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El abismo de la negociación entre Israel y Hamás

Sólo se puede esperar una frágil tregua, no un pacto permanente que garantice que episodios mortíferos como el que vive Gaza se vuelvan a repetir.

Daniel Salgar Antolínez
22 de julio de 2014 - 12:54 p. m.
Soldados del ejército de Israel disparan artillería contra la Franja de Gaza.  / AFP
Soldados del ejército de Israel disparan artillería contra la Franja de Gaza. / AFP
Foto: AFP - MENAHEM KAHANA

La actual operación israelí en la Franja de Gaza empezó el 8 de julio, tres meses después de que se diera por muerto el proceso de paz que EE.UU. intentó impulsar entre Israel y Palestina. Las razones del fracaso fueron, primera, que Israel se negó a liberar una tanda de presos palestinos, a los que se había comprometido a liberar. Segunda: los palestinos se negaron a reconocer a Israel como Estado judío, una exigencia que de repente se convirtió en uno de los principales argumentos de Israel para no seguir las negociaciones.

Tercera, las dos principales fuerzas políticas de Palestina (Fatah y Hamás) lograron un acuerdo de reconciliación. El rechazo de Israel a ese pacto fue inmediato. Para Israel, Hamás es un grupo terrorista: “Fatah puede negociar con Hamás o con Israel, pero no con los dos”, fue la posición del primer ministro, Benjamín Netanyahu.

Luego del estancamiento de las conversaciones vino el secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes, por lo cual Netanyahu culpó a Hamás y se detonaron los actuales enfrentamientos. Así quedó en el olvido la iniciativa por alcanzar una paz duradera. Este fue un fracaso más entre al menos 10 intentos de negociación.

Después de tantas frustraciones, sólo se pueden esperar pequeñas treguas que eviten en el corto plazo una mortandad masiva, pero no pactos que garanticen que escenas como las que se ven en Gaza estos días no se repitan. EEUU. y otros Estados urgen para que se aplique esta vez el mismo alto al fuego declarado para poner fin a la operación ‘Pilar Defensivo’, que realizó Israel en Gaza en 2012. Una tregua muy frágil que duró dos años.

Hamás esta vez tiene demandas mayores para alcanzar un pacto. Para entenderlas hay que mirar los orígenes de esta organización islámica, que nació en 1987 como un movimiento político que luego tendría un brazo de resistencia armada en contra de la ocupación israelí. Su reclamo es recuperar todo el territorio que fue entregado a Israel para que creara su Estado en 1948, y establecer allí un Estado islámico con Jerusalén como capital.

Hamás nació mientras Gaza estuvo ocupada por Israel. Desde la Guerra de los Seis Días de 1967 Israel impuso una administración militar en el territorio hasta 2005, cuando retiró los asentamientos, las bases militares y los 9.000 colonos que estaban en la Franja. Desde entonces se supone que no hay presencia civil o militar permanente de Israel adentro de Gaza.

Pero la retirada no solucionó el problema. En 2006 Hamás ganó las elecciones en Gaza y en 2007 se tomó el poder allí. En estos años ocurrieron hechos violentos, como el lanzamiento de cohetes contra Israel y el secuestro por parte de Hamás del soldado israelí Gilad Schalit, ante los cuales Israel respondió imponiendo un bloqueo terrestre, aéreo y marítimo sobre Gaza. Ese bloqueo se mantiene y es una causa de la violencia, el empobrecimiento y el deterioro en las condiciones de vida en la zona. También es visto como un castigo colectivo contra la población gazatí.

A pesar de la retirada israelí en 2005, la ONU sigue considerando Gaza un territorio ocupado, así como Cisjordania y Jerusalén Este. Para los palestinos y muchos expertos independientes, el bloqueo sigue siendo ocupación. Argumentan que, a pesar de la retirada, Israel mantuvo un “control efectivo” sobre Gaza, sobre su espacio aéreo, sus aguas territoriales, la mayoría de sus pasos fronterizos, sobre el suministro de varios productos y servicios básicos y el movimiento de la población.
Hay quienes opinan lo contrario. Un artículo de Elizabeth Samson (“Is Gaza Occupied?: Redefining the Status of Gaza Under International Law”) dice que “tener influencia, responsabilidad, restricciones o dirigir ciertas actividades o recursos no es una indicación automática del nivel de “control efectivo” necesario para invocar las leyes de ocupación”.

El debate es largo y complejo. Lo importante, según Nicolás Carrillo Santarelli, experto en derecho internacional de la Universidad Autónoma de Madrid, es que “con independencia de si hay ocupación o no, Israel tiene deberes impuestos por el derecho internacional humanitario, los DD.HH. y la regulación del uso de la fuerza, encontrándose en estos ámbitos algunas normas imperativas, que no pueden ser derogadas o inaplicadas y que obligan con independencia del consentimiento o voluntad de un Estado”. La muerte de más de 500 palestinos, la mayoría civiles, sugiere que las fuerzas israelíes se han excedido en su intento de destruir la infraestructura terrorista de Hamás.

Para un cese al fuego Hamás pide el fin del bloqueo en Gaza. Lo dijo Ismail Haniye, el líder de la organización allí: “Esta agresión tiene que acabar de una vez y nunca más repetirse. Queremos que el bloqueo de ocho años acabe completamente. Hay casas que no tienen agua potable, los cruces están cerrados, no tenemos electricidad o sólo tenemos unas pocas horas al día, los índices de pobreza y el desempleo son los más elevados, los graduados en universidades no tienen trabajo, no hay salarios”.
La principal exigencia israelí es garantizar la seguridad para su pueblo, asegurarse de que los ciudadanos israelíes no serán atacados por Hamás u otras organizaciones islamistas. Los argumentos de uno y otro se convierten en una espiral: Hamás dice que el bloqueo es la causa de los ataques a Israel; Israel dice que bloquear Gaza es necesario para defenderse de los ataques.

Hallar una solución es cada vez más difícil. Barah Mikail, investigador de Oriente Medio de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior, dice que “Israel está lejos de estar dispuesto a poner fin al bloqueo, sobre todo porque esto significaría reconocer la soberanía de Gaza, así como la legitimidad de Hamás —todo lo que Israel no quiere que suceda—. Así que cualquier proposición formulada por Hamás, Israel la rechazará automáticamente. Israel trata de ganar tiempo al rechazar cualquier posibilidad de participar en conversaciones de paz con los palestinos en general”.

Algo paradójico, según Mikail, es que la postura de Israel en la Franja de Gaza podría fortalecer considerablemente a Hamás, mientras que debilitaría a Fatah. Si las elecciones fueran organizadas hoy, Hamás llegaría en muy buen momento”.

Por Daniel Salgar Antolínez

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