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Buscando la razón de la tragedia

En una grabación se oye a un operario de la cabina avisar del exceso de velocidad. Las teorías sobre las causas del accidente se debaten entre una falla humana o una posible avería en los sistemas de control.

Redacción Internacional
25 de julio de 2013 - 10:00 p. m.
Buscando la razón de la tragedia

Los equipos de emergencia se ocupan ahora de remover la chatarra que dejó el catastrófico accidente del tren Alvia, muy cerca de Santiago de Compostela (España). Los trabajos de rescate de personas ya terminaron con cifras tristes: 80 muertos y 130 heridos, 35 de gravedad que podrían incrementar el saldo fatal. De los afectados, 94 permanecen hospitalizados. De acuerdo con la Cancillería de Colombia, dos de los fallecidos y cuatro de los heridos son de nacionalidad colombiana. En un comunicado, el ministerio informa que “la Embajada y el Consulado han decidido enviar una comisión a Santiago de Compostela, lugar donde ocurrió el accidente, encabezada por la cónsul Lucy Osorno, para atender personalmente a los colombianos afectados y atender los posibles nuevos casos”.

La magnitud del accidente fue enorme. El tren transportaba a 222 personas, incluidos los cuatro tripulantes que estaban a cargo del trayecto. Esto quiere decir que sólo unas 15 personas salieron ilesas luego de que ocho vagones se volcaran en el avance. El tren tomó a 190 kilómetros por hora una curva cuya velocidad máxima permitida es 80 kilómetros por hora. La máquina perdió completamente el control.

La prioridad ahora, una vez agotados los intentos de salvar vidas, es establecer las causas del accidente. Parece claro que la razón estaría en el exceso de velocidad, pero los peritos intentan establecer por qué el tren llevaba una velocidad tan alta en ese punto del recorrido.

En una grabación se oye que uno de los maquinistas, el que ocupaba la plaza de la cabina, reporta la velocidad a la que transitaba el tren en los momentos previos al accidente. Llega a decir en un momento que va a 200 kilómetros por hora y cuando se prepara para entrar a la cumbre sube la voz: “¡Voy a 190!”. Una vez el tren se descarrila y se detiene, se escucha nuevamente su voz. Reporta que no puede salir, que le duelen la espalda y el pecho, y repite: “¡Somos humanos! ¡Somos humanos! (...) Espero que no haya muertos porque caerán sobre mi conciencia”.

El operario del tren que se oye en el registro no ha sido identificado, e incluso ya han surgido versiones que sugieren que el siniestro se debió a una imprudencia suya. No obstante, en su defensa apareció Juan Jesús García Fraile, secretario general del sindicato de maquinistas, que apuntó que la falla estuvo en el sistema de señalización.

De acuerdo con García Fraile, ese tramo de la vía cuenta con un sistema de control llamado ASFA, que necesita de una serie de señales para alertar a los operarios. En varios puntos de la red férrea el sistema ha sido modernizado con uno conocido como ERTMS, que frena los trenes de manera automática cuando llegan a exceder los límites de velocidad permitidos.

La teoría del secretario del sindicato de maquinistas es que la vía en la que se registró el accidente había sido remodelada para permitir el tránsito de trenes a alta velocidad, pero no había sucedido lo propio con las señales. Desde esta perspectiva, es posible que el operario haya confundido el sistema de control, dado que estaba al mando de un tren prácticamente nuevo, o que se hubiese presentado una falla en los sistemas del vehículo.

Quizá la parte más dolorosa de la tragedia venga ahora, cuando las autoridades hagan pública la lista de fallecidos en el accidente después de dos días de trabajar en la identificación de los cadáveres. Las escenas y los relatos siguen siendo dantescos, las carrozas fúnebres se han convertido en costumbre en el paisaje del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago, a donde fueron trasladados la mayoría de los heridos.

Por Redacción Internacional

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