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Egipto: los militares amordazan a la oposición

Catorce mujeres fueron condenadas a 11 años de prisión por protestar a favor del derrocado presidente Mohammed Morsi.

Rosanna West
29 de noviembre de 2013 - 06:31 p. m.
Egipto: los militares amordazan a la oposición
Foto: EFE - MAHMOUD TAHA/ALMASRY ALYOUM

Este miércoles, las autoridades egipcias que derrocaron a Mohammed Morsi el pasado 3 de julio, impusieron uno de los castigos más severos contra los partidarios del presidente depuesto: un tribunal condenó a 11 años de cárcel a un grupo de catorce mujeres, por realizar una manifestación el pasado 31 de octubre en Alejandría. Otras siete menores de edad serán juzgadas por un tribunal para menores. La protesta consistió en cortar el tráfico y soltar globos para pedir el regreso de Morsi, el primer presidente elegido democráticamente en la milenaria historia del país. Las manifestantes fueron acusadas de pertenecer a una organización terrorista.

La sentencia se produce tres días después de que Adly Mansour, presidente interino de Egipto, firmó una nueva ley draconiana de protesta que restringirá severamente la libertad de reunión. La nueva ley establece que quienes planean hacer manifestaciones deben solicitar siete permisos independientes. Además, prohíbe los plantones por la noche, como los de la Plaza Tahrir que se llevaron a cabo al principio de 2011. También obliga a los activistas a ir al tribunal para apelar contra las solicitudes que sean rechazadas - una restricción que, argumentan algunos abogados, hará la manifestación legal casi imposible.

La ley prohíbe esencialmente los tipos de manifestaciones masivas que tumbaron a los presidentes Hosni Mubarak y Mohamed Morsi del poder. Eso significa un retorno a los niveles de represión que fueron experimentados durante el régimen de Mubarak. De hecho, Gamal Eid, director de la Red Árabe por la Información de Derechos Humanos y uno de los principales abogados de derechos humanos de Egipto, llegó a decir que "esta ley trae de vuelta la época de Mubarak".

En los días desde su introducción, el gobierno de Egipto -apoyado por los militares- ya ha utilizado la ley para silenciar algunas protestas. El martes, 79 activistas seculares fueron detenidos en El Cairo, en la mayor represión de la disidencia no islamista desde la expulsión de Mohamed Morsi, quien forma parte de los Hermanos Musulmanes. Los manifestantes se habían reunido -sin el permiso requerido- fuera del parlamento egipcio a impugnar la forma en que la nueva Constitución permite al ejército juzgar a civiles en tribunales militares. Fueron detenidos en cuestión de minutos. Un activista que había tratado conseguir el permiso para organizar una manifestación, dijo que fue obligado a esperar durante cuatro horas en una comisaría de policía, antes de que su solicitud fuera rechazada sobre la base de que había cometido un error en el formulario.

Además, el miércoles, dos órdenes de captura fueron emitidas contra los activistas seculares de más alto perfil de Egipto: Ahmed Maher, el líder de un movimiento de jóvenes que ayudó a encabezar la revolución de Egipto en 2011, y Alaa Abd El Fattah, un activista buscado por todas las administraciones desde la de Hosni Mubarak. Ambos fueron acusados de planear la protesta en frente del parlamento egipcio.

Estas detenciones vienen después de una semana en la que los activistas no islamistas volvieron a surgir en un número significativo, por primera vez desde el derrocamiento de Morsi por el nuevo gobierno militar. En general, los no islamistas han estado más callados desde este evento porque están en una situación complicada: son críticos de la brutalidad del régimen actual, pero al mismo tiempo están incómodos de manifestar al lado de los partidarios de Morsi, cuyo gobierno fue similarmente autocrático. Ahora, algunos de ellos están en la calle una vez más ya que la semana pasada fue el segundo aniversario de una serie de protestas en 2011 que mataron más de 40 personas.

No obstante, este resurgimiento de la protesta no islamista no ha pasado desapercibido por el régimen de Mansour. El martes en la noche 22 mujeres manifestantes -muchas de ellas bien conocidas por su activismo durante y después de la revolución de 2011- fueron detenidas durante una protesta, y dijeron que fueron golpeadas y hostigadas por la policía, antes de ser abandonadas en el desierto algunos kilómetros al sur de El Cairo. Al menos 24 de sus compañeros permanecen detenidos.
Por otra parte, simpatizantes islamistas del expresidente han seguido protestando en todo el país casi a diario desde julio, pidiendo el regreso de Morsi y condenando el asesinato de cerca de 1.000 de sus partidarios. Catorce mujeres partidarias de Morsi recibieron penas de cárcel de 11 años este miércoles por llevar globos pro-Morsi y formar una cadena humana durante una protesta en Alejandría. La dureza de las penas es otra señal de que el gobierno egipcio es cada vez más extremo en su intento de silenciar a la disidencia, otra vez volviendo a abusos utilizados durante el régimen de Mubarak.

A pesar de que Morsi decidió no implementar una ley de protesta similar a la que fue aprobada el domingo, su administración tomó medidas enérgicas contra muchos de los mismos activistas seculares arrestados esta semana. Ellos están enojados porque el expresidente fomentó la brutalidad policial durante su año en el cargo, y consideran que los Hermanos Musulmanes tienen dos caras: con Morsi en el poder intentaron acercarse a los militares, ahora los denuncian.

Hace seis meses, los manifestantes seculares también estaban luchando contra la Hermandad. Actualmente, es una lucha entre el pueblo y el gobierno. Sin embargo, no es claro si los revolucionarios seculares son apoyados por el pueblo. El general Abdel Fatah al-Sisi (el jefe del ejército que derribó Morsi) es muy popular y hay carteles con su cara en la mayoría de las calles en El Cairo. Muchos activistas están de acuerdo que él ganaría una elección presidencial por un triunfo aplastante.

Por Rosanna West

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