Cuando la noticia sobre la llegada de los rebeldes a Plaza Verde, rebautizada como Plaza de los Mártires, empezó a crecer como bola de nieve por todos los rincones del mundo; indicando así la inminente caída del régimen de Muamar al Gadafi, el mandatario venezolano Hugo Chávez mantuvo su posición y contrario a la mayoría de las declaraciones de la comunidad internacional lamentó el triunfo rebelde y lanzó nuevos dardos contra Estados Unidos.
“EE.UU. está cometiendo una masacre imperialista lanzando bombas contra escuelas y hospitales todo motivado por el petróleo de esa nación”, señaló Chávez.
A reglón seguido indicó que la OTAN justifica su acción armada asegurando que lo hace para salvar vidas “ ¡Qué descaro, qué cinismo, pero es la excusa para invadir, para tomar un país y sus riquezas" sentenció.
Siguiendo la línea editorial de Chávez el presidente de Nicaragua Daniel Ortega, en múltiples ocasiones tildó a Gadafi de “amigo” y “hermano” aseguró que su gobierno “consideraría” dar asilo político al líder libio, incluso su principal asesor, Bayardo Arce comparó la situación con la dictadura de Somosa “este pueblo recibió asilo cuando nos asesinaba la dictadura somocista”, justificó Arce
En el mismo camino Ecuador calificó como una invasión el accionar de la OTAN en el país norafricano, el canciller Ricardo Patiño indicó que "estamos hablando de una clara invasión y una afectación a la autodeterminación del pueblo libio”.
Así las cosas pese al rechazo generalizado que despierta el coronel Gadafi en la comunidad internacional, al otro lado del mundo mandatarios de al menos tres naciones expresan públicamente su apoyo al que fue calificado por la prensa internacional como el “tirano más cínico”.