Algunos mexicanos sienten muerte y llevan flores al capo Beltrán Leyva

La brutal violencia ha dejado en el país más de 16,000 muertes desde diciembre de 2006.

Agencia Reuters
20 de diciembre de 2009 - 03:41 p. m.

Dolientes llegaron durante el domingo a una suntuosa funeraria en el corazón de uno de los territorios del narcotráfico en México para llorar al capo de la droga Arturo Beltrán Leyva, quien murió a manos de fuerzas de seguridad en días atrás.

Ocho hombres cargaron con dificultad un arreglo floral de unos seis metros de largo y elaborado con cientos de rosas rojas que apenas lograron ingresar por la puerta de cristal de una funeraria de la norteña ciudad de Culiacán, donde los restos del capo eran velados desde el sábado en la noche.

Conocido como "El jefe de jefes" o "El barbas", Beltrán Leyva, líder del cártel del mismo nombre y uno de los más violentos de México, fue asesinado la noche del miércoles durante un operativo de la Marina, con lo que el presidente Felipe Calderón se anotó una victoria en medio de la guerra contra los poderosos cárteles de la droga.

El fallecido narcotraficante, que era uno de los tres hombres más buscados de México según Calderón, manejaba con sus hermanos la organización, que nació de una escisión del cártel de Sinaloa pero se convirtió en su rival y creció al punto de corromper con cientos de miles de dólares a funcionarios.

Estados Unidos acusa al cártel de los Beltrán Leyva de introducir toneladas de cocaína en el país. La brutal violencia derivada de los choques entre narcotraficantes y sus rivales y contra las fuerzas de seguridad han dejado en el país más de 16,000 muertes desde que Calderón asumió en diciembre de 2006.

Familiares identificaron a Beltrán Leyva después del tiroteo en el que murió, que ocurrió en un lujoso complejo de departamentos de la ciudad de Cuernavaca, unos 80 kilómetros al sur de la capital del país, y que le dejó desfigurado parte del rostro.

Un avión comercial fue rentado para trasladar su cadáver desde la Ciudad de México hacia Culiacán, capital del estado de Sinaloa, donde vio crecer sus ilícitos negocios junto con otros capos de la droga como Joaquín "El Chapo" Guzmán, un ex aliado suyo y el hombre más buscado de México.

Decenas de soldados, que resguardaron las inmediaciones de la funeraria, revisaban a quien llegaba al lugar. Integrantes de su familia o amigos, que corrían el riesgo de ser arrestados como sospechosos de participar en los negocios del capo, se mantenían lejos de la funeraria.

Los jefes de los cárteles de la droga en México viven moviéndose entre decenas de lujosas y secretas mansiones donde se hacen acompañar de jóvenes reinas de belleza y contratan a bandas de música que cantan "narcocorridos".

Después de que ellos mueren, sus familias les rinden homenaje con enormes sepulcros sobreadornados, a menudo mausoleos en los que colocan fotografías, flores de plástico, globos y réplicas de armas.

Por Agencia Reuters

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