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Aviones no tripulados serán utilizados para la seguridad urbana

Algunos ciudadanos están en desacuerdo con la ley sancionada por el presidente Barack Obama.

Álvaro Corzo
30 de abril de 2013 - 11:17 p. m.
Un guardia de la policía de Nueva York monitorea varias de las cámaras de seguridad, cuyo número ya llega a 4.000, ubicadas en el Bajo Manhattan y los centros económicos de la ciudad. /AFP
Un guardia de la policía de Nueva York monitorea varias de las cámaras de seguridad, cuyo número ya llega a 4.000, ubicadas en el Bajo Manhattan y los centros económicos de la ciudad. /AFP

Imagínese un mundo donde diminutos aeroplanos dotados con cámaras de alta definición, reconocimiento facial, luz infrarroja y localizador GPS registran fotográficamente cada uno de sus movimientos desde que usted pone un pie afuera de su casa. Un lugar donde la privacidad esté a la merced de la seguridad colectiva.

Al parecer ese día está a la vuelta de la esquina, aun más luego de los atentados que paralizaron la ciudad de Boston en los días pasados. “La interpretación de la Constitución tiene que cambiar para permitirnos brindar una mayor seguridad con miras a futuros ataques terroristas”, dijo el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, luego de conocer que los autores de este atentado, los hermanos Tsarnaev, tenían planeado realizar un último ataque en pleno centro de la ciudad, en el corazón de Times Square.

“Todo el mundo quiere su privacidad, pero yo sinceramente no sé cómo van a hacer para mantenerla. El mundo está cambiando. Hoy es muy distinto lo que la gente quiere y lo que los gobiernos pueden hacer”, dijo el multimillonario burgomaestre sobre el uso de estos robots o pequeños aeroplanos dirigidos a distancia con fines de vigilancia ciudadana.

“¿Cuál es la diferencia que existe entre un dron y una cámara de seguridad sujetada sobre la fachada de un edificio?”, se preguntó Bloomberg al referirse a las 2.400 cámaras de seguridad instaladas por la policía de esta ciudad, las cuales, con la ayuda de la unidad de reconocimiento facial, cotejan los rostros de los transeúntes con las bases de datos de las redes sociales con el fin de identificar a sospechosos de investigaciones criminales, justo como ocurrió en Boston. “Yo personalmente no veo ninguna diferencia”, añadió Bloomberg, quien ha sido fuertemente cuestionado por el programa de espionaje y vigilancia de las comunidades musulmanas en la ciudad.

De igual forma, el comandante de la policía de Boston, Edward F. Davis, al ser preguntado sobre cómo afrontar el futuro, aseguró que no hay duda de que su departamento necesita miles de cámaras con reconocimiento facial en las calles, así como el uso de drones como parte de la unidad antiterrorista. “Tener ojos en el cielo es mucho más eficiente y menos costoso que un helicóptero”.

Ante esta ventana de oportunidad que se abre y a medida que el miedo y los atentados se repiten, la incertidumbre crece debido a que las leyes aún no son claras sobre la regulación del uso gubernamental, comercial y privado de los más de 10.000 drones, como popularmente se les llama a estas aeronaves, que se estima volarán por el espacio aéreo de los Estados Unidos en 2015, según cifras del más reciente estudio de la Administración Federal de Aviación (FAA) de este país.

“Tenemos que levantar la voz y hacer todo lo posible para evitar que el gobierno permita el uso de estas aeronaves de una forma tan invasiva para nuestra privacidad. Esto es una violación a nuestra intimidad, a nuestros derechos como ciudadanos de este país”, asegura Jones Phan, un trabajador social de 52 años de origen coreano residente en Nueva York. “Sé que las usan para vigilar exconvictos peligrosos, buscar personas perdidas, controlar multitudes, localizar incendios, entre otros usos. El problema es que con estos aparatos se pueden cometer graves abusos”.

Argus es el nombre de la nueva tecnología, la cual puede tomar registros fotográficos simultáneos de una ciudad entera, permitiendo el rastreo y notificación a una base de datos y en tiempo real del movimiento de todos sus ciudadanos en un radio de 24 kilómetros. “No creo que como sociedad debamos permitir que nos obliguen a vivir en un lugar donde todos somos presuntos criminales. Es como una perturbadora película de ciencia ficción donde todos terminaremos viviendo en medio de la paranoia y el miedo, a merced de alguien que nos mira pero a quien realmente no conocemos”, dice Stanley Ronnes, un estudiante de contabilidad de 27 años de la universidad pública de la ciudad de Nueva York.

Sectores pertenecientes al movimiento Occupy Wall Street y demás activistas de la ciudad han realizado en abril distintas acciones públicas por toda la ciudad con el fin de concientizar a sus habitantes sobre este controversial tema, así como para exigir a la administración Obama el fin del uso indiscriminado de drones en la lucha contra el terrorismo, la cual ya ha arrojado, según el Centro de Periodismo Investigativo con sede en Londres, la muerte de 1.141 civiles, entre estos 213 menores de edad, en Somalia, Pakistán y Yemen.

Por su parte Bloomberg, promotor de controvertidas iniciativas en la ciudad, como la prohibición de bebidas azucaradas de más de 16 onzas o la prohibición de la venta de cigarrillos en zonas estudiantiles y a menores de 21, explicó que el uso de los drones con el fin de reforzar la seguridad de la ciudad no es cuestión de un debate ético y por el contrario es simplemente una realidad que no tendrá escapatoria. “El futuro intuye que cada vez seamos más visibles y que por lo tanto tengamos menos privacidad. Es por esto que unas regulaciones claras y fuertes son extremadamente necesarias”, añadió.

Aleen Thomas, de 38 años y familiar de un rescatista voluntario que murió en el ataque a las Torres Gemelas, está con el alcalde. “El mundo está en transformación y tenemos que hacer lo que esté en nuestras manos para protegernos, sean atentados terroristas, catástrofes naturales o lo que sea. No sé cuál es el problema, si en la actualidad podemos a través de aplicaciones como Google Earth ver en tiempo real dónde está tu carro, tu celular, básicamente todo. La tecnología ya está a nuestro alcance, sólo es cuestión de tiempo de que entre a funcionar. No veo por qué tenerle miedo”.

De igual manera lo entiende el presidente Obama, quien aun bajo una intensa presión política sancionó en febrero de 2012 una ley que define 2015 como el año en que el espacio aéreo de los Estados Unidos se abrirá a estas aeronaves, dando plazo hasta esa fecha para que la FAA cree el respectivo marco regulatorio.

Ya se habla de una industria que redondeará los US$6 billones para 2016, así como de la creación de 70.000 nuevos empleos en los próximos tres años, lo que podría traducirse en una inyección de US$10 billones a la débil economía estadounidense, según los expertos. Lo que esperan muchos, entre éstos Obama, es que la industria de los drones termine en un gran boom económico que ayude a revolucionar no sólo aspectos como el de la vigilancia, sino industrias como la agricultura y el comercio terrestre.

Entre tanto, ante el vacío regulatorio, ya son más de 81 entidades en todo el país las que han pedido a la Administración Federal de Aviación un permiso temporal para iniciar el uso de drones, entre éstas los departamentos de Policía de Houston, Miami, Seattle y ahora el de Nueva York.

Por Álvaro Corzo

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