Entre los muchos problemas que comparten Colombia y Venezuela en su frontera, el contrabando se ha convertido en una preocupación esencial. Las razones no se limitan al tráfico ilegal de numerosos productos, como la gasolina, que agudizan la crisis económica del país vecino, sino también por las bandas organizadas que se han formado para sostener dicho negocio. Un grupo de aparentes contrabandistas atacó a la guardia militar en la frontera en San Antonio del Táchira, lo que produjo el cierre de la zona por 72 horas y la apertura de una investigación en terreno, denominada Operación de Liberación del Pueblo, para dar con los responsables.
Los contrabandistas se proveen de productos básicos que Venezuela importa y que resultan más baratos allí porque son subsidiados por el Gobierno. De modo que al revenderlos en Colombia en ocasiones pueden multiplicar hasta 10 veces su valor original. Trafican papel higiénico, pollos, leche, azúcar, harina y todos aquellos productos básicos de los cuales hay un desabastecimiento de por lo menos dos tercios, de acuerdo con cifras del gobierno venezolano.
El fenómeno es atribuido al férreo control de precios y a una sequía de divisas por la caída de los precios del petróleo, que genera 96% de los dólares de este país altamente dependiente de las importaciones. La principal consecuencia del contrabando es el aumento de la escasez de dichos productos, que a su vez genera acaparamiento y especulación. A ello se suma una inflación que al cierre de 2014 rozó 70% (último dato oficial), pero que según expertos ya habría sobrepasado los tres dígitos. Uno de cada cuatro productos básicos falta o es escaso, de acuerdo a un informe de la AFP de 2014.
Venezuela y Colombia comparten una porosa frontera de 2.219 km donde las autoridades de ambos países denuncian la actividad de grupos guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y contrabandistas de combustible y otros productos fuertemente subsidiados por el gobierno venezolano.
Esto ha agudizado la depreciación del bolívar, sometido a cuatro tipos de cambio; uno de ellos es 110 veces superior al oficial de 6,3 bolívares por dólar. Según la consultora privada Ecoanalítica, los contrabandistas de combustible pueden obtener una ganancia de 3.000% en el combustible que trasiegan desde Venezuela a Colombia.
Estas distorsiones han generado una escasez de billetes de alta denominación en la región limítrofe, donde, de acuerdo con una investigación de Ecoanalítica, los contrabandistas pagan hasta 140 bolívares por un billete de 100, lo que facilita su logística para comprar productos en Venezuela que son revendidos en Colombia.