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Amigos, a pesar de la distancia

El presidente de China visitará países socialistas o populistas del continente. ¿Una estrategia para apoyar a los sistemas antiestadounidenses o un afán por proteger sus inversiones amenazadas?

Santiago Villa / Beijing, China
16 de julio de 2014 - 04:43 a. m.
La presidenta de Brasil, Dilma  Rousseff, recibió a su homólogo  chino, Xi Jinping, durante la Cumbre  de los Brics en Fortaleza.  / EFE
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, recibió a su homólogo chino, Xi Jinping, durante la Cumbre de los Brics en Fortaleza. / EFE
Foto: EFE - Jarbas Oliveira

Xi Jinping, presidente de China, ha aprovechado las dos últimas cumbres Brics para hacer giras en los continentes donde estas se llevan a cabo. El año pasado, cuando la cumbre se celebró en Durban, Sudáfrica, visitó también Tanzania y la República Democrática del Congo. En esta ocasión, luego de terminar la reunión con los presidentes de Brasil, Rusia, India y Sudáfrica en Fortaleza, viajará a Argentina, Venezuela y Cuba.

Es la segunda vez que Xi Jinping realiza una gira por América Latina desde que asumió la Presidencia de China en marzo de 2013. Durante la primera, en mayo del mismo año, viajó a México, Costa Rica y Trinidad y Tobago. Ahora la escogencia de los países resulta particularmente llamativa, porque se trata de gobiernos socialistas o liderados por partidos políticos de izquierda, que han tomado distancia con Estados Unidos.

La pregunta que muchos se hacen es si China pretende reemplazar o disputar el rol de Estados Unidos en la región, en especial estrechando los lazos con regímenes socialistas como el de Cuba y el de Venezuela, con el gobierno populista de Cristina Fernández y con Brasil, un país que desde hace al menos seis años asume sus relaciones con Estados Unidos como un trato de pares que tienen visiones divergentes. Pareciera a primera vista ser un apoyo por parte del Partido Comunista más importante del mundo a sus semejantes y una bofetada a Estados Unidos justo al pie de sus fronteras.

Tan sólo una semana después de haber concluido la sexta ronda de Diálogos Estratégicos y Económicos China-Estados Unidos, que informalmente puede llamarse “la cumbre G2”, Xi se adentra en lo que medios chinos como el Global Times llaman “el patio trasero de Estados Unidos”. Para analistas como Eric Fansworth, vicepresidente del Consejo de las Américas y Sociedad de las Américas, la complacencia de Estados Unidos con las actividades económicas de China en su zona de influencia resulta nociva para los valores democráticos en el continente.

Las visitas de China a América Latina se distinguen por hacer más énfasis en los aspectos económicos de las relaciones entre estados que en temas de seguridad y defensa. Una visita de Barack Obama a países de América Latina suele incluir como prioridad de la agenda temas de seguridad y defensa, como la lucha contra el terrorismo y las drogas.

China, en cambio, parece ser más amistosa porque deja de lado estos temas, que resultan incómodos para algunos gobiernos latinoamericanos. Aquellos de tendencia socialista, o de izquierda, asumen que vienen acompañados de injerencia en sus asuntos internos. Ecuador, por ejemplo, se negó en 2009 a renovar el permiso a Estados Unidos para tener una base militar en Manta, por cuestiones de soberanía nacional. China no pide concesiones de este tipo. Tampoco exige que los países con que se asocia acojan los valores democráticos.

La supuesta rivalidad entre Estados Unidos y China por tener influencia en América Latina, según esta lectura, se plantea en términos de relaciones de poder y dominio. Siguiendo esta línea, el dilema es si para los países del Sur resulta preferible estar en las garras del Águila del Norte o en las fauces del Dragón Asiático.

De ser la actual una dinámica de pugna entre las superpotencias, Xi Jinping no la está haciendo en absoluto obvia. Si son esas las cartas que desea jugar, está escondiendo su mano. En una entrevista publicada el 14 de julio por la agencia de noticias oficial china, Xinhua, Xi Jinping detalló las intenciones de su gira en América Latina.

En la entrevista, Xi ni siquiera menciona a Estados Unidos. En cambio, cita extensamente a escritores de casi todos los países que visitará para adornar sus planteamientos. A Pablo Coelho, para hablar de la importancia de planear una estrategia conjunta de desarrollo; a José Hernández, para explicar la importancia del compañerismo en las relaciones entre estados, y por último a un antiguo poema anónimo chino para referirse a la cercanía de la amistad entre China y América Latina a pesar de la lejanía geográfica.

Este, por cierto, se ha convertido en uno de los rasgos distintivos del “estilo Xi Jinping”. Procura acortar la distancia con los pueblos que visita haciendo referencia a sus íconos y símbolos culturales. Cuando visitó Tanzania, por ejemplo, sedujo al público que escuchaba sus discursos citando apartes y episodios de la telenovela más vista en el país. ¿Es un zorro astuto y seductor o un elefante benevolente? Quizás un poco de los dos.

Sin embargo, la gira de Xi cobra otro matiz si dejamos atrás algunos lugares comunes y observamos por qué la elección de estos países es importante para sus inversiones y para la dinámica interna de la economía china.

Brasil es el mayor exportador de hierro a China y este es un metal clave para sus industrias de acero, construcción e industria pesada: precisamente las actividades que más han impulsado el crecimiento del país desde inicios de la década de 2000. Según Matt Ferchen, director del programa “China y el Mundo en Desarrollo”, del Centro Carnegie-Tsinghua de Política Global, “China dio con el acero de la misma forma como otros países han dado con el petróleo”. Sin embargo, el país lleva cuatro años tratando de reducir la sobrecapacidad de la industria del acero y el consumo de energía que ésta supone, en parte para reducir las emisiones de carbono y también para fortalecer el sector de servicios. Dado que la relación comercial va a cambiar, es hora de basar la interacción con Brasil en fundamentos distintos al hierro, como la inversión en infraestructura a través del sistema de rieles.

China le ha prestado US$50.000 millones a Venezuela bajo el esquema de efectivo por negocios petroleros. El gobierno venezolano, sin embargo, no ha cumplido con las expectativas por la ineficiencia de Pdvsa. Además, la inestabilidad política ha hecho que China prenda sus alarmas. “Antes de que muriera Chávez, la preocupación más grande de China parecía ser que una oposición menos amistosa llegara al poder. Ahora el principal motivo de angustia parece ser el gobierno (de Nicolás Maduro)”, dijo Ferchen.

Es ahí que entra en juego Cuba, cuyo gobierno es el que más influencia tiene sobre Venezuela. Para Ferchen, “el viaje de Xi Jinping a Cuba ciertamente incluiría discusiones con respecto a lo que China y Cuba podrían hacer con respecto a su atribulado camarada venezolano”.

Por último, el gobierno de China apoyó a Argentina en la reestructuración de su deuda, cuando estuvo a punto de cesar pagos. Sin embargo, hay detalles que hace falta concretar con respecto a los “fondos buitres” que no se acogieron a los canjes de deuda.

Hoy miércoles se publican las cifras de crecimiento trimestral de China. El gran temor de sus dirigentes es que el crecimiento del PIB sea más cercano a 7% que a 7,5% (el objetivo para este año). Esto probablemente preocupe más al Partido Comunista de China que una supuesta rivalidad con los Estados Unidos.

Una vez se abre “la caja negra” de las dinámicas internas de la economía china, resulta más clara la elección de países hecha por Xi Jinping. En lugar de una disputa geopolítica por el control sobre América Latina, quizás China quiere atender temas mucho más llanos, relacionados con el ajuste que debe hacer a su economía interna en un contexto de desaceleración económica.

 

santiagovilla@hotmail.com

@santiagovillach

Por Santiago Villa / Beijing, China

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