tendrá el programa nuclear iraní tras el acuerdo. En el centro de las discusiones está la amplitud del programa de enriquecimiento de uranio. EE.UU. pretende que Irán renuncie a una parte significativa de las casi 20.000 centrifugadoras que tiene instaladas para purificar uranio. Teherán se niega. El límite a la producción de plutonio en la planta de agua pesada en Arak, cuyo cambio de diseño se está discutiendo, es otro asunto candente. Persisten desacuerdos sobre el período en el que las actividades nucleares de Irán deberían ser sometidas a controles exhaustivos. Mientras EE.UU.  parece dispuesto a aceptar una década, Francia exige que la validez del acuerdo sea de 15 años, algo que Irán rechaza.
 
El futuro
 
Todos los ministros que participan en las negociaciones destacan que se han producido avances y que las posiciones se han acercado, especialmente en las últimas semanas. Pero nada garantiza un final feliz. Al mismo tiempo, los dos principales actores,  EE.UU. e Irán —que carecen de relaciones diplomáticas— se enfrentan a las críticas de los “halcones” en sus respectivas capitales. Si no se logra un acuerdo,  Obama, podría salir debilitado dada su defensa de las negociaciones.  El acuerdo sería un importante logro de Obama en política exterior. Y quizá su único gran logro en  Oriente Medio, una región que convulsiona entre la guerra civil siria, el surgimiento del Estado Islámico y la falta de una solución al conflicto palestino-israelí.

Por Redacción Internacional

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