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Dalái Lama anunció su retiro

La decisión, que deberá ser ratificada por el Parlamento el próximo lunes, compete sólo al liderazgo político. El abogado Lobsang Sangay se perfila como su sucesor.

Bárbara Urán/Pekín
10 de marzo de 2011 - 11:29 p. m.

El 10 de marzo es una fecha significativa para el Tíbet: es la conmemoración del levantamiento tibetano contra el gobierno chino. Desde hace 52 años, marzo se vuelve un mes de ceremonias y homenajes a los mártires en Dharamsala, India (sede del gobierno tibetano en exilio); y de cierre de fronteras, vigilancia ante posibles protestas y represión en Lhasa, capital de la provincia de Tíbet, China. Esta vez, la fecha pasará a la historia por un evento más: el premio Nobel de Paz, líder político y espiritual de Tíbet, renunció a sus funciones políticas.

En su discurso conmemorativo, el Dalái Lama anunció que entregaría el poder a un líder elegido libremente por el pueblo. “Mi deseo de delegar autoridad no tiene que ver con eludir responsabilidad. Es para beneficiar a largo plazo a los tibetanos”, afirmó.

La decisión se enfoca en otorgarle legitimidad a quienes continúen su labor. El Dalái Lama ha sido una bendición para el gobierno en exilio, por su labor de marketing mundial de la causa tibetana. Su figura pacífica y espiritual ha logrado generar una amplia simpatía en el mundo entero y un fuerte rechazo a China por sus acciones represivas. Sin embargo, su inmensa fuerza e influencia dentro de la comunidad –justificada en el poder que tiene la religión sobre el pueblo tibetano— ha sido también un obstáculo al pluralismo democrático. Su figura ha prolongado el sistema monástico heredado desde antes que Mao Zedong entró a Tíbet.

La vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores de China ya catalogó la decisión como “un truco para engañar a la comunidad internacional”. Pekín, que mira con recelo al líder por separatista y por impulsar ideas democráticas en su territorio, está dispuesta a frenar todas las acciones del Dalái Lama.

Recientemente un funcionario del gobierno chino le prohibió escoger a su sucesor, alegando que debe seguir la tradición histórica y religiosa de la reencarnación. Ya el Dalái Lama había propuesto al Karmapa, líder de la escuela Kagyu, como su sucesor. El linaje no continuará en la escuela Gelug, a la que pertenece el Dalái Lama, precisamente porque China irrumpió la tradición tibetana, al recluir —desde 1995— en custodia protectora a Gedhun Choekyi Nyima, designado como el undécimo Panchen Lama, segunda autoridad religiosa. Éste, se supone, debería ser  el responsable de encontrar y educar a su próxima reencarnación.

Pekín nombró a Gyaincain Norbu como real Panchen Lama. Éste vive en China, tiene una silla en la Conferencia Consultiva Política (CCPC) y recientemente  declaró que el pueblo tibetano es más libre que nunca: “Pueden escoger entre ser empresarios, estudiar o ser monjes. Son libres de hacer lo que quieran, algo imposible en el viejo Tíbet”.

Las propuestas del Dalái Lama ya han sido fuertemente cuestionadas. La designación de Karmapa como sucesor espiritual fue frenada por los servicios de seguridad del gobierno Indio, quienes lo tildan de espía chino.

Su decisión política de bajar del poder debe ser ratificada por el parlamento tibetano, próximo a reunirse el 14 de marzo. Aunque el primer ministro del gobierno en exilio, Samdhong Rinpoche, afirmó que su pueblo “aún no se encuentra preparado para liderarse por sí solo”, Lobsang Sangay, profesor de leyes en Harvard y experto en derechos humanos, ya se perfila como el sucesor y cuenta con un apoyo amplio en la comunidad.

Pese a sus decisiones, el Dalái Lama sigue contando con la confianza de su pueblo, la compasión de la comunidad internacional y su liderazgo espiritual que lo forzarán a seguir siendo el  líder tibetano.

Por Bárbara Urán/Pekín

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