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'Colombia es el único caso exitoso'

El analista Peter Hakim dice que el relativo buen resultado de la lucha de EE.UU. contra las drogas flota en medio de un mar de fracaso.

Angélica Lagos Camargo
03 de febrero de 2013 - 09:00 p. m.
En California, los dispensarios de venta de marihuana para uso medicinal dejan US$105 millones en impuestos. / AFP
En California, los dispensarios de venta de marihuana para uso medicinal dejan US$105 millones en impuestos. / AFP

Hace poco menos de un año que América Latina, por iniciativa del presidente Juan Manuel Santos, alzó la voz para decir que la lucha contra las drogas había fracasado. Que tras años de poner muertos y esfuerzos, era hora de mirar hacia la legalización y tratar el problema desde otro ángulo. A su propuesta la siguieron la del presidente de Guatemala, Otto Pérez, básicamente en la misma vía, y la de José Mujica, en Uruguay, cuya intención era regularizar el mercado y el consumo de marihuana, además de la creación del Instituto Nacional del Cannabis.

La semana pasada, con la presentación del proyecto de Estatuto Nacional de Drogas, el gobierno colombiano propuso incluir el éxtasis y las metanfetaminas en la dosis mínima, además de tratar el problema del consumo como un asunto de salud pública y no penal. Peter Hakim, presidente emérito de Diálogo Interamericano y quien participó en el foro de la Universidad de los Andes sobre el futuro de las políticas de drogas en América Latina, explica que apoyar la legalización es visto en muchos lugares de Estados Unidos como debilidad frente al crimen.

¿Cómo se han recibido en Washington las propuestas del presidente Santos sobre el tema? ¿Han tenido algún efecto?

No hay ninguna duda de que Santos y Pérez han tenido un gran impacto con sus propuestas. El hecho de que fuera Santos, conocedor y participante del Plan Colombia, con una relación muy cercana con los Estados Unidos, el que lanzara el debate, incrementa su influencia.

El Gobierno propuso legalizar también la dosis mínima de metanfetaminas y éxtasis, lo que ha generado un gran debate. ¿Está Colombia lista para eso?

No se sabe. Ciertamente es un enfoque creativo empezar con medicamentos nuevos y manufacturados. Colombia tiene imaginación y lo demuestran varios frentes de su política. Pero este es un enfoque difícil. La forma como se enmarque y se implemente la política será fundamental. Tenemos que esperar también la reacción de Estados Unidos.

El presidente de Uruguay, José Mujica, retiró su propuesta de legalizar la marihuana porque, dijo, “no es el momento oportuno”. ¿Cuándo estará lista América Latina para dar el paso?

Lo que demuestra la experiencia de Mujica es que las políticas de drogas son muy diferentes en cada país. El presidente uruguayo no preparó el camino para ese cambio importante en política social; su idea de legalizar la marihuana y sacar a los criminales no fue convincente. Por eso es mejor no hablar sobre legalización en general, hay que ser más específico, la educación en este tema es definitiva.

¿Ve una política regional que pueda servir en todas los países?

En términos generales, claro. Debería estar dirigida a amplios sectores de la población para aumentar la seguridad y reducir la violencia, dando alternativas a la gente joven. Sin embargo, cada país tendrá que adaptarse específicamente a su situación, la calidad de sus instituciones y las sensibilidades políticas. Imposible aplicar la misma fórmula en Uruguay, Brasil y Honduras, por ejemplo.

¿Cómo entender que mientras el gobierno de EE.UU. se niega a hablar con la región sobre legalización, en varios estados se aprueben referendos que permiten su uso?

La política sobre drogas es un tema muy polémico, divide mucho en EE.UU. En California, Washington, Colorado y otros estados, por ejemplo, la división está casi en 50/50. Apoyar la legalización es visto en muchos lugares de Estados Unidos como debilidad frente al crimen y los criminales, y los políticos no quieren ser vistos de esa manera, incluso a nivel del presidente. En Estados Unidos, el voto en Colorado y Washington muestra que en la mayoría de lugares a la gente no le gusta la idea de legalizar las drogas. Sólo cuando entienden los efectos negativos de criminalizarlas, porque eso les puede traer problemas a sus hijos, empiezan a reconocer esa alternativa.

¿Cómo es el debate en EE.UU. sobre las drogas?

No hay un diálogo nacional sobre drogas en EE.UU., es un tema muy sensible en demasiados lugares. El cambio surgirá a nivel estatal, como ha pasado con los derechos de los homosexuales.

¿Ha sido efectiva la política prohibicionista en EE.UU.?

Depende de sobre cuál área hablemos y de qué criterios. Es posible argumentar que la prohibición ha sido relativamente exitosa en Estados Unidos, en donde la violencia por drogas es poca, donde el uso de las drogas más peligrosas (cocaína y heroína) parece estar descendiendo y donde nadie pide alguna acción al respecto. Pero los costos han sido extraordinariamente altos en términos económicos —California gasta más en prisiones que en universidades— y en términos de familia —el drama es grande cuando los hijos son detenidos y juzgados por drogas—.

¿Y frente a otros países?

El único caso exitoso en América Latina ha sido Colombia, donde tras la lucha contra las drogas se incrementó la seguridad y descendió la violencia, frente al récord de años anteriores. Esa guerra contra las drogas seguramente ha traído miseria al resto de la región, pues fuera de Colombia la seguridad se ha deteriorado. El poco éxito (Colombia-EE.UU.) flota en medio de un mar de fracaso.

¿Qué alternativas tendría Washington más allá de la guerra contra las drogas?

Hasta ahora pienso que una alternativa podría consistir en eliminar la mayoría de sanciones por el uso y posesión de pequeñas cantidades de droga. Una fuerte reducción, o incluso la eliminación de la mayoría de penas por vender o cultivar marihuana y así reducir gastos en juicios y cárceles. Además de proporcionar mejor educación, así como ampliar los tratamientos para usuarios crónicos de drogas y alcohol.

Por Angélica Lagos Camargo

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