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Cristina niega una crisis inminente

Aunque el gobierno argentino aparenta que el ‘default’ no perjudicará el bolsillo de los ciudadanos, ya se sienten las malas decisiones económicas tomadas por la presidenta.

Alejandra Vanegas / Buenos Aires
06 de agosto de 2014 - 04:20 a. m.
La presidenta argentina, Cristina Fernández, dijo que su país, que entró en cese de pagos selectivo a partir de un litigio con fondos especulativos, es atacado porque es una nación autónoma y  viable.  / EFE
La presidenta argentina, Cristina Fernández, dijo que su país, que entró en cese de pagos selectivo a partir de un litigio con fondos especulativos, es atacado porque es una nación autónoma y viable. / EFE
Foto: EFE - Maximiliano Luna

Lo único que sé es que cada vez que voy al supermercado me doy cuenta de que los precios han subido”, me dice una compañera de la clínica donde trabajo por las tardes para asegurarme unos pesos en el bolsillo cada mes. Otra de ellas, una médica dermatóloga, que no profesa ninguna corriente ideológica, me dice que tener salud es algo imprescindible; sin embargo, cada vez son menos los pacientes que visitan su consultorio.

Aunque el gobierno niegue el default (cese de pagos de la deudas), o diga que es parcial, en realidad no es posible decir que en la calle no se sienten las consecuencias de un problema económico que ha venido gestándose desde hace por lo menos dos años.

Recuerdo que hace dos años, antes de venir a vivir a Buenos Aires, mi pareja, que es argentino, me dijo: “A veces pienso si no es mejor que yo me vaya a Colombia y no tú venirte a este país, que todo el tiempo está al borde del colapso”.

Al principio no le creía, menos cuando llegué, ya que los primeros meses vivía como una turista, con dólares en los bolsillos. Luego, cuando empecé a trabajar y a ganar como cualquier argentino, la perspectiva cambió. Ahí me pude dar cuenta de lo devaluado que estaba el peso austral y la complejidad de la coyuntura económica.

Hasta ahora, yo, como periodista, no he podido conseguir trabajo en ningún medio, no porque no esté capacitada, sino por el contrario, la experiencia me juega en contra. En lo que concierne a medios de comunicación, no hay “laburo”, de hecho, hace unas semanas uno de los diarios más importantes del país, La Nación, despidió a 20 personas. Y asimismo han hecho canales de televisión y agencias de prensa, que por estos días prefieren contratar freelance.

Y aunque todavía no ha salido la gente con la cacerola a protestar, creo que es un evento que está próximo a repetirse pues, como mencioné anteriormente, los precios están cada día más altos y los salarios no suben a la par de la inflación. Por ejemplo, la leche, uno de los productos más baratos por tener grandes márgenes de producción, cuando llegué costaba 9 pesos el litro, hoy oscila entre los $13 y $15. Por otra parte, un kilo de carne común hace dos años costaba $20 y por estos días, medio kilo cuesta $54.

El gobierno, para no hacer cundir el pánico, ha tomado una posición de negación, cada tanto lanza mensajes de que todo está bien y que los verdaderos culpables de esta situación son los fondos buitres, “son los ‘yankees’ que nos quieren doblegar”. Eso profesan las pancartas con las voraces aves pintadas en las que se lee “Fuera yankees”.

De hecho, para Fernández de Kirchner, la suspensión de pagos total todavía se considera un evento remoto y se espera que la salvación sean las negociaciones que puedan alcanzar los privados con los acreedores extranjeros o el gobierno directamente.

Pero aun si no llegaran a un acuerdo, la situación de emergencia económica, como la ocurrida en 2001, no está entre su baraja de posibilidades.

¿Por qué la administración no considera haber caído en un default, es decir, en un cese de pago a los acreedores extranjeros? ¿Por qué no se compara el escenario con el de 2001, cuando renunció el presidente Fernando de la Rúa, tras establecer un límite a la extracción en efectivo del sueldo con el objetivo de bancarizar la economía y mantener recursos dentro del sistema financiero?

La primera razón es porque hoy el Banco Central Argentino dispone de reservas para condonar la deuda, evento que no ocurrió en aquella época, cuando se decía que el capital del banco era de US$37.380 millones; sin embargo, éste no era genuino, sino producto de un préstamo internacional.
El diario Página 12 aseguró que actualmente las reservas del Banco Central aumentaron en US$2.271 millones, alcanzando un stock de US$29.278 millones a finales de junio, nivel que constituye el 43% de la deuda externa del país.

El problema con los fondos buitres es que los estadounidenses, en cabeza del juez Griesa, no aceptan que se pague la deuda en los términos en que Argentina propone, generando así especulación en las acciones del país austral en el mercado internacional.

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La coyuntura que se vive hoy es única en la historia, no había pasado algo igual con otro país. Por esta razón, la situación pone a temblar no solamente a los argentinos, sino también a los países de la región, los cuales sostienen su economía con deudas en el exterior y, en general, este contexto de incertidumbre también se ha convertido en un escarmiento para el mundo.

Además de una lección en lo que a deudas externas se refiere, países como Brasil, Venezuela y Uruguay tendrían que considerar minuciosamente los tratados de intercambio que tienen con la Argentina, ya que los expertos y economistas prevén una recesión que incluye, según describió el diario La Nación, aumento de las presiones inflacionarias, caída de exportaciones e importaciones, exacerbación de la demanda sobre el mercado informal y reducción de la inversión extranjera directa.

Marcos Leonetti, economista y director del portal La Economía Online, afirma que el país que puede sentir el impacto en mayor medida es Brasil, “por el nivel de intercambio comercial entre ambas naciones.

Y, con respecto a los demás, Leonetti asevera que la situación argentina derivará en un trato más riguroso en las relaciones comerciales, pues al gestarse un posible escenario de recesión, el país austral podría dejar de cumplir con los acuerdos pactados con anterioridad.

Colombia, por su parte, sólo debería tomar como una advertencia el contexto vivido hoy por el país austral para sumarla a la lista de eventuales negociaciones con los extranjeros, explicó Leonetti, pues hasta el momento el país cafetero ha venido pagando cumplidamente sus débitos a sus acreedores.

Por ahora lo mejor que le podría ocurrir a Argentina para evitar la suspensión de pagos y las consecuencias económicas nacionales e internacionales que esto implica, es que los bancos, es decir, el sector privado, logre un acuerdo con los holdouts o fondos buitres, evento que se espera se dé en los próximos días, expone Belén Olaiz, economista y coordinadora de desarrollo de producto de la consultora de economía argentina Abceb.

Sin embargo, en lugar de tomar una posición pacífica, el ministro de Economía argentino, Axel Kicillof, representante y comisionado del gobierno argentino ante la corte estadounidense, se ha comportado de forma insumisa y está convirtiendo la negociación con el juez Griesa en un campo de batalla.

Esto denota uno de los últimos comunicados que emitió la Embajada argentina en Estados Unidos, tras una reunión con el magistrado americano. “El juez llamó a una audiencia para no resolver absolutamente nada”, aseveró Kicillof, quien también agregó que el funcionario judicial continúa favoreciendo a los buitres.
Por su parte, el jefe de gabinete, Jorge Capitanich, anunció que “Argentina va a iniciar acciones desde la Comisión Nacional de Valores para que se investiguen maniobras fraudulentas de seguros contra default”.

Este mecanismo se interpondría en los próximos días ante La Haya apelando que “el Estado nacional notificará formalmente su disconformidad con la actuación del mediador Pollack y con su continuidad en el ejercicio de su cargo por manifiesta parcialidad y porque no promueve medidas que coadyuven a un mecanismo de mediación parcial y razonable”, dijo Capitanich.

Mientras se libra esta guerra en Nueva York, la Argentina continúa en vilo y la especulación se convierte en el común denominador. En las páginas de los principales diarios, como Clarín, se registran aumentos en los peajes y en el gasto público, esto es fiel reflejo de que el gobierno continúa realizando maniobras para que no quede al descubierto una historia que está todavía lejana de encontrar un final feliz.

Por Alejandra Vanegas / Buenos Aires

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