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El colombiano que ayuda a los nigerianos

Bajo ataques de Boko Haram, Nigeria vive una crisis humanitaria en medio de sus comicios presidenciales.

Daniel Salgar Antolínez
28 de marzo de 2015 - 01:43 a. m.
Felipe Camargo (cuarto de izquierda a derecha), coordinador principal de emergencias de Acnur en Nigeria. /Cortesía
Felipe Camargo (cuarto de izquierda a derecha), coordinador principal de emergencias de Acnur en Nigeria. /Cortesía

Hoy los nigerianos eligen a su próximo presidente, en medio del caos desatado por los ataques de la organización insurgente Boko Haram, que ha jurado lealtad al Estado Islámico y que ha generado desplazamientos masivos y la muerte de por lo menos 13.000 personas desde 2009. Rodeado de ese caos, y tratando de suplir las necesidades de la población civil afectada por la violencia, está Felipe Camargo, un bogotano que lidera la operación del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en el país africano.

No es la primera vez que Camargo llega a una zona de conflicto para coordinar la ayuda humanitaria. Comenzó esta labor hace 24 años, cuando inició su carrera en Australia trabajando para la ONG internacional Care. Desde entonces ha participado en grandes operaciones de emergencia y posemergencia. Entre ellas, dice, algunas de las más difíciles pero más gratificantes fueron la crisis alimentaria de Somalia en 1991, el establecimiento de asistencia humanitaria en Croacia y Bosnia-Herzegovina en 1992, el apoyo a la respuesta humanitaria en la primera Guerra del Golfo en Irak en el mismo año y la repatriación de 1,2 millones de refugiados mozambiqueños desde Sudáfrica, Zimbabue, Malaui y Suazilandia entre 1994 y 1996, así como las repatriaciones de refugiados de Myanmar, Guatemala y Afganistán entre 1996 y 2003.

Eso no es todo. Camargo también ha trabajado con población desplazada por los enfrentamientos contra los talibanes en Pakistán y ha apoyado desde las sedes de Acnur en Ginebra y Nueva York operaciones en la crisis de Sudán del Sur, la República Democrática del Congo, Camerún, Liberia y Níger. Durante 2012 trabajó en Líbano para coordinar la respuesta humanitaria a refugiados sirios en ese país, que ya son más de 4 millones. El 1º de diciembre fue nombrado coordinador principal de emergencias de Acnur, un cargo “que implica apoyar operaciones alrededor del mundo y asegurar una respuesta rápida, eficaz y de alto impacto en la vida y protección de refugiados y desplazados internos”, dice.

Con este nuevo cargo aterrizó en Nigeria, un país que plantea enormes desafíos para la misión humanitaria. Camargo asegura que, aunque Boko Haram existe allí desde hace más de ocho años, sus tácticas y efectos en la población se han intensificado y agravado en los últimos dos. “Hoy se estima oficialmente que más de 1,2 millones de personas han sido desplazadas por incursiones violentas de los insurgentes en seis estados del noreste del país. El desplazamiento masivo y rápido ha generado un impacto gigantesco en la capacidad de respuesta humanitaria del Estado, en comunidades receptoras que no poseen suficientes recursos y servicios para atender sus propias necesidades y en el sistema humanitario internacional, que no ha sido rápido en apoyo y respuesta”.

Aun cuando la mayoría de desplazados se encuentran en comunidades receptoras, la situación alimentaria, nutricional, de salud y de protección de la población es crítica. El gobierno de Nigeria ha reconocido la magnitud de la crisis y ha solicitado más apoyo de la comunidad internacional, no sólo militar, para luchar contra la insurgencia, sino humanitario, para complementar sus esfuerzos. Aproximadamente 300.000 niños en edad escolar no reciben educación formal, se ha presentado un aumento alarmante de casos de violencia sexual y abuso de menores, la población afectada aún no recibe apoyo psicosocial y las posibilidades de encontrar medios de subsistencia en las comunidades receptoras son limitadas.

Acnur tiene presencia en la capital del país, Abuya, y en la ciudad de Bauchi, en el noreste, aunque trata de ampliar su cobertura a estados más afectados por los enfrentamientos contra la insurgencia en Borno y Adamawa. El trabajo, dice Camargo, es similar al mandato con población desplazada en Colombia. Se trata de apoyar técnicamente y con algunos recursos materiales la protección y el bienestar de la población desplazada, a través del monitoreo, la capacitación a entidades de gobierno, comunidades y sociedad civil en los aspectos relacionados con la seguridad y la atención a esa población.

“Desde que llegué a Nigeria pensé que la experiencia adquirida por Colombia y sus últimos gobiernos en cuanto a protección, asistencia y soluciones a población desplazada puede beneficiar mucho al Estado y gobierno nigerianos. La existencia de un marco legal para población desplazada, el acceso al Ministerio Público, el fortalecimiento institucional, la organización comunitaria y la experiencia académica en desplazamiento ofrecen muchas oportunidades para una posible cooperación sur-sur entre Colombia y Nigeria”, asegura.

Para los trabajadores humanitarios en el país africano, entrar a zonas bajo control de Boko Haram implica enormes riesgos. En estos momentos, dice Camargo, hay una intensa actividad militar en la mayoría de zonas ocupadas, donde la mayor parte de las agencias humanitarias no están autorizadas a operar. El enfoque de trabajo se da particularmente en los centros urbanos principales, donde las cifras de población desplazada son enormes. Yola y Maidiguri, dos de las principales ciudades afectadas por el desplazamiento, han recibido cerca de un millón de personas.

Así, pues, los retos para la labor humanitaria son enormes. “No sólo en términos del gran impacto del conflicto en la población civil, sino de las capacidades estatales y de las organizaciones humanitarias para responder. Las condiciones de seguridad y acceso son un desafío muy grande. Estamos limitados a ciertas áreas y con recursos limitados para acceder a todo el país. Otros desafíos son el aislamiento y las condiciones de algunas poblaciones: sin educación, oportunidades y desarrollo es difícil reducir el riesgo de caer en manos de grupos como Boko Haram. El Estado tiene recursos y capacidad, pero necesita más apoyo para asegurar mayor eficiencia en la respuesta. Además, las elecciones son un factor de mucha tensión y será muy importante estar preparados para cualquier eventualidad”, dice Camargo.

El conflicto ya sobrepasó los límites del país. No sólo por los desplazados que han buscado refugio en Chad, Níger y Camerún, sino porque Boko Haram también llegó a esos estados. Camargo explica que Acnur ha establecido mecanismos de atención y respuesta para la población refugiada en los países vecinos. Sin embargo, los movimientos de refugiados continúan diariamente y hoy más de 90.000 se encuentran en estados fronterizos. Camerún ha recibido la mayor parte: más de 40.000 refugiados. En los últimos días 12.000 cruzaron la frontera debido a ataques de los insurgentes.

 

dsalgar@elespectador.com

Por Daniel Salgar Antolínez

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