Cinco años después de que la zona central de Chile fuera sacudida por un terremoto de 8,8 grados y un posterior tsunami (olas de maremoto) que dejó más de 500 muertos, anoche el centro y el norte del país austral sintieron la furia de la naturaleza, pero esta vez con menores efectos para lamentar, tras un terremoto de 8,4 grados. La presidenta chilena, Michelle Bachelet, decretó la alerta roja y la alarma de tsunami en las costas del Pacífico.
Al menos tres personas murieron y cerca de 15 quedaron heridas, de acuerdo con autoridades locales. A “una mujer de 25 años le cayó una cornisa en la cabeza y sería la primera víctima fatal reportada en la provincia”, dijo Patricio Trigo, gobernador de la localidad de Illapel, donde se localizó el epicentro, a medios locales. Otra víctima, un hombre de 86 años, murió de un infarto en la comuna de Maipú, en Santiago.
En la capital chilena, de 6,6 millones de habitantes, el terremoto provocó pánico y miles de personas salieron a las calles, según constató un periodista de la AFP.
Una decena de heridos y varias casas derrumbadas se reportaban en Illapel, a unos 230 km al norte de Santiago. Los servicios básicos funcionaron en Santiago al igual que la internet y la red de datos de los teléfonos celulares, mientras que el aeropuerto fue evacuado por orden de las autoridades.
Según el diario La Tercera, el mar ingresó en las zonas de Marga Marga y Concón, en la región de Valparaíso. El gobernador Marítimo de Valparaíso, Rodrigo Vattuone, en declaraciones a ese diario, afirmó que se registraron “diferencias de marea importantes” en Valparaíso, Quintero y Juan Fernández, alcanzando variaciones de hasta dos metros.
En Colombia, la Unidad para la Gestión del Riesgo de Desastre informó que “no existe alerta de tsunami” para las costas del Pacífico.
