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Hacia las 9:00 a.m. del viernes abrió fuego contra quien hasta hace un tiempo fuera su jefe, y el intercambio de disparos con la autoridad dejó al final de la jornada dos muertos (Johnson y su exjefe) y nueve personas heridas.
Jeffrey Johnson realizó el ataque a la entrada de su antigua empresa, una importadora de bolsos de la que había sido despedido hace cerca de un año, y su crimen es un caso más de disparos indiscriminados en espacios comunes, una práctica que estuvo en el centro de la prensa internacional el pasado 20 de julio, cuando el joven James Holmes entró a una sala de cine en Denver, asesinó a 12 personas e hirió a 58.
Miguel Mendoza, autor del libro Asesinos en serie. Perfiles de una mente criminal, explicó a El Espectador que en este tipo de actos puede haber un efecto de imitación que puede derivar en un síndrome violento: “Estos son actos sociopáticos con los que personas frustradas responsabilizan a los demás de sus fracasos y deciden vengarse de quienes creen que son los culpables de su desgracia, asumiendo que eso le dará un nuevo sentido a su vida miserable”.
El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, lamentó la “tragedia” y se refirió al “horrible número de armas” que están en poder de los ciudadanos de Estados Unidos. No obstante, no existe una relación clara entre las armas de fuego y los homicidios. Mientras una parte en el debate cree que más control puede prevenir la violencia, una encuesta de Gallup hecha en 2011 indica que casi el 70% de las personas se opone a cualquier prohibición del porte de armas..