En el acto oficial, el presidente federal, Horst Köhler, aseguró que Alemania ha sabido aprender de sus errores del pasado y sostuvo que por ese motivo no debe dudar en asumir un papel de liderazgo en Europa.
"No tenemos motivos para engrandecernos, pero tampoco para empequeñecernos", dijo el presidente, quien subrayó que lo bueno de Alemania es que "hemos aprendido de la historia y seguimos aprendiendo", pues la capacidad de aprender es "parte de nuestra cultura, de nuestro carácter".
El Día de la Unidad se celebró en esta ocasión bajo el lema de "Alemania-Nación Cultural".
En la celebración oficial, que, siguiendo la tradición se celebró en la capital del "Land" que detenta la presidencia de turno del "Bundesrat" (Cámara Alta), participaron los principales dirigentes políticos.
Al mismo tiempo, más de un millar de militantes del llamado "bloque negro" organizaron una manifestación de protesta que se desarrolló flanqueada por un fuerte dispositivo de seguridad y, según el balance provisional de la policía, transcurrió sin incidentes.
En Dresde, la última jornada del congreso anual de historiadores estuvo centrada en analizar las circunstancias que rodearon el final de la República Democrática Alemana (RDA).
La mayoría de los conferenciantes coincidieron en que el fin de la RDA empezó a vislumbrarse ya a mediados de la década de los ochenta, cuando la economía germano-oriental se encontraba prácticamente en la bancarrota.
"El sistema había dejado de ser competitivo a nivel internacional", explicó el ex-presidente del Bundesbank Hans Tiwetmeyer, uno de los protagonistas de las negociaciones que culminaron en la Unión Monetaria y Económica, forjada como antesala a la reunificación propiamente dicha.
Según el economista André Steiner, del Centro de Historia Contemporánea de Potsdam, en 1982 la RDA ya se encontraba de facto en la bancarrota, pero por motivos políticos se decidió no bajar el nivel de vida.
Esta situación, unida a que los productos germano-orientales habían perdido competitividad internacional, condujo a un desplome de las inversiones, y con ello al principio de un fin que llevó a la huida en masa de ciudadanos, en verano de 1989, a la consiguiente revolución pacífica, a la caída del Muro en noviembre de ese año, y finalmente a la unificación el 3 de octubre de 1990.