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El caos yemení

Yemen se encuentra bajo una ola de violencia en la que intervienen fuerzas de Al Qaeda y que podría terminar desestabilizando una región en la que bullen diferentes conflictos.

Mauricio Jaramillo Jassir*
15 de mayo de 2014 - 02:53 a. m.
Soldados yemeníes durante una ofensiva contra Al Qaeda en la provincia de Shabwa. / AFP
Soldados yemeníes durante una ofensiva contra Al Qaeda en la provincia de Shabwa. / AFP
Foto: AFP - STR

Yemen, que había sido uno de los escenarios de la denominada Primavera Árabe, se hunde en el caos por cuenta de grupos terroristas ligados a Al Qaeda y que han encontrado desde hace varios años en ese país un territorio propicio para visibilizar la temida red. Las cifras que demuestran el avance del fenómeno son contundentes: nueve militares asesinados el viernes pasado durante un ataque contra el palacio presidencial y una bomba detonada que dejó como saldo 11 policías heridos cuando se intentó afectar a las embajadas de Reino Unido y Qatar. A esto se suma el asesinato de un francés encargado de la seguridad de una delegación de la Unión Europea y de dos oficiales del ejército yemení muertos por la acción de militantes que se movilizaban en moto.

Los militares muertos en 2013 llegaron a 70. Al asesinato masivo de militares se suman secuestros y constantes agresiones a la población. ¿A qué se deben la crisis y la debilidad de Yemen, luego de una transición catapultada por la salida del dictador Alí Abdullah Saleh? Varios factores reveladores sobre la región sugieren una respuesta. De acuerdo con François Xavier Trégan, enviado de Le Monde en ese país, el diálogo abierto de reconciliación nacional luego de dicha primavera no ha surtido efectos, en buena medida porque permanecen los líderes asociados al régimen de Saleh, que buscan boicotear una transición que afectó sus intereses.

Habría que añadir a esto la presencia de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), grupo que ha reivindicado la mayoría de atentados que tienen en máxima alerta a las autoridades yemeníes. Según la policía de ese país, el grupo ha encontrado facilidad para el reclutamiento de menores o de jóvenes en barrios desfavorecidos, en donde las condiciones materiales no cambiaron después de la transición.

Y un tercer elemento es indispensable para entender la crisis. La injerencia de terceros que han convertido a Yemen en escenario de disputas geopolíticas entre Arabia Saudí e Irán. Una situación que se parece a la de Siria, en donde estos poderes se juegan su proyecto regional. A finales de marzo, el presidente de Yemen, Abd Rabbu Mansur Hadi, acusó a las autoridades de Teherán de apoyar la rebelión, especialmente por su influencia sobre la población chiita (que llega al 10%). En respuesta, Irán ha sugerido que la injerencia proviene del gobierno saudí que ha apoyado el islam suní radical, tanto en Yemen como en Irak y Siria, con el fin de debilitar a la población chiita, de la cual Teherán es líder regional. Un hecho de la mayor importancia y que explica la sensibilidad regional y global por la situación en Yemen: se teme que el conflicto afecte el estrecho de Bab el Mandeb, por donde transita una cantidad importante de petróleo. Se calcula que por allí pasan más de 40 millones de barriles al día.

Es uno de los casos de violencia más preocupantes de la región por el impacto sobre los derechos humanos, por el catastrófico resultado de la Primavera Árabe y porque pone en evidencia la tesis de una guerra entre suníes y chiitas que se puede prolongar en varios países de la zona, debilitados en los últimos años, como Irak o Siria.

 

 

 

* Profesor U. del Rosario.

Por Mauricio Jaramillo Jassir*

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