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El 11-S desde una pantalla

Filmes como "Sin City" y "Batman: el caballero de la noche" y series como "Homeland" y "House of Cards" son herederas del escepticismo que siguió a la guerra contra el terror tras los atentados contra las Torres Gemelas. Los héroes y los villanos resultan poco complacientes.

Mery Castillo C.*
12 de septiembre de 2016 - 07:24 p. m.
Mandy Patinkin, Clare Danes y Rupert Friend son los protagonistas de Homeland. / Showtime
Mandy Patinkin, Clare Danes y Rupert Friend son los protagonistas de Homeland. / Showtime

Se ha convertido en lugar común decir que los eventos de septiembre de 2001 cambiaron nuestra manera de ubicarnos en el mundo, al menos para quienes, herederos de las promesas incumplidas de siglo XX, arribamos al nuevo siglo como sobrevivientes desengañados y escépticos, en el que la caída del muro de Berlín y sus consecuencias representan un punto de inflexión en esa larga lista de decepciones. Y sí, por deformación profesional, analizamos lo ocurrido hace quince años desde los nuevos retos y dilemas a los que nos enfrentamos, la geopolítica, la economía, la seguridad, los derechos humanos y un largo etcétera.

Pero algo diferente produjo el 2001. Nos puso nuevamente frente a las pantallas. Las del cine, las de la televisión, las de los computadores y recientemente las nuevas plataformas digitales. Y allí seguimos. Las imágenes se suceden permanentemente, desestructuradas, desarticuladas la mayor parte del tiempo, sin aparente lógica ni racionalidad.

A lo largo de estos años hemos sido lánguidos espectadores de declaraciones de guerra (George Bush, 2003), de la construcción en el 2002 del muro en Gaza (como para que no olviden los nostálgicos que en este siglo los muros seguirán siendo funcionales), de masacres en escuelas, del agravamiento de crisis humanitarias, de atentados suicidas, de éxodos masivos. Ya lo decía en 1988 Brian Yenkins, director del Programa de Seguridad y Conflicto de la Fundación RAND: los terroristas prefieren mucha gente observando atentamente a gente muerta. Y en estos años hemos cumplido a cabalidad esa regla.

Pero como la realidad nunca es suficiente, el cine y la televisión acuden a salvarnos. Especialmente esta última que de haber sido considerada por muchos el escalón más bajo de la cultura ha conseguido sacarnos de nuestra postración. Claro, no toda, no siempre, no en todas partes. En buena medida la caja (y su posmoderna pantalla) sigue siendo boba. La diferencia es que en los últimos años podemos decir que tenemos de dónde elegir, podemos discriminar y ser selectivos. La tecnología dispuesta a satisfacernos.

Y la ficción televisiva, si es arriesgada, sutil, dramática, divertida y sobre todo inteligente, no solo satisface, también nos involucra, nos hace pensar más allá de la aparente simpleza de acontecimientos y situaciones. En ese sentido el 11-S, ya sea como objeto, ya sea como pretexto o justificación, proporcionan una gama de temáticas, de personajes, de hechos, que, por un lado, permiten tomar distancia de las consecuencias devastadoras de ese momento, pero también la posibilidad de comprenderlas, de analizarlas con otra mirada, de que asome la sonrisa al interior de la tragedia; en definitiva, de no asumir totalmente el blanco y negro que se nos presenta desde la teoría o la gravedad de lo político.

Sobre héroes y mujeres

Los aportes de las propuestas varían en estilo, narraciones y personajes. Las creaciones son desiguales, no siempre mantienen la excelencia, tanto en las secuelas como en las distintas temporadas, pero siempre es posible encontrar momentos, situaciones, personajes, que se acercan a la brillantez. La arquitectura de la construcción de personajes y arquetipos se mantiene, pero hay arriesgadas propuestas que logran poner en cuestión ciertas ordenaciones.

La figura del héroe especialmente en el cine ha logrado subvertir el canon. Camino a la perdición (2002), que le debe su existencia al manga; Sin City (2005), El caballero oscuro (2007), Los vengadores (20012), para solo mencionar algunas nos presentan héroes poco complacientes, atormentados en algunos casos, oscuros, enfrentándose a dilemas que no solo los humanizan, sino que les otorga un aceptable nivel de profundidad.

Las series televisivas presentan en su mayoría una excelente factura; la calidad de las producciones, la construcción de personajes, las temáticas, van de lo cotidiano, al mundo de la empresa, la familia, el sexo, la política. Especial atención en este ámbito merecen la representación de personajes femeninos. Las caracterizaciones en programas como The Good Wife (2009), Homeland (2011), Veep (2012), House of Cards (20013), The Fall (2013), Orange is the new black (2013), para mencionar solo algunos, han dinamizado la pantalla. Es posible cuestionar a veces los límites que bordean estas representaciones, el estereotipo, la disfuncionalidad; pero es de resaltar lo poco convencional de estas construcciones, los retos y los desafíos de lo que significa ser mujer en este nuevo siglo.

Si el 11-S cambió nuestra manera de ubicarnos en el mundo, la pantalla nos permite de vez en cuando acercarnos a ese nuevo mundo y tratar de entenderlo.

* Filósofa. Analista social. Universidad del Rosario.
 

Por Mery Castillo C.*

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