Colombia y México, o el narcotráfico convertido en Gobierno paralelo

El libro "Más que plata o plomo", del colombiano Gustavo Duncan busca responder a la pregunta de cómo llegan unos criminales a gobernar a una parte la sociedad.

EFE
14 de noviembre de 2014 - 09:49 a. m.
Colombia y México, o el narcotráfico convertido en Gobierno paralelo

Colombia y México acogen los mayores carteles del narcotráfico del mundo, que han conseguido en estos países otro hito al evolucionar y convertirse auténticos gobiernos paralelos con numerosas semejanzas, expone un libro presentado este jueves en Bogotá.

"Más que plata o plomo", del colombiano Gustavo Duncan y editado por Debate, busca responder a la pregunta de cómo llegan unos criminales a gobernar a una parte la sociedad, dijo el autor.

"Lo que tienen de parecido México y Colombia y la razón para haberlos tomado juntos es que son países que tienen problemas similares, y es que unas organizaciones que solo debían traficar con drogas terminan gobernando ciertos sectores de la sociedad", apuntó.

Duncan tropezó con el narcotráfico en acción hace diez años, cuando como funcionario visitaba algunos de los municipios colombianos donde los paramilitares ejercían todo su poder con una actitud de ejército profesional que le hizo querer saber más.

Hoy es un especialista en la relación entre el crimen y la construcción de Estado que intercala las palabras México y Colombia para hablar del narcotráfico como poder político.

"El narcotráfico es un negocio de producción de poder. Necesitas producir para poder reducir los riesgos de tu negocio y las dos formas son pagando políticos o teniendo tu ejército privado que ejerza dominación social, que regule, que administre justicia, que aplique impuestos", explicó.

Y esas son situaciones que pueden verse en "regiones periféricas" de ambos países, donde hay "baja acumulación de capital" y, a veces, un olvido del Estado que hace que los criminales ocupen el vacío con una cierta legitimidad de la población.

"Eso no quiere decir que la gente acepte sin ningún tipo de resistencia. No se trata de conquistar los corazones y las mentes sino las tripas y los hígados", aclaró.

Duncan identifica orígenes distintos, pues en México la salida del poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el 2000 tras 70 años en el Gobierno provocó una ruptura que trajo "la irrupción en varias regiones de aparatos armados que se salieron del control de los aparatos políticos y empezaron a asumir el control de la sociedad".

Mientras, en Colombia fue decisiva la presencia de las Farc, destacó el autor, pues con su expansión "los narcotraficantes tienen que armarse muy rápido y ejercer funciones de Estado local porque era la única manera de controlar a la guerrilla y no ser sometidos por ella".

Y a partir de ahí, los dos países llegan como dos afluentes al mismo río e interactúan "porque en algún momento les compran unos las drogas a los otros".

En frente tienen a los gobiernos legítimos, que reaccionan de manera parecida, según Duncan.

"Hay dos tipos de guerra, una es puramente anticriminal y consiste en detener a los delincuentes para que no trafiquen droga, y hay otra guerra, que es la que lleva el Estado mexicano y colombiano, y consiste en reprimir a los delincuentes para que no gobiernen un espacio de la sociedad", sostuvo.

En esta confrontación numerosos políticos fueron seducidos por el dinero de la droga que ofrecieron criminales que trufan el discurso de este experto: Pablo Escobar, Joaquín Guzmán Loera alias "El Chapo Guzmán", Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, Gonzalo Rodríguez Gacha "El Mexicano", Ismael Zambada García "El Mayo"...

"Pero no hay que olvidar que el político profesional es un ente autónomo. Puede que le paguen, pero siempre le alquilan, nunca le compran", advirtió Duncan.

Con el baile de lealtades que deja esta premisa, el autor analiza los últimos acontecimientos en varios países.

Así, asegura que en el México conmocionado por la desaparición y presunto asesinato de 43 normalistas en Iguala, al presidente Enrique Peña Nieto "le ha explotado encima" la guerra al narcotráfico declarada por su antecesor, Felipe Calderón.

"Hay un punto de no control, donde no se ha podido establecer ningún orden", sentencia Duncan.

Y en Colombia, tras la desmovilización de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en 2006, llegan las bandas criminales, conocidas como bacrim, dispuestas a cosechar nuevas alianzas con el poder.

"Los paramilitares se fueron y llegan otros. Seguramente las bacrim negociarán con la Policía y los políticos. Los políticos que sobrevivieron a la parapolítica (escándalo que descubrió nexos entre ambos) sobrevivirán a esas negociaciones", aseguró.
 

Por EFE

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