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Cameron en su laberinto: las ajustadas elecciones en Gran Bretaña

Se anticipa una estrecha victoria conservadora sin mayoría absoluta que forzará al primer ministro, David Cameron, a buscar de nuevo una alianza, esta vez impredecible, para evitar una parálisis del gobierno, lo cual no ocurre desde 1974.

Juan Carlos Rincón / Especial para El Espectador, Londres
07 de mayo de 2015 - 02:35 a. m.
Los británicos votan hoy durante quince horas en los comicios más reñidos en muchos años: empate entre conservadores y laboristas, según sondeos. / AFP
Los británicos votan hoy durante quince horas en los comicios más reñidos en muchos años: empate entre conservadores y laboristas, según sondeos. / AFP

 Una vez despejada la ansiedad popular por el nacimiento de la nueva princesa Charlotte Elizabeth Diana y el silencio somnífero del Palacio de Buckingham para anunciarlo oficialmente, los británicos -incluyendo sus líderes políticos- pudieron finalmente concentrarse nuevamente en las 56 elecciones generales que decidirán el rumbo del Reino en el próximo lustro. (Vea: Los escenarios de hoy en el Reino Unido)

Y es que muchos temían en Gran Bretaña que el alumbramiento coincidiera con la jornada y “oscureciera” y usurpara el protagonismo y la importancia del voto en una de las elecciones más impredecibles que recuerde esta monarquía parlamentaria.

El júbilo nacional por el nacimiento del segundo hijo de los Duques de Cambridge, Guillermo y Catalina, el sábado anterior en el Hospital St.Mary tuvo además la fortuna mediática de extenderse hasta el lunes (Labour Day) en el primero de los únicos tres puentes festivos oficiales que celebra este país de 64 millones de habitantes, de los cuales 46 millones (un 72%) están habilitados para votar.

Recobrada la prioridad política, los británicos quedaron con apenas dos días de reflexión final para votar este jueves, mientras que los líderes de los partidos como David Cameron (conservador), Ed Miliband (laborista), Nick Clegg (liberal) y Nigel Farage (Independista), recorrían frenéticamente el país en una gira final tratando de confirmar votos y captar nuevos adeptos “puerta a puerta”.

Ante la pobreza del debate político de estas elecciones, en el que el primer ministro, David Cameron, se negó a participar en el último y determinante programa de televisión (16 de abril) junto a todos sus rivales y líderes de los principales partidos, el elector británico tuvo apenas cuatro ocasiones de escuchar las propuestas. Y las audiencias fueron mediocres, con un tope de 8.8 millones el 16 de abril; precisamente en el que Cameron no atendió. Surrealista.

La encrucijada de Cameron


Después de cinco años al frente de un inusual gobierno de coalición -no carente de serias tensiones- con el líder del partido liberal Nick Clegg, el Premier británico enfrenta hoy una jornada electoral decisiva para el que sería su último mandato por los próximos cinco años.

Cameron ya ha dicho que no se presentará para un tercer período pero en esta ocasión no tiene segura la mayoría necesaria para gobernar y enfrenta la posibilidad real de tener un inestable gobierno minoritario que lo forzaría a establecer alianzas inéditas y estar amenazado con la espada de Damocles de la posibilidad de un voto de censura que clausure su carrera política antes de tiempo.

Es un hombre optimista que en lo que menos piensa ahora es en dedicarse a ver con sus tres hijos su programa de televisión favorito; la serie estadounidense “Modern Family”, en la que la voluptuosa actriz colombiana Sofía Vergara juega un papel protagónico, ni mucho menos seguir todos los fines de semana a su equipo de fútbol Aston Villa en el que juega el mediocampista de la selección Colombia Carlos “la roca” Sánchez.

Dicen que la emblemática primera ministra conservadora, Margaret Thatcher, el día anterior a una elección general acostumbraba marcar el mobiliario de la residencia oficial 10 Downing Street con pegatinas que señalaban qué se llevaba y qué se quedaba. David Cameron en cambio, descarta la posibilidad de perder y afirma que “estoy luchando como un loco y tengo confianza en que seré capaz de ganar el reto”.
Pero la cima de la montaña puede ser un Himalaya. El Parlamento británico lo conforman 650 circunscripciones electorales, con lo cual un gobierno necesita conseguir 326 escaños para tener la mayoría y ejercer.

Los últimos estimativos de las encuestas señalan que los conservadores conseguirían una victoria pírrica y Gran Bretaña enfrenta la pesadilla de una parálisis política porque la actual “alianza de conveniencia” con los liberales, no sería suficiente para gobernar. Este caso no ocurre desde 1974 cuando el Primer Ministro Edward Heath, también conservador y el hombre que afilió a Gran Bretaña a la Unión Europea, dimitió al no poder mantener la mayoría en un gobierno de coalición.

Las encuestas dan prácticamente una paridad con leve ventaja para los conservadores sobre los laboristas, con lo cual ambos están forzados a negociar alianzas con los partidos minoritarios y existe la posibilidad de que aun perdiendo las elecciones, los laboristas unidos con el Partido Nacionalista Escocés (SNP) consigan la mayoría y el gobierno.

Rompecabezas de alianzas

La reconocida firma de análisis electoral YouGov (www.yougov.co.uk) predice que los “Tories” (conservadores) ganarían 283 escaños, los laboristas 261, los liberales 32, el SNP (Partido Nacionalista Escocés) convertido en tercera fuerza política ganaría 50, los independistas (UKIP) 2 y los verdes uno.

David Cameron ha dicho que necesita 23 escaños más de los actuales “si queremos evitar el caos de Miliband con el SNP. El voto conservador puede entregar esa seguridad”, afirma el Primer Ministro, quien alerta que “a los escoceses no les importa lo que pasa en el resto del país”. Pero sus cálculos pueden estar errados.

Ed Miliband acusa a Cameron de presuntuoso y defiende la política económica del anterior gobierno laborista (Blair-Brown) durante el cual la deuda pública británica se incrementó en un 51% en la década 1997-2007 (antes de la crisis internacional de 2008) y llegó a 527 billones de libras (US$804 billones).

Miliband ha anunciado un aumento de la inversión para hospitales y colegios, bajo el lema de que “Gran Bretaña será para la clase trabajadora” y ha dicho confiar en que los electores “juzgarán correctamente”.

A pesar de haber rechazado públicamente en televisión la oferta de alianza de Nicola Sturgeon, la firme y carismática nueva líder del decisivo SNP que busca asegurar de Londres un nuevo refererendo para la independencia de la nación más al norte del Reino, Miliband se vería forzado a aceptar ese pacto para poder gobernar teniendo menos escaños que el partido mayoritario. Y en Escocia, el dominante SNP podría conseguir entre 50 y 59 escaños.

Los laboristas defienden que es legítimo buscar formar un gobierno minoritario, aunque sean la segunda fuerza, “si es claro que nuestro programa tiene el apoyo de los partidos pequeños”. Ese caso sólo se ha presentado en 1924.

El populista y antieuropeo Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) de Nigel Farage aspira a sacar partido del voto protesta y con una base en ascenso podría alcanzar hasta 5 escaños y será importante a la hora de las alianzas. Pero con quien?. Los conservadores, aunque son reticentes con la Unión Europea y han anunciado un referendo para 2017 sobre la continuidad en el bloque político, no se les ve unidos con la derecha extrema y vociferante, que ha puesto el referendo este mismo año como condición.

Fue un gobierno conservador el que en 1973 ingresó a Gran Bretaña en la Unión Europea y sería políticamente incorrecto que otro gobierno conservador sea el responsable de su retiro, improbable a pesar del ruido que produce el tema.

Los liberales de Nick Clegg, venido a menos entre sus seguidores tras cinco años de alianza, tendrán el reto de confirmar su base actual o cómo señalan ciertos análisis, pasarán de ser la segunda fuerza política a la cuarta, detrás de los sólidos partidos regionales en Escocia e Irlanda del Norte.

Una fuerza clave para David Cameron será el Partido Democrático Unionista de Irlanda del Norte (DUP), de tendencia protestante, mayoritario en la cuarta nación del reino y actualmente con ocho escaños en la Cámara de los Comunes en Westminster, que pueden ser la tabla de salvación del Primer Ministro. Pero su líder Nigel Dodds no fue incluído ni invitado a los debates oficiales en televisión de la campaña electoral británica y ese As bajo la manga será otra ardua negociación.

Y para completar la incertidumbre y aunque David Cameron rehúsa hablar públicamente del tema, una nueva alianza con los liberales y cualquier otra que el Primer Ministro piense establecer para gobernar, tendrá que ser aprobada por la base de los 140 mil diputados conservadores (Backbenches) y por el Comité de Parlamentarios conservadores después de discusión interna y mediante voto secreto. En 2010 para la alianza con los liberales, los backbenches no tenían ese poder tan decisivo, ni los Parlamentarios.

Lo único cierto de este jueves es que gane quien gane la batalla electoral, en Gran Bretaña el viernes en la mañana será el inicio de una larga negociación y de más días de incertidumbre, cual filme de Alfred Hitchcock, el mago del suspenso.

Por Juan Carlos Rincón / Especial para El Espectador, Londres

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