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El costo económico de un mes de violencia entre israelíes y palestinos

Transcurrido un mes desde el comienzo de la escalada, el daño a nivel macroeconómico aún no está registrado en las estadísticas oficiales.

EFE
30 de octubre de 2015 - 03:44 p. m.
EFE / EFE
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 La ola de violencia que sacude la región ha dejado, además de un reguero de víctimas, cuantiosos daños económicos que por ahora son imposibles de cuantificar, pero que ya afectan a los bolsillos de miles de empleados y pequeños empresarios.

Transcurrido un mes desde el comienzo de la escalada, el daño a nivel macroeconómico aún no está registrado en las estadísticas oficiales, pero todos los empresarios consultados por Efe coinciden en que es multidimensinal por la cadena de consumo y la dependencia de los mercados.

"Cuando el público tiene miedo a salir, el consumo desciende y arrastra todo lo demás", señala Efraim Aviv, propietario de un popular restaurante en Jerusalén que ha registrado este mes un descenso de más del 50% en caja.

La cadena de consumo se ve truncada en Israel a todos los niveles por el pánico a salir a la calle a raíz de una ola de ataques de palestinos y afecta al turismo interno, la vida nocturna, la restauración, aparcamientos, supermercados y un largo etcétera.

"Todo eso es un consumo perdido, la gente no dice: 'Hale, ya terminó, gastemos ahora lo que nos hemos ahorrado'", sostiene Aviv sobre unos daños por los que no serán resarcidos y que una compañía de crédito han cuantificado entre 500 y 1.000 millones de shékels (116 y 232 millones de euros).

"El público todavía teme a salir, pero un poco menos que antes. Estamos viendo un crecimiento en las ventas día a día" tras cuatro semanas de violencia, señala por su parte Arnón Toren, director general de una gran cadena de centros comerciales.

Los más afectados son también en muchos casos los sectores con gran cantidad de obreros palestinos, que por miedo a ser objeto de venganzas no acuden a sus puestos de trabajo, con la correspondiente paralización de la productividad y la pérdida de ingresos para ellos.

Pablo Krell, gerente de una inmobiliaria de alta gama en Jerusalén, explicó a Efe que todo el sector se ve afectado desde la fase de construcción -con proyectos a veces casi parados-, hasta la de comercialización.

"El número de consultas para interesarse por propiedades ha bajado drásticamente y, en algunos barrios limítrofes con población árabe, los únicos que llaman son periodistas", asevera.

Y apunta que, curiosamente, las pocas llamadas recibidas eran de clientes "cualitativos", judíos de otros países que, en momentos de emergencia, "traducen su sionismo en inversiones en Israel".

Hasta septiembre, más de 150.000 palestinos de Cisjordania trabajaban en Israel con o sin permisos, sobre todo en obras, hostelería y restauración.

Hoy, los controles y el miedo han reducido su número a unos pocos miles, según datos de la Federación de Constructores.

La ausencia de mano de obra se nota sobre todo en la parte oeste de Jerusalén, a la que muchos palestinos temen ahora acercarse.

"Si todo está tranquilo la próxima semana iré a trabajar", confirma Isa, padre de 5 hijos que mantiene a su familia limpiando casas en los barrios judíos, donde gana 55 shékels (12,8 euros) la hora, un 80% más que en el Este de la ciudad.

Después de tres semanas de ausencia, el temor a perder clientes y la necesidad de mantener a su familia no le dejan otra opción, aunque su decisión también puede deberse a la relativa calma en Jerusalén desde hace una semana.

Particularmente virulenta en la primera mitad de octubre, la violencia parece haberse trasladado desde entonces a los asentamientos judíos en Cisjordania.

En conjunto han muerto hasta ahora 61 palestinos (la mitad de ellos atacantes o supuestos atacantes), diez israelíes, un eritreo y un atacante árabe-israelí.

Uno de los daños económicos directos inmediatos son las indemnizaciones a las víctimas, así como el gasto médico que originan los más de 1.500 heridos en el lado palestino y 130 en el israelí.

Entre otros gastos para Israel también está el despliegue de miles de agentes de policía y del Ejército en Jerusalén, amén de posibles consecuencias futuras para el turismo.

"De momento las cosas no han cambiado, porque nos encontramos en temporada alta y las reservas ya estaban hechas o los grupos estaban ya aquí", declaró a Efe Amir Halevy, director general del Ministerio de Turismo.

Aún con la previsión de 3,5 millones de turistas anuales, Halevy asegura que "como mucho ha habido un descenso del 10%", pero advierte que "si la situación continúa, dentro de varias semanas podríamos notar un descenso".

Por EFE

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