Donald Trump, los manifestantes y los periodistas: una mezcla explosiva

La cólera contra los manifestantes que tratan de perturbar los actos del precandidato republicano pero también hacia la prensa que los cubre, es cada vez más palpable.

AFP
21 de marzo de 2016 - 04:44 p. m.
Donald Trump, los manifestantes y los periodistas: una mezcla explosiva

La Agence France-Presse difunde cada semana un blog multimedia dedicado a las noticias y los sucesos entre bastidores de la elección presidencial estadounidense.

Esta es la sexta entrega, realizada desde Ohio, un estado clave en la carrera por la Casa Blanca, donde Michael Mathes, del equipo de corresponsales políticos en Estados Unidos, ha cubierto varias manifestaciones políticas de Donald Trump. La cólera contra los manifestantes que tratan de perturbar estos actos pero también hacia la prensa que los cubre, es cada vez más palpable.

¡Abajo los periodistas!

Pocos segundos después de empezar su discurso en Cleveland, la antigua capital industrial de Ohio, Donald Trump ya había logrado que una buena parte de sus seguidores silbaran y abuchearan al unísono. Pero la diana de los enardecidos insultos no era ni Hillary Clinton, la favorita demócrata, ni sus rivales en la carrera por la nominación republicana. No.

El objeto de su desprecio era la prensa estadounidense.

"Es gente muy deshonesta, debo confesarles", dijo a sus seguidores.

Tres días más tarde, esta vez en Miami, Trump se lanzó de nuevo contra los "repugnantes periodistas" que cubren su campaña, que son además numerosos.

Desde que irrumpió hace unos meses en la disputa de la candidatura republicana -pero particularmente desde que comenzó a sumar victorias en las primarias- cubrir las manifestaciones de Trump se ha convertido en una de las misiones más interesantes que un editor pueda asignar a un periodista en Estados Unidos.

El multimillonario sabe como nadie moverse en el terreno mediático, ya sea con una declaración altisonante, un ataque contra sus oponentes o directamente con insultos. Sus partidarios también parecen dejar sus inhibiciones en la puerta de los recintos donde Trump convoca mitines que atraen a miles de personas.

Asistir como periodista a una manifestación del multimillonario candidato también tiene algo de incierto. Trump no duda en decir en voz alta todo lo malo que pueda pensar de un reportero, incluso si está en el recinto, y anima a sus empleados y a sus seguidores a hacer lo mismo.

La ira, la violencia de los insultos y de los gestos ha alcanzado niveles alarmantes.

El sábado 12 de marzo estaba en Youngstown, Ohio, cuando Trump volvió a arremeter contra los periodistas calificándonos como las "personas más deshonestas en la tierra". Señalando hacia la tribuna de prensa donde se concentran las cámaras, Trump recalcó: "Los peores. Cierto, cierto, muy cierto".

Es como una señal para el público, en su mayoría hombres blancos, que entonces se volvieron hacia el lugar donde estaba con el resto de mis colegas (un espacio rodeado por barreras de seguridad) y comenzaron, para burlarse de nosotros, a mostrarnos sus puños y los más enfurecidos, a blandir ante las cámaras pancartas con insultos contra Hillary Clinton, algunos abiertamente sexistas.

Miré a los colegas a mi alrededor. Algunos movían su cabeza para expresar desaprobación, otros murmuraban lo que pensaban, pero la mayoría continuó su trabajo, estoicos, al menos en apariencia, frente a la multitud. Son los mismos que hacen que su campaña haya tenido una cobertura permanente.

El multimillonario, cuya candidatura fue tomada como una broma en junio de 2015 cuando anunció que buscaría la nominación del Partido Republicano a la Casa Blanca, se ha convertido en el hombre a derrotar para sus rivales.

Ahora aventaja con holgura en las primarias y encabeza las encuestas. Además, se ha convertido en una figura omnipresente en los canales de televisión cuya audiencia hace subir automáticamente.

Además de tener un imperio en bienes raíces, Trump conoce de televisión, cuyos códigos maneja especialemente gracias a su aparición en "The Apprentice" (El Aprendiz), un reality show en el que por más de una década ha sometido a pruebas a un grupo de ejecutivos, para encontrar a uno digno de trabajar en su emporio.

Su táctica se ha mostrado eficaz. Un ejército de periodistas le sigue a todas partes y cubre constantemente su campaña minuto a minuto.

Pero en las últimas semanas, el ambiente se ha complicado, sobre todo después de los enfrentamientos entre sus partidarios y detractores que lo llevaron a suspender un evento en Chicago.

Los agravios no son nuevos. "¡Ustedes son unas putas!" gritó un hombre a periodistas durante un evento de campaña en febrero, recordó Katy Tur, periodista de la cadena de televisión NBC.

Directamente no he sido blanco de insultos de la gente, pero he sido testigo cómo desde las multitudes que acuden a los mitines del aspirante republicano, se lanzan groseras palabras contra reporteros que sólo cumplen con su trabajo.

Los partidarios de Trump acusan a la prensa de no tratarlo de manera justa, o de informar sobre los planes del "establishment" -término cargado de desprecio- republicano para detener su ascenso.

Pese a ello, la mayoría de personas a las que me acerqué durante los actos políticos de Trump se mostró dispuesta a responder a mis preguntas, aun dejando sentir su inconformidad con los medios.

"Los pone un poco nerviosos"

"Bueno, él los pone un poco nerviosos", admite Royce Audia, una mujer de 70 años mientras espera el inicio de un mitín en Youngstown, al referirse al efecto de la retórica del multimillonario de 69 años sobre sus seguidores.

Mucha gente parece estar feliz de poder mostrar ante cámaras y periodistas sus camisetas con juegos de palabras, algunos más o menos ingeniosos, algunos groseros o directamente insultantes contra Hillary Clinton o Barack Obama. Uno de ellos puso ante mis ojos uno que decía: "Barack Obama 100% estúpido".

En otro mitín, esta vez en Cleveland, los periodistas fueron cuestionados por seguidores de Trump mientras grababan y fotografiaban a un grupo de manifestantes que intentaba interrumpir el evento.

La tensión había subido en el recinto cuando los fotógrafos tomaban imágenes de la confrontación. Los seguidores de Trump los silbaron agresivamente. Pero no siempre son personajes anónimos que se esconden en las multitudes quienes atacan a los periodistas.

Michelle Campos, una periodista de Breitbart, un sitio web de noticias cercano a los republicanos, asegura que el director de la campaña de Trump, Corey Lewandowski, la agarró por el brazo de forma tan violenta que le provocó hematomas. La periodista publicó la foto en Twitter para responder los desmentidos de Lewandowski, quien afirma que nunca la agredió.

Muy seguro de sí mismo, Donald Trump adopta un tono virulento e incluso violento cuando alguien le desagrada.

Desde hace meses ataca a la periodista de Fox News, Megyn Kelly, cuestionando sus cualidades periodísticas, haciendo alusiones veladas a sus perídos, o directamente afirmando en reiterados tuits que es una "loca". Los insultos se han vuelto tan pesados que Fox News - donde Trump tiene virtualmente la puerta abierta - ha hecho una declaración mordaz, reprochando al multimillonario "su obsesión poco saludable" con esa periodista.

Pese a estos riesgos, a los insultos y la hostilidad, los periodistas deben seguir cubriendo e incluso tratando de comprender y explicar el éxito de una campaña que se ha convertido en el fenómeno político más interesante de la justa electoral de 2016. 

Por AFP

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