Criminales de guerra por usar celular en Corea del Norte

El régimen de ese país determinó que quien intente huir a China o use un teléfono celular durante los cien días de luto por la muerte de Kim Jong-il será tratado como un “criminal de guerra”.

Redacción Internacional
26 de enero de 2012 - 07:06 p. m.

Hay reportes dentro de Corea del Norte que señalan que la escasez de comida es tan grande en ese país que se ha incrementado el número de personas que intentan cruzar la frontera a China, reveló el diario británico The Telegraph. Según esos informes, el Partido de los Trabajadores lanzó una advertencia tratando de garantizar la estabilidad del nuevo régimen de Kim Jong-un, el nuevo líder norcoreano tras la muerte de Kim Jong-il, el 17 de diciembre.

Ahora en este país quien sea capturado tratando de escapar de la pobreza y la represión política, al igual de quien sea detenido en China, será acusado de “crímenes de guerra y juzgado como tal”. No solo eso. Quien sea sorprendido usando teléfonos celulares durante los 100 días de luto por la muerte de Kim Jong-il también será enviado a campos de trabajo y tratado como un “criminal de guerra”, es decir, según organizaciones de derechos humanos, podría enfrentar incluso la pena de muerte.

El miedo del régimen a los celulares, explican analistas, es por el papel que estos aparatos tuvieron en las revueltas en el mundo árabe. Gracias a teléfonos y redes sociales el mundo se enteró de las manifestaciones en varios de estos países, que terminaron con la caída de sus dictadores. La dinastía Kim, en el poder hace más de medio siglo, se ha debilitado en los últimos años por el hambre y la pobreza, además por una fuerte crisis económica.

Pero el hermetismo de este régimen es tal que no se sabe a ciencia cierta la situación interna. Comunicados oficiales dicen que todo está bien, pero organismos de inteligencia de otros países señalan que el Gobierno está cada vez más débil. Según reveló en un libro el mayor de la familia, Kim Jong-nam, el primogénito del dictador fallecido y quien fue expulsado del país, hay muchas intrigas y secretos que rodean a esta dinastía. En el libro “Mi padre Kim Jong-il y yo”, escrito por el periodista japonés Yoji Gomi, Jong-nam revela que su hermano menor, Kim Jong-un es sólo “una figura simbólica” controlada por las élites del régimen comunista. Esta publicación, que es un éxito de ventas en Japón, fue escrita luego de tres entrevistas y cerca de 150 correos electrónicos intercambiados entre el periodista y el norcoreano durante siete años de amistad. Según el periodista nipón, Jong-nam es una persona sensata, inteligente y preocupada por el futuro y la precaria situación de los ciudadanos de su país.

Es hijo del matrimonio entre el dictador y su primera concubina, la actriz Song Hye-rim, emigró a China en 1995. Vive entre Pekín y Macao, ciudad famosa por sus casinos. En mayo de 2001, Kim Jong-nam fue arrestado a su llegada al Aeropuerto Internacional de Narita en Tokio. Iba acompañado de dos mujeres y de un niño de cuatro años identificado como su hijo, viajaba con un pasaporte dominicano falso. Según dijo, se encontraba en Japón para visitar Tokyo Disneyland. Su padre no lo quiso volver a ver y luego fue enviado a China, en donde amparado por el Gobierno y ocupado en la inversión de fondos, vive permanentemente rodeado de gente que o bien lo controla o bien vela por su seguridad, una situación que se ha intensificado tras la muerte de su padre y ante los rumores de su posible candidatura al poder, afirmó el periodista.

Kim Jong-nam critica en el libro el sistema de sucesión hereditaria de Corea del Norte y según dice, “ni mi padre estaba de acuerdo. El sistema hereditario no encaja con el socialismo y mi padre estaba en contra de eso también”, señala el texto. Y remata: “Es difícil aceptar la sucesión con una tercera generación si uno tiene sentido común”.

El mayor de los Kim reveló que, “a pesar de que en sus informaciones Pyongyang vende una sociedad devota del comunismo, los jóvenes norcoreanos están más interesados en la moda y la música de la vecina Corea del Sur”. Pese a vivir lejos de Pyongyang, ciudad a la que no regresó ni siquiera por las exequias de su padre, el hijo del dictador mantiene el contacto con el régimen y hablaba con Kim Jong-il en ocasiones por teléfono, aseguró el periodista. Aunque su contacto se deterioró con los años y la distancia, en su infancia había sido muy querido por su padre, hasta el punto que un día éste le llevó a su despacho, le mostró su silla y le dijo: “Es tu asiento”, detalla el libro. Más tarde, cuando Kim Jong-il le envió a Suiza para estudiar, recuerda cómo ambos lloraron al despedirse, aunque su viaje a Europa marcó un punto de inflexión en su relación y desde ese momento nada volvió a ser igual.

“Mientras yo estaba allí nacieron mis otros hermanos de otra madre", entre los que se encontraba Kim Jong-un, “y el amor de mi padre -explica en el libro- se fue hacia a ellos”, mientras su madre, abandonada por el dictador, se marchó a Moscú a ser tratada de depresión en una clínica en la que moriría años más tarde.

Según el libro, en Suiza el joven primogénito creció en la mentalidad capitalista y cuando regresó a su país su padre se mostró preocupado por su actitud. “Seguramente yo no cumplí sus expectativas”, afirma.

Por Redacción Internacional

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