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La desconsolada Corea del Norte

A las puertas del Palacio Kumsusan de Pyongyang yace el cuerpo de Kim Jong-il, reposando con una tranquilidad envidiable, rodeado de todos los honores del caso.

Redacción Internacional
21 de diciembre de 2011 - 10:00 p. m.

Allí permanecerá hasta su sepelio, que tendrá lugar entre los días 28 y 29 próximos, cuando ya nadie podrá verlo más. Pero el pueblo no respira tranquilo; apenas respira tras la muerte de su líder.

Kim Jong-il murió el sábado por un infarto y el lunes el Gobierno se encargó de difundir la noticia. Desde entonces Pyongyang es algo así como la capital mundial del llanto, o al menos esa parece ser la realidad que reportan las agencias estatales de noticias. En frente de cada retrato, de cada estatua de quien era apodado el “Querido Líder”, hay una multitud que gime desesperadamente o se tira de rodillas llorando o golpea el concreto para reclamarle a la vida por ser tan injusta.

Quienes recuerdan la muerte del padre, fundador de la nación, Kim-il Sung, aseguran que lo que ocurre ahora con Kim Jong-il es un asunto menor comparado con el luto nacional de 1993, el año en que ascendió al poder.

El diario The New York Times consultó con un experto acerca de la tradición de estos duelos masivos, a los que la prensa describe como “histeria colectiva” y que otros juzgan como actuaciones.

Park Jong-chul, analista surcoreano del Instituto Coreano para la Unificación Nacional en Seúl, afirmó que los sentimientos de las personas son auténticos en su mayoría —otros sólo se dejan llevar por lo políticamente correcto—, a pesar de que la exhibición —que es responsabilidad de las cadenas oficialistas— pueda dar a pensar que todo es una exhibición o un show de actores.

Park dice que además de la tristeza que les produce la muerte de a quien muchos consideran un padre, existe la preocupación de lo que pueda pasar con la nación en el futuro. Todo es incertidumbre. “La gente siente como si a su país le cortaran la cabeza”, declaró este experto en ideología norcoreana, vinculado a la Universidad de Dongseo (Corea del Sur).

Ahora corresponde al heredero, Kim Jong-un, aplacar los ánimos de su pueblo, con la ventaja de que físicamente se parece mucho a su abuelo, el más venerado, el líder del país en los años en que la escasez de alimentos no era tan usual como ahora. Él deberá ser el nuevo padre y llamar a la calma, mientras la gente pide el regreso del suyo.

Por Redacción Internacional

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