El efecto sirio en Irak

La advertencia fue clara: si no había una acción urgente en Siria, la violencia podía extenderse por la región. Ya está pasando.

Redacción Internacional
30 de septiembre de 2013 - 10:00 p. m.
La violencia en Irak ya cobró este año 6.000 vidas. Ayer estallaron ocho bombas en el país. / AFP
La violencia en Irak ya cobró este año 6.000 vidas. Ayer estallaron ocho bombas en el país. / AFP
Foto: AFP - SAFIN HAMED

Si bien es cierto que la violencia en Irak ha llegado a niveles extremos desde 2008, este año pasó todos los límites. Los muertos por atentados suicidas en lo que va de 2013 ya llegan a 6.000, y a los 1,13 millones de desplazados de la guerra que se lanzó en ese país hace diez años se han sumado en los últimos meses 5.000 más, según reveló Naciones Unidas.

Diplomáticos y analistas afirman que el Gobierno, dirigido por chiitas, no ha logrado satisfacer las exigencias de la minoría árabe suní, que se queja de la exclusión política y de los abusos de las fuerzas de seguridad, lo que ha desencadenado la espiral de violencia. Según reportes de organismos de seguridad, los últimos atentados han sido cometidos contra barrios chiitas. De hecho, el atentado más mortal de los últimas semanas, que tuvo lugar ayer, fue en contra de zonas chiitas. Al menos 47 personas murieron y más de 150 resultaron heridas.

Estas explosiones son el último episodio de una serie de ataques sectarios en el centro de Irak que hacen temer por el regreso al conflicto religioso entre chiitas y suníes, que dejó decenas de miles de muertos y cuyo auge tuvo lugar en 2006 y 2007. Los ataques más mortíferos tuvieron lugar en Kadhimiyá, un área fundamentalmente chiita del norte de Bagdad, donde dos coches bomba mataron a por lo menos nueve personas e hirieron a unas 19.

En Jadida, Bagdad, una bomba estalló en un estacionamiento, quemó vehículos, destruyó una cerca y rompió las ventanas de locales comerciales y de una clínica para mujeres, indicó un periodista de la AFP. Fuerzas de seguridad se desplegaron en el área, cerraron las calles y utilizaron perros especialmente entrenados para buscar bombas. En los últimos días se han registrado varios ataques sectarios. El domingo, un suicida llevó a cabo un atentado en una mezquita chiita de Bagdad, provocando que el techo se desplomara y matando a 47 personas. El viernes estallaron varias bombas a poca distancia de dos mezquitas suníes en Bagdad, en el momento en que los fieles partían después de las plegarias, matando a seis personas. Otras bombas tomaron como blanco a dolientes suníes en Bagdad, el 23 de septiembre, matando a 15 personas, luego de que un atentado contra un funeral suní hubiera cobrado 12 vidas el día anterior. Por otra parte, bombas contra la comunidad chiita mataron a 73 personas en Bagdad el 21 de septiembre.

Las autoridades han hecho algunas concesiones destinadas a calmar a los adversarios del Gobierno y a los suníes en general, como la liberación de prisioneros y el aumentos de los salarios de los suníes que combaten contra Al Qaeda, pero todavía quedan cuestiones por resolver. Pero quizás el factor más complicado para la zona, según analistas, es la guerra civil en la vecina Siria, que ha incrementado la tensión religiosa en Irak.

Cientos de iraquíes ven con preocupación cómo comienzan a regresar cientos de yihadistas que habían sido expulsados de Irak hace algunos años con ayuda del ejército de Estados Unidos. Desde que el conflicto sirio se intensificó, a las ciudades limítrofes con Siria han empezado a llegar grupos de militantes que imponen su violencia.

El delicado equilibrio sectario de Irak (60% árabes chiitas, 20% árabes suníes y 20% kurdos) se está viendo muy afectado por la guerra civil en Siria. Allí el 75% de la población es suní y milicianos de esa confesión intentan derribar el régimen de Bashar al Asad que, aunque se presenta como laico, cuenta con el respaldo del chiita Irán. Iraquíes de una y otra rama del islam han cruzado los 600 kilómetros de frontera común para apoyar a sus correligionarios sirios. Y aún hay más: las ramas iraquí y siria de Al Qaeda se unieron a principio de este año y dominan una buena parte del territorio iraquí. Sus principales objetivos son los chiitas, a quienes consideran herejes.

Por Redacción Internacional

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