Centroamérica culpa a EE.UU. de la crisis migratoria

Panamá, Costa Rica y Nicaragua dicen que las políticas migratorias estadounidenses estimulan el éxodo de cubanos. ¿Hora de cambiar?

Redacción Internacional
11 de mayo de 2016 - 04:43 a. m.
Cuatro mil  cubanos salieron de Panamá ayer rumbo a Ciudad Juárez (México). / EFE
Cuatro mil cubanos salieron de Panamá ayer rumbo a Ciudad Juárez (México). / EFE
Foto: EFE - Alejandro Bolivar

Mientras el mundo celebró, el 19 de diciembre de 2014, la normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba luego de más de medio siglo de enemistad, miles de cubanos recibieron la noticia con preocupación. Apaciguar el conflicto diplomático significaba el fin para los privilegios migratorios que Estados Unidos concede a los cubanos. O al menos esos son los rumores que desde entonces recorren la isla y los que han provocado una ola migratoria no vista desde el éxodo de los balseros en 1994.

El éxodo, el mayor de los últimos diez años, ha desbordado todos los registros: en 2015, cerca de 60.000 cubanos llegaron a EE.UU., cuando en un año normal el número se acercaba a los 25.000. Hace un lustro apenas pasaba de 10.000. La mayoría de entradas se hicieron a través de la frontera con México, de acuerdo con cifras oficiales. Es decir, por la ruta suramericana que comienza en Ecuador.

De acuerdo con la Ley de Ajuste Cubano, vigente desde 1966, una persona que sale de la isla y pisa territorio estadounidense es acogida automáticamente y tiene derecho a residencia permanente un año después. La modificación posterior, particularmente la conocida como pies secos, pies mojados, aprobada el 19 de agosto de 1994, señala que se pueden quedar en Estados Unidos los cubanos que logren pisar tierra estadounidense y son regresados a Cuba o enviados a un tercer país los que son interceptados en el mar. Esa política provocó que la mayoría de las entradas a EE.UU. se realicen a través de la frontera con México, lo que se conoce como pies con polvo, en referencia al desierto. Estos cubanos pueden aplicar a beneficios monetarios, sociales y médicos, mientras que otros centroamericanos que llegan a Estados Unidos son deportados inmediatamente.

Hasta 2014, la Cepal calculaba que 1’293.000 de cubanos residían fuera del país, principalmente en Miami (EE.UU.). Después del acercamiento entre La Habana y Washington, la salida anual de cubanos se triplicó. Cientos de miles de cubanos se han ido de la isla desde la revolución de 1959, la mayoría en avión mediante programas de reunificación familiar, pero también en peligrosas travesías marinas en balsas por el estrecho de la Florida, una aventura costosa y muy peligrosa. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), es uno de los pasos más mortales para migrantes.

Hace tres años el gobierno cubano puso fin al permiso de salida a sus ciudadanos, permitiendo que los cubanos viajaran a terceros países. Como casi todos los países les piden visa, Ecuador se convirtió en la opción favorita para los migrantes. Desde hace dos años aproximadamente, miles de cubanos emprenden un viaje de cerca de 8.000 kilómetros pasando por Colombia, Centroamérica y México, desde donde viajan a Texas o California para terminar en Florida, en donde residen la comunidad cubana más grande de EE.UU.

¿Cambiar leyes migratorias?

Ante el flujo masivo de cubanos, 30.000 aproximadamente en el último año, Nicaragua comenzó a impedir el paso de los cubanos en noviembre de 2015, dejando a unos 8.000 migrantes varados en Costa Rica. Entonces ya se evidenciaba la grave crisis migratoria, que hoy parece no tener una pronta solución.

Para tratar de desestimular la peligrosa travesía, Ecuador anunció en diciembre el pedido de visa de turista a los cubanos que llegaran a su territorio, pero eso no frenó el éxodo y hoy miles de cubanos están varados en Costa Rica, que hace un mes también decidió cerrar sus fronteras. El turno el domingo fue para Panamá, que desbordado por la llegada de migrantes (también han llegado cerca de mil africanos, principalmente de República del Congo) anunció el cierre de su frontera con Colombia. “Ante la decisión de otros países de Centroamérica, específicamente Nicaragua y Costa Rica, hemos tomado la difícil decisión de cerrar la frontera con Colombia en el área de Puerto Obaldía y otros puntos fronterizos para (evitar) el paso de migrantes irregulares”, dijo el presidente panameño, Juan Carlos Varela.

La Cancillería colombiana aseguró que el cierre fronterizo aplicará solo a migrantes irregulares. De acuerdo con datos de Migración Colombia, en Puerto Obaldía, en la región selvática del Darién, fueron detenidos 2.324 migrantes ilegales solo durante los tres primeros meses del año. El segundo punto con más capturas de indocumentados se encuentra en los departamentos de Nariño y Putumayo (suroeste), en la frontera con Ecuador, donde 536 personas fueron detenidas en los tres primeros meses del año.

Para el presidente de Panamá, “la migración irregular de cubanos que tratan de llegar a Estados Unidos a través de Centroamérica es producto de las leyes de ese país, que incentivan ese tráfico y por lo cual hacemos un llamado para que sean revisadas, evaluadas y cambiadas”. Las mismas razones que argumentan Nicaragua y Costa Rica, que también le pidieron al gobierno de Barack Obama cambiar las leyes migratorias. Algo que, al parecer, no está en los planes de Washington, que la defiende como una medida humanitaria.

El gobierno de Obama ha reiterado que no planea cambios en su política migratoria hacia la isla, pese al restablecimiento de las relaciones. Pero esa política migratoria hacia los cubanos se ha vuelto controvertida por su apuesta paralela por la conciliación diplomática con La Habana.

Periódicos como USA Today, The New York Times y Bloomberg, pasando por The Miami Herald han pedido a Washington transformar o eliminar la ley que beneficia a los cubanos y que es vista por La Habana como un incentivo a la emigración ilegal. “La ley, que nunca tuvo mucho sentido, debe derogarse”, dijo un editorial de USA Today, que argumenta que es una ley injusta con el resto de migrantes centroamericanos.

Analistas como Carlos Guevara-Mann, exdirector de política exterior de Panamá y Catedrático de Ciencia Política en Florida State University, señalan que medidas como la que tomó Panamá “quizá mitiguen un poco el arribo de cubanos, pero no se va a solucionar el problema, porque seguramente seguirán entrando por otras partes”.

En marzo, unos 1.300 cubanos varados fueron trasladados desde Panamá por avión a México, luego de un acuerdo bilateral, y desde entonces continuaron llegando migrantes en una travesía riesgosa. En la misma época, unos 2.800 isleños partieron de Costa Rica en vuelos a El Salvador, Guatemala o México, para continuar su trayecto a Estados Unidos.

En declaraciones a AFP, Guevara-Mann dice que “el problema es que Estados Unidos sigue alentando la llegada de cubanos como lo ha venido haciendo durante 57 años y ya es tiempo de que le preste atención al asunto y contribuya a solucionarlo”. Cuba también reclama la derogación de la ley, que ve como una estrategia de EE.UU. para minarlo alentando la emigración.

Julio Yao, catedrático en Derecho Internacional, le explicó a la AFP que el tema migratorio es un problema regional y requiere que todas las partes interesadas lleguen a un acuerdo. “El principal responsable de todo esto son los Estados Unidos, que debe cambiar su política migratoria aprovechando el cambio que se está dando con Cuba y que se vería como un gesto de buena voluntad”.

Mientras tanto, miles siguen atravesando Suramérica y Centroamérica, gastando en promedio 7.000 dólares en pagos a contrabandistas, sobornos a los agentes fronterizos y la policía, transporte, tarifas de visado y otros gastos. ¿Quién podrá detenerlos?

Por Redacción Internacional

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