El presidente eligió el jueves la cerveza para apaciguar los ánimos en una de las polémicas más acaloradas del verano en Estados Unidos. Barack Obama invitó a un picnic en la Casa Blanca a los dos hombres que han convertido un rifirrafe vecinal en un debate racial a nivel nacional que le ha costado al mismo comandante en jefe una disculpa pública.
Uno de los intelectuales afroamericanos más respetados del país, el profesor de la Universidad de Harvard Henry Gates, de 58 años, fue arrestado el pasado 16 de julio tras forzar la puerta de su propia casa. Había pasado una temporada en China, grabando un documental, y al regresar descubrió que la puerta estaba estropeada. Al verle forzándola, una vecina llamó a la policía local, que, pasados unos minutos, envió a la vivienda a un grupo de agentes, liderados por el sargento James Crowley. El sargento le pidió a Gates que se identificara.
Inmediatamente, estalló una agria discusión, en la que el profesor acusó al sargento de racista y éste acabó deteniéndole por “perturbar el orden público”. Obama, que normalmente mantiene el temple en asuntos raciales, decidió opinar sobre el asunto en una rueda de prensa celebrada el pasado día 22. Acusó al agente de actuar de forma “estúpida”.
“La prueba de su inocencia era que estaba en su propia casa”, dijo. Dos días después tuvo que recular. En los informes policiales se demostró que la mujer que efectuó la llamada no dijo en ningún momento que la persona que trataba de forzar la puerta fuera negra. Los agentes afirmaron que se había detenido a Crowley por su reacción exagerada, y no por su color de piel. “Creo que, desafortunadamente, di la impresión de que trababa de infamar específicamente al sargento del Departamento de Policía de Cambridge Crowley. Debería haber calibrado mejor aquellas palabras”, dijo el presidente.
Para hacer las paces, Obama invitó a los dos protagonistas del altercado a lo que la prensa local ha bautizado ya como la primera cumbre de la cerveza de la Casa Blanca.