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¿Qué diablos les pasa a los escoceses?

Les tengo un mensaje a los escoceses: tengan miedo, y mucho.

Paul Krugman, NY Times
17 de septiembre de 2014 - 08:47 p. m.
¿Qué diablos les pasa a los escoceses?

Escocia realiza un referendo sobre si abandona al Reino Unido. Y las encuestas de opinión indican que el apoyo a la independencia aumentó en los últimos meses, en gran medida, debido a quienes han hecho campaña en pro de ella para reducir el “factor miedo”, es decir, la inquietud sobre los riesgos económicos de seguir solos. En este momento, el resultado parece de cincuenta-cincuenta.

Bueno, les tengo un mensaje a los escoceses: tengan miedo, y mucho. Los riesgos de seguir solos son enormes. Podrían pensar que Escocia se puede convertir en otro Canadá, pero es demasiado probable que terminara convirtiéndose en una España sin sol.

Comparar a Escocia con Canadá parece, al principio, bastante razonable. Después de todo, Canadá, como Escocia, es una economía relativamente reducida, que tiene la mayor parte de su comercio con un vecino mucho más grande. Y lo que muestra el ejemplo canadiense es que puede funcionar. Canadá es próspero, estable económicamente (aunque me preocupa la elevada deuda doméstica y lo que parece ser una enorme burbuja inmobiliaria) y ha aplicado exitosamente políticas muy a la izquierda de las que hay al sur de su frontera: seguro médico de pagador único, ayuda más generosa a los pobres, contribuciones, en general, más altas.

¿Acaso Canadá paga algún precio por su independencia? Es probable. La productividad de la fuerza de trabajo es de solo cerca de tres cuartas partes tan alta como la que hay en Estados Unidos, y parte de la brecha podría reflejar el tamaño reducido del mercado canadiense (sí, tenemos un tratado de libre comercio, pero mucha evidencia muestra que, de cualquier forma, las fronteras desalientan el comercio). No obstante, se puede argumentar que a Canadá le va bien.

Sin embargo, Canadá tiene su propia moneda, lo que significa que su gobierno no se puede quedar sin dinero, que, de ser necesario, puede rescatar a sus propios bancos, y más. Una Escocia independiente no podría hacerlo. Y eso marca una diferencia enorme.

¿Podría Escocia tener su propia moneda? Quizá, aunque la economía de Escocia está todavía más estrechamente integrada a la del resto de Gran Bretaña de lo que la de Canadá está con la de Estados Unidos, así es que resultaría difícil tratar de mantener una moneda distinta. Es un punto discutible, no obstante: el movimiento escocés por la independencia ha sido muy claro en cuanto a que pretende conservar la libra como la moneda nacional. Y la combinación de independencia política con una moneda que se comparte es una receta para el desastre. Que es donde entra la moraleja en la historia de España.

Si España y otros países que abandonaron sus propias monedas para adoptar el euro fueran parte de un verdadero sistema federal, que compartieran instituciones de gobierno, la reciente historia económica española se habría parecido mucho a la de Florida. Ambas economías experimentaron un enorme auge inmobiliario entre el 2000 y el 2007. Ambas vieron que el auge se convirtió en un colapso espectacular. Ambas sufrieron una desaceleración económica como resultado de ese colapso. En ambos lugares la crisis significó una caída en las facturas y un aumento en el gasto por prestaciones por desempleo y otras formas de ayuda.

No obstante, los caminos divergen luego. En el caso de Florida, la mayor parte de la carga fiscal de la crisis recayó no en el gobierno local, sino en Washington, que siguió pagando la Seguridad Social y los beneficios de Medicare en el estado, así como gran parte de la ayuda incrementada a los desempleados. Hubo grandes pérdidas por los créditos inmobiliarios y quebraron muchos bancos de Florida, pero muchas de las pérdidas recayeron en los organismos crediticios federales, mientras que los seguros federales protegieron a los depositantes bancarios. Se entiende la idea. En efecto, Florida recibió ayuda a gran escala en sus momentos difíciles.

En comparación, España cargó sola con todos los costos del colapso inmobiliario. El resultado fue una crisis fiscal, a la que empeoraron los temores de una crisis bancaria que el gobierno español no podría manejar porque, literalmente, podría quedarse sin dinero. Aumentaron los costos de los préstamos para España y el gobierno se vio obligado a tomar brutales medidas de austeridad. El resultado fue una depresión espantosa – incluido el desempleo entre la juventud por arriba de 50 por ciento _, de la cual el país apenas si está empezando a recuperarse.

Y no solo fue país, fue todo el sur de Europa y más. Hasta los países de la eurozona con finanzas sólidas, como Finlandia y los Países Bajos, han sufrido crisis profundas y prolongadas.

En resumen, todo lo que ha pasado en Europa desde 2009, más o menos, ha demostrado que compartir una moneda sin compartir un gobierno es algo muy peligroso. En la jerga económica, las integraciones fiscal y bancaria son elementos esenciales en una zona monetaria óptima. Y una Escocia independiente que utilice la libra de Gran Bretaña estaría en peor situación que los países del euro, que, por lo menos, pueden opinar en cuanto a cómo se administra el Banco Central Europeo.

Me parece alucinante que Escocia considere seguir este camino después de todo lo que ha pasado en los últimos años. Si el electorado escocés realmente cree que es seguro convertirse en un país sin una moneda, lo han informado muy mal. 

Por Paul Krugman, NY Times

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