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Bagdad: la sangrienta respuesta del EI 

Ante sus derrotas en el norte de Irak, este grupo ha respondido con atentados como los de ayer, que ya deja 136 muertos.

Juan Sebastián Jiménez
04 de julio de 2016 - 02:50 a. m.
Foto del lugar del atentado en Bagdad, que dejó 131 muertos y otros 160 heridos.
Foto del lugar del atentado en Bagdad, que dejó 131 muertos y otros 160 heridos.
Foto: EFE - ALI ABBAS

El gobierno de Irak no había terminado de celebrar su victoria en Faluya, arrebatada de las manos del Estado Islámico tras casi dos años de guerra, cuando esta organización respondió de la única forma en que sabe hacerlo: matando. En la madrugada de este domingo, dos ataques en Bagdad, la capital iraquí, acabaron con la vida de por lo menos 136 personas y dejaron otras 160 heridas.

El primero de los dos ataques, en el que murieron cerca de 131 personas, fue reivindicado de inmediato por el EI, que a través de un comunicado indicó que “en el marco de las permanentes operaciones de seguridad de los soldados del califato en la ciudad de Bagdad, el hermano muyahidín Abu Maha al Iraqui logró hacer estallar un coche bomba en una concentración de renegados”, en referencia a la comunidad chiíta, a la que considera su enemiga por sus diferencias religiosas.

Este tuvo lugar en la zona comercial de Al Karrada, poco después de la medianoche, cuando cientos de personas se encontraban reunidas en Yabar Abu al Sharbat, una heladería, la más antigua de Bagdad, tras otro día de Ramadán: el mes sagrado de los musulmanes, en el que ayunan durante el día, por lo que en las noches aprovechan para comer y compartir con los suyos.

El otro atentado ocurrió en un mercado popular en el barrio de Al Shaab, de mayoría chiíta, donde cinco personas murieron y otras 16 salieron heridas. El EI ha dicho que “con el permiso de Dios proseguirán los ataques de los muyahidines contra los renegados” chiítas, que son mayoría en Irak y cuentan con el primer ministro iraquí, Haider al-Abadi, como uno de ellos. 

Hace menos de una semana Al-Abadi había izado la bandera iraquí en Faluya y hecho un “llamamiento a los iraquíes para que, donde quiera que estén, salgan y celebren (...). Pronto izaremos la bandera iraquí en Mosul”, dijo en referencia a la segunda ciudad de Irak, actualmente bastión del Estado Islámico. Pero, ahora, Al-Abadi enfrenta el rechazo de una sociedad harta de la violencia.

Ayer, el primer ministro tuvo que salir huyendo del este de Bagdad, debido a la protesta de cientos de personas, que se molestaron con su presencia en el lugar de uno de los  atentados. Al-Abadi sostuvo luego que los miembros del EI, “después de haber sido aplastados en los campos de batalla, cometen ataques con explosivos en un intento desesperado” por repeler a las fuerzas que combaten en su contra en el norte de Irak y Siria.

El primer ministro prometió castigar a “las bandas terroristas que perpetraron el atentado” y mostró su confianza en que “la victoria está muy cerca”. Al-Abadi ha dicho que antes de 2017 el EI va a ser erradicado de Irak; pero hay escepticismo al respecto y miles le reprochan a Al-Abadi que actos como estos se sigan presentando. 

Lo sucedido en Bagdad evidencia, sobre todo, que la guerra contra el EI ha cambiado y que los bombardeos no van a ser suficientes para acabar con este grupo. Y es que, mientras sus tropas son bombardeadas en Siria e Irak, donde ha pasado de controlar el 30 al 14 % del territorio, el EI ha intensificado sus ataques a las grandes ciudades como respuesta a cada golpe recibido en el campo de batalla.

Muestra de ello son los atentados en Estambul y Bagdad. Y en Dacca, Bangladesh, si es que se confirma la responsabilidad del EI en el secuestro de 20 personas en esta ciudad, que terminó con 28 muertos, incluyendo a los secuestradores y a miembros de la Policía.

Ese país vive hoy su segundo día de duelo, mientras que las investigaciones avanzan para tratar de dilucidar los responsables del hecho, ya que tanto el EI como Al Qaeda se atribuyeron el ataque e, incluso, el primero de ellos dio a conocer las fotos de los supuestos perpetradores del secuestro.

Pero Estados Unidos y Europa se mantienen firmes en que hay que seguir con los bombardeos. El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Ned Price, sostuvo que estos ataques no hacen sino fortalecer la determinación de Estados Unidos “de apoyar a las fuerzas de seguridad iraquíes a medida que continúan recuperando el territorio frente a los yihadistas”. Algo muy similar a lo dicho por ese gobierno, tras el ataque en Estambul, la semana pasada, en el que murieron 41 personas; aunque, en ese caso, el mensaje iba dirigido para el gobierno turco. 

Por su parte, la Unión Europea ha dicho que seguirá al lado de Irak en su lucha contra el EI y resaltó que la “victoria militar de las fuerzas de seguridad iraquíes y, sobre todo, la reciente liberación de Faluya, es un importante paso en la lucha contra el EI”. Otros, como Irán, donde los chiítas son mayoría, y Hezbolá, han rechazado los ataques en Bagdad, reproduciendo lo que ya parece obvio: que esta es la respuesta del EI a la ofensiva en su contra. Por su parte, la ONU hizo un llamado para rechazar cualquier intento de extender el miedo y socavar la unidad del país”. 

Los atentados en el aeropuerto Atatürk, en Estambul, y en el centro de Bagdad son la respuesta directa del EI a dos gobiernos que se han vuelto protagonistas en la guerra en su contra.

En cuanto al gobierno turco, pese a su reticencia a formar parte de la coalición liderada por Estados Unidos en contra del Estado Islámico, ha permitido que Washington use su territorio para lanzar bombardeos contra este grupo en Siria e Irak, y ha hecho su parte, atacando campamentos de este grupo yihadista; aunque aprovechando para atacar, a su vez, a la guerrilla kurda, su principal enemiga.

Aunque algunos, como el presidente sirio Bashar Al-Assad, han acusado al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de colaborar con el EI, éste ha sido declarado objetivo por parte de este grupo yihadista, que ya ha sembrado el terror en Ankara y en Estambul, donde se reponen del reciente atentado en Atatürk; ya van 20 yihadistas detenidos por estos hechos. 

Por su parte, Irak ha estado en el centro de la guerra, desde la proclamación del Califato Islámico, en 2014. De hecho, fue en Mosul donde el EI dio inicio a su cruzada. Ese mismo año, Haider al-Abadi reemplazó a Nuri al-Maliki como primer ministro iraquí. Y dio inicio a una contraofensiva contra el EI, apoyado por Estados Unidos y sus aliados.

A finales de 2015, esa ofensiva empezó a dar frutos con la reconquista de Ramadi, en diciembre de ese año. El gobierno de Irak ha ido acumulando victorias hasta llegar a Faluya; ahora tiene la mira sobre la región de Nínive, cuya capital, Mosul, que acumula ya dos años ininterrumpidos en poder de el EI.

El pasado 29 de junio, antes de ocurridos los atentados, el jefe del Comité de Seguridad del Consejo de Nínive, Mohamed al-Bayati, le dijo a la agencia EFE que “el EI retrocede cada hora y las tropas iraquíes están ya en las proximidades de Mosul, después de los avances logrados en zonas al sur de la urbe, desde donde liberarán toda Nínive. Esta batalla será su tumba en Irak”. 

En Siria, el panorama no es mejor para el EI. De controlar casi la mitad del territorio, ha pasado a controlar la tercera parte. En ese país esta organización yihadista se ha tenido que enfrentar tanto al gobierno sirio como a los rebeldes, tanto a los kurdos como a los turcos. Ha perdido bastiones como Palmira y actualmente se enfrenta a los kurdos y a los rebeldes sirios en la localidad de Manbij. La pérdida de esta ciudad, supondría para EI la mayor derrota desde la batalla de Palmira. 

Sea como sea, hay algo claro: conforme avanza la ofensiva contra el EI, se intensifican los atentados alrededor del mundo, por lo que no se pueden descartar nuevos ataques, por ejemplo, aprovechando el Día de la Independencia de Estados Unidos, que se celebra hoy. El EI ha demostrado que no basta con los bombardeos para acabarlo. Pero es innegable que se encuentra debilitado y, quizá por eso, sea  más peligroso y más violento.

Por Juan Sebastián Jiménez

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