Desde la caída de Hosni Mubarak, la Junta asumió el poder y, “en teoría”, lo entregó a Morsi, el pasado 30 de junio cuando éste asumió oficialmente la presidencia. Sin embargo, las relaciones, como lo anticiparon analistas, no han sido nada fáciles.
En Egipto los militares acumularon durante años mucho poder y el líder islamista comienza a sentir su influencia. En una decisión inesperada y contraria a las órdenes de la Junta Militar, Morsi determinó que el Parlamento, disuelto por los militares, reanude sus sesiones y además que se celebren elecciones en los 60 días siguientes a la ratificación de la nueva Constitución.
La maniobra de Morsi fue interpretada como un desafío a la cúpula militar, que se había arrogado el papel de la Cámara Baja mientras esta estuviera disuelta, y devuelve a Egipto a otro intrincado laberinto legal. El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) de Egipto se reunió de urgencia para evaluar la orden de Morsi y según anunció la agencia oficial de noticias Mena, la cúpula castrense, presidida por Husein Tantaui, analiza la legalidad del decreto. Adicionalmente, hoy el Tribunal Supremo Administrativo se pronunciará sobre la competencia o no del Tribunal Constitucional para ordenar la disolución de la Cámara Baja.
En medio de este choque de poderes, una fuente del gobierno le informó a la agencia AFP que el presidente estadounidense, Barack Obama, se reunirá con el nuevo mandatario egipcio durante la Asamblea General de la ONU en Nueva York en septiembre, pues Egipto es clave en el complejo escenario regional.