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La barbarie de Los Zetas al desnudo

En este documento de 39 páginas y varios anexos, se hace una radiografía descarnada de los hechos que permitieron que Los Zetas asesinaran a 72 migrantes en San Fernando (Tamaulipas), en 2010, y desaparecieran otras 26 personas en Allende (Coahuila), en 2011.

Redacción Internacional
10 de octubre de 2016 - 10:41 p. m.
En total, en ambas masacres, Los Zetas asesinaron a 98 personas.  / Reuters
En total, en ambas masacres, Los Zetas asesinaron a 98 personas. / Reuters

En ocasiones la vida vale tan poco que un hombre puede dormir tranquilo tras asesinar, con tiros de gracia, a 72 personas. Lo prueban las palabras de Edgar Huerta Montiel, El Wache, sobre la masacre de 72 inmigrantes en San Fernando (Tamaulipas), en 2010: "Cuando se terminó de matar a los migrantes nos fuimos a San Fernando a un rancho (…) ahí dormimos normalmente y estuvimos como 15 días (…) como ya era de noche, no se enterraron en ese momento, pero al otro día llegaría El Chamaco a enterrarlos, pero ya no fue porque llegaron antes los marinos".

Lo sucedido en Allende (Coahuila), en 2011, cuando Los Zetas asesinaron a 26 miembros de una familia porque sospechaban de que un familiar suyo era un traidor, es otra muestra de lo mismo: "En el rancho Los Garza llevaron en un camión con redilas 'tambos metálicos grandes con “diésel o gasolina'. Esparcieron el líquido por toda la casa y en la bodega donde habían amontonado los cuerpos. Remataron antes a los que quedaban con vida. Luego prendieron el fuego que se prolongó toda la noche 'hasta que se cocinaron' los cuerpos".

"En el rancho Los Tres Hermanos, también mataron y cocinaron gente, utilizando otro procedimiento: llevaron tambos. Luego echaron 'un muerto en cada tambo'. (Después) bañaron los cuerpos con diésel para después prenderles fuego. Después de cinco o seis horas se cocinaron los cuerpos (…) quedaba pura mantequilla. (Echaron los restos en una acequia y en un pozo para que) no se viera nada”. Todos estos testimonios hacen parte del informe En el desamparo, en el que el Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México hace una descarnada radiografía de estas dos masacres.

Pero el informe no se queda en los testimonios. Con base en varias pruebas, hace serias acusaciones a la Policía y, en general, al Estado por haber permitido esta barbarie e, incluso, por la complicidad de algunos agentes: "En 2010 y 2011, los Zetas tenían a su servicio a los 36 policías de San Fernando y a los 20 de Allende. Sin embargo, los agentes se involucraron de diferente manera con los criminales. Algunos se hicieron entusiastas cómplices; otros pusieron distancia sin confrontar ni combatir a los delincuentes".

Por ejemplo: les ayudaron a los narcotraficantes a cometer estas masacres, impidiendo que alguien llegara a auxiliar a los asesinados. Y, por ello, recibían grandes sumas de dinero. Y, mientras tanto, a las víctimas, las dejaron solas: “A nosotros nos dejan moribundos, con nuestro dolor […] quedamos con dolor, angustia, desesperación, porque nos sentimos inútiles, nosotros no podemos hacer nada”.“A nosotros nos dejan moribundos, con nuestro dolor […] quedamos con dolor, angustia, desesperación, porque nos sentimos inútiles, nosotros no podemos hacer nada”, dijo la madre de uno de los migrantes asesinados.

Pero es aún más preocupante la siguiente conclusión del Colegio de México: "Falta dedicarle mucha más atención al papel jugado por otros países, en particular Estados Unidos. Los 72 migrantes buscaban ingresar a Estados Unidos y al menos dos de los causantes del ataque a Allende son actualmente testigos protegidos de la DEA, que se rehúsa a compartir información con el gobierno de Coahuila, pese a la orden de aprehensión en Coahuila contra ellos (...) Si agregamos otros factores, pensamos que, como hipótesis de trabajo, San Fernando y Allende deberían ser analizados como expresiones de una violencia binacional y regional".

Ambas masacres siguen sin ser esclarecidas del todo y, como lo señala el Colegio de México, algunos de los responsables son actualmente testigos protegidos. Los carteles del narcotráfico siguen fuertes pese a la captura de algunos de sus principales jefes, como Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo Guzmán, y uno de ellos, el Cartel Jalisco Nueva Generación, se ha fortalecido Mientras tanto, el gobierno mexicano pasa por una profunda crisis de legitimidad debido a varios errores cometidos por el presidente Enrique Peña Nieto. Están dadas todas las condiciones para que la barbarie de Los Zetas continúe. 

 

 

Por Redacción Internacional

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