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El chavismo se vigila a sí mismo

El partido de gobierno de Venezuela lanzó un correo y una línea telefónica para que sus militantes denuncien traidores de la causa.

Diego Alarcón Rozo
26 de noviembre de 2014 - 12:16 p. m.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, completa dos años en el cargo en abril de 2015. / EFE
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, completa dos años en el cargo en abril de 2015. / EFE
Foto: EFE - MIGUEL GUTIERREZ

El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) acaba de comenzar un profundo autoexamen. Desde sus entrañas ha empezado a evaluar sus elementos: quiénes siguen el legado de Hugo Chávez, quiénes no. Quiénes trabajan por las comunidades asignadas por la estructura del partido y quiénes sólo están cuando se entregan beneficios. Quiénes son verdaderos revolucionarios y quiénes son “escuálidos” de la oposición.

El partido ahora mira para adentro y se vigila a sí mismo. El gobierno del presidente Nicolás Maduro, quien es el miembro vivo de mayor rango en la organización, lanzó a sus huestes dos herramientas para lograr el nuevo cometido: un correo electrónico (denunciainfiltradospsuv@gmail.com) y una línea telefónica (0416-9425792), a la que también es posible enviar mensajes de texto. Como para que no queden dudas, el partido se aseguró de ser lo suficientemente explícito con el lenguaje.

Jean Paul Zanella es un joven militante de la estructura, revolucionario de los de verdad, dice, pues como aseguró en la radio pública Francisco Ameliach, vicepresidente de Organización y Asuntos Electorales del PSUV: “El enemigo que más daño nos hace es el enemigo interno. Es aquel que dice que es chavista y no lo es”. Su cargo dentro del partido es difícil de resumir en pocas letras: “jefe de movilización de la parroquia Leoncio Martínez, municipio Sucre, estado Miranda”. En colombiano, la forma más aproximada de describir parroquia es “barrio” y el municipio Sucre es uno de los cinco que dan forma a Caracas. Básicamente, su labor consiste en llevar los registros de los afiliados a la causa, saber dónde viven, dónde votan, cuál es su número de teléfono. Todo este trabajo es especialmente útil en tiempos de elecciones, pues si alguno de ellos no ha ido a votar, él —con registro en mano— lo llamará o lo visitará para recordarle que la revolución lo necesita y que el socialismo se construye todos los días.

Aún no denuncia al primero de los que podría considerar “disidentes” o “infiltrados”, pero “tengo una listica bien dura”, afirma. “Primero verifico y reúno las evidencias, porque es feo que te denuncien sin tener pruebas en las manos”. Su vigilancia se da desde las redes sociales: “Hay gente que tu ves inscrita en PSUV, se dicen del partido, y luego montan en Facebook fotos con el candidato perdedor. A ellos tenemos que reportarlos porque el partido no puede contar con ellos”. El candidato perdedor es el líder opositor, Henrique Capriles Radonski.

Zanella reconoce que este es un ejemplo menor, que la limpieza más importante viene un tanto más arriba, con gerentes y jefes de partido que han dejado de ver la vida con lo ojos de la revolución de Chávez, que han perdido la motivación, que se pasan de burócratas, que nombran amigos en ciertos cargos y ejecutan procedimientos que no dejan fluir el trabajo aguas abajo, “que es donde está el pueblo”.

- ¿Revisión o crisis interna?

 El PSUV cuenta con un aproximado de 7,5 millones de militantes. Entre cifras tan amplias, culturas diversas y orígenes variados, el partido podría ufanarse de haber ganado lo ganado, ser superior, una y otra vez, a la unión opositora y conservar una estructura de unidad. No obstante, pensarlo como una estructura homogénea sería ingenuo. Siempre existirán matices e intereses que hoy cuentan con un ingrediente adicional del que podrían desprenderse explicaciones para un amplio listado de problemas que usualmente conducen a una misma respuesta: Hugo Chávez ya no está.

El socialismo del siglo XXI y su Revolución Bolivariana perdieron su anclaje principal, y a casi dos años del accidente hacen lo posible por mantenerse estables y en el mismo rumbo. “No está Chávez, quien, si bien no aceptaba la disidencia, era capaz de aceptar y respetar diferencias de enfoque dentro de su partido. Maduro, en cambio, se muestra más intransigente; complicado además por un mal momento económico: inflación y caída en los precios del petróleo. Yo no diría que el PSUV esté en crisis y deba revisarse. Creo más bien que en un país en crisis es imposible que su principal partido no sienta sus efectos, de ahí que la imagen de Maduro se esté viendo más afectada que nunca. Esta es fundamentalmente una crisis económica, más que política”. Quien habla es Luis Vicente León, presidente de Datanálisis, la misma firma que el pasado mes de septiembre publicó una encuesta que establecía en apenas 35% el apoyo popular a Nicolás Maduro.

A esto se suman ya célebres divisiones internas dentro del chavismo, como la carta escrita por el exministro de Planificación Jorge Giordani: “Resulta doloroso y alarmante ver una presidencia que no transmite liderazgo y que parece querer afirmarlo en la repetición, sin la debida coherencia, de los planteamientos que formulaba Chávez y en el otorgamiento de recursos masivos a quienes lo solicitan”. O la conversación, filtrada en mayo del año pasado, de Mario Silva, reputado chavista que cosechó su imagen en el programa La Hojilla de la televisión pública, con un presunto agente de inteligencia cubano, en la que ponían en evidencia complejas tramas de intereses y corrupción en el partido de gobierno. Silva ya no sale al aire, aunque sigue defendiendo la revolución desde su cuenta en Twitter.

Crisis de partido o reingeniería para la eficiencia, aún no es muy claro cuál es el destino de las denuncias elevadas por los militantes a través de correos electrónicos o de mensajes y llamadas a la línea telefónica. ¿Llegan solamente a la cúpula del partido? ¿Se cruzan con registros policiales? ¿Van directo a los organismos de inteligencia? Ninguna de estas preguntas tiene respuesta y el escenario empieza a bordear el peligro, porque quizá no todos los militantes tengan las mismas consideraciones de Zanella ni apliquen el modelo con el mismo rigor: si me caes mal te denuncio, si te opones a mis intereses te acuso.

Preguntado al respecto, Zanella responde: “Las criticas están: revolucionario que no es crítico no puede ser revolucionario. Los problemas son posibles. Ellos (la oposición) nos han inflitrado poquito a poquito a lo largo de 15 años de chavismo”.

 

dalarcon@elespectador.com

@Motamotta

Por Diego Alarcón Rozo

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