Publicidad

El Califato islámico

Osama bin Laden está muerto y el Califato es el proyecto más consolidado de sus seguidores, y hasta el momento el más estratégico, pues ni siquiera en Afganistán Al Qaeda dio el paso de organización a Estado.

Víctor de Currea-Lugo *
02 de agosto de 2014 - 04:31 a. m.
Musulmanes suníes rezan en Bagdad, la capital iraquí, para celebrar el fin del ramadán. / AFP
Musulmanes suníes rezan en Bagdad, la capital iraquí, para celebrar el fin del ramadán. / AFP
Foto: AFP - AHMAD AL-RUBAYE

Un fantasma recorre Oriente Medio, es el fantasma del Califato. Contra él se unen los chiitas de Irán y los de Al Sistani en Irak, los kurdos, Hizbolá, tribus suníes y hasta potencias occidentales. Su popularidad se dispara desde el norte de África hasta el Sudeste asiático, incluyendo a Jordania y Turquía.

El Califato no nació a comienzos de junio de 2014, cuando sus milicias ocuparon el norte de Irak, incluyendo Mosul, la segunda ciudad del país. El Califato es el fruto de un largo proceso que incluye elementos históricos (tensiones entre suníes y chiitas, la creación de Irak), hechos más recientes (invasión de 2003) y elementos del contexto inmediato (conflicto de Siria, exclusión de suníes iraquíes).

Al final de la Primera Guerra Mundial las potencias inventaron un Oriente Medio contrario a las dinámicas locales, potenciando conflictos que hoy vemos florecer. El Califato desafía esas fronteras coloniales y reinventa unas nuevas, que resultan funcionales a su proyecto político-religioso.

El Califato es también fruto del ascenso del islamismo radical armado como espacio político ante las frustraciones del capitalismo y la desilusión del socialismo real. Mientras en el nazismo y en el estalinismo la fe religiosa se transformó en el culto a la personalidad de sus líderes, en el del islam radical todo recae en Alá, el infalible. Mientras los comunistas estaban obligados a dar resultados en la tierra, la ventaja de la propuesta islamista del Califato es que su promesa está en el paraíso, lejos de las críticas.

La movilización a su favor se nutre también del revanchismo del gobierno de Irak contra los suníes, impuesto por Estados Unidos, lo que implicó el apoyo de las milicias del Baaz (antiguo partido de Sadam Hussein) a los radicales islámicos.

El conflicto de Siria brindó una nueva escuela que les permitió a los radicales iraquíes formular estructuras internacionales y hacerse a un territorio (al norte de Siria) desde el cual volver a Irak en plan liberador, nutridos con el dinero y las armas que muchos de los países del golfo Pérsico han dado a rebeldes. En Siria, la habilidad para aprovechar la fragmentación social y los vacíos de poder le dieron al Califato un espacio propio.

El Califato recoge banderas antichiitas (a quienes considera falsos musulmanes) y ataca sus mezquitas, a los cristianos les ofrece convertirse al islam o marcharse y a los kurdos los enfrenta tanto por su choque de agendas como por la idea de que los árabes son más musulmanes que los de otras culturas.

Se calcula que hay combatientes de más de ochenta nacionalidades en el Califato, una suerte de “Brigadas Internacionales”, pero a diferencia de éstas, no está plegado a la agenda local sino que su sueño de islamización es transnacional (contrario a yihadistas de décadas anteriores), convirtiendo, de paso, la lucha local siria en una guerra religiosa regional.

Ya pasó la época en que los radicales islamistas tenían como único símbolo el 11 de septiembre y como referente a Osama bin Laden. Hoy, la captura de Mosul es un nuevo símbolo. En febrero pasado Al Qaeda marginó al Califato de su estructura, pero ahora hasta el grupo de Al Qaeda en Siria, Al Nusra, ha jurado lealtad al califa Al Baghdadi.

Bin Laden está muerto y el Califato es el proyecto más consolidado de sus seguidores, y hasta el momento el más estratégico, pues ni siquiera en Afganistán Al Qaeda dio el paso de organización a Estado. Así, Al Shabbab y Boko Haram tienen un nuevo referente.

Los combatientes del Califato no tienen nada que perder; no temen a la muerte, en cuanto es una puerta al paraíso; no buscan bienes materiales, por lo que la división por agendas personales sería menor; tienen los apoyos que les llegan del golfo, más las armas que abandonó el ejército de Irak en su retirada y el dinero que encontraron en los bancos de las ciudades tomadas.

Irak no pudo ni quiso entender el Califato: la arrogancia de Bagdad contra las provincias, el revanchismo contra los suníes, la falta de política social, les está pasando factura. En lo internacional, el dinero saudí, el credo salafista, la política antichiita (léase antiiraní) y la falta de democracia pusieron el resto.

El radicalismo islámico tiene hoy amplias masas descontentas, una mezquita que convoca, una doctrina infalible y un internacionalismo garantizado. El Califato es una versión mejorada de Al Qaeda, casi su reemplazo: nuevas generaciones y logros concretos. Así desaparezca mañana, ya dejó un ejemplo en Oriente Medio: es posible soñar un islamismo radical transnacional triunfante.

P.D. ¿Es posible la participación política de una comunidad de creyentes como tal que no raye en el fanatismo? Las Cruzadas, la Inquisición, los budistas en Birmania, la ocupación de Palestina por parte de Israel, el sistema de castas en India y el Califato parecen demostrar que no.

1.737 muertos en julio en Irak

Al menos 1.737 iraquíes murieron y otros 1.978 resultaron heridos por actos de violencia y terrorismo en julio pasado en Irak, informó la misión de la ONU en ese país (Unami). De los fallecidos, al menos 1.186 eran civiles. “Me preocupa el aumento de las muertes en Irak, en particular las de civiles. Niños y mujeres son los más vulnerables. Todas las partes deben garantizar que los civiles sean protegidos y que se respete el derecho internacional humanitario”, señaló el representante especial de la ONU para Irak, Nikolay Mladenov.

Por Víctor de Currea-Lugo *

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar