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El encuentro con la juventud

El papa Francisco recibe en las playas de Copacabana (Río de Janeiro) a miles de jóvenes que acuden a su encuentro.

Redacción Internacional
24 de julio de 2013 - 10:26 p. m.
El sumo pontífice toca la estatuilla de la Virgen de Nuestra Señora de Aparecida, una de las más populares de Brasil. / EFE
El sumo pontífice toca la estatuilla de la Virgen de Nuestra Señora de Aparecida, una de las más populares de Brasil. / EFE
Foto: EFE - Sebastião Moreira

Río de Janeiro llega hoy a la mitad de sus días como sede de la Jornada Mundial de la Juventud, que trajo al papa Francisco a este continente. En 2016 la ciudad será la sede de los Juegos Olímpicos y la organización de la competencia consideró que no estaría de más que el sumo pontífice diera su bendición a las banderas olímpicas, a manera de buen augurio. Hoy se llevará a cabo esta suerte de ceremonia, que servirá de preámbulo al primer gran encuentro del pontífice con los jóvenes.

Resultaría redundante hablar de la presencia de los jóvenes durante la estancia del papa durante la celebración. Ellos han estado allí en todo momento, desde que Francisco llegó y recorrió la ciudad, hasta la visita al santuario de la Virgen de Aparecida, a unos 250 kilómetros de Río de Janeiro. Sin embargo, la celebración de este día tiene un enfoque netamente juvenil: en las playas de Copacabana, el máximo jerarca de la Iglesia católica dará la bienvenida oficial a los miles de jóvenes que llegaron hasta allí para verlo un poco más de cerca.

El sumo pontífice ya les ha enviado varios mensajes. Durante su visita al santuario de la Virgen de Aparecida pronunció estas palabras: “Nunca perdamos la esperanza. Jamás la apaguemos en nuestro corazón. El dragón, el mal, existe en nuestra historia, pero no es el más fuerte. El más fuerte es Dios, y Dios es nuestra esperanza. Es cierto que hoy en día, todos un poco, y también nuestros jóvenes, sienten la sugestión de tantos ídolos que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar esperanza: el éxito, el dinero, el poder, el placer. Con frecuencia se abre camino en el corazón de muchos una sensación de soledad y vacío, y lleva a la búsqueda de compensaciones de estos ídolos pasajeros. Seamos luces de esperanza. Tengamos una visión positiva de la realidad”.

Francisco regresó al santuario de Aparecida seis años después de haber participado en la Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe, cuando aún era conocido como el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio. En aquella oportunidad, en este lugar simbólico donde, según las creencias, tres pescadores hallaron la pequeña imagen de la Virgen en 1717, el entonces cardenal comandó la redacción de un escrito —conocido después como el Documento de Aparecida— en el que los firmantes apoyaban la noción de una Iglesia más cercana a Cristo y a la gente, y más alejada del poder y los lujos. “Los obispos se sintieron alentados, acompañados y en cierto sentido inspirados por los miles de peregrinos que acudían cada día a confiar su vida a la Virgen; aquella conferencia fue un gran momento de la Iglesia”, aseguró Francisco.

La asistencia del papa al lugar también sirvió para anunciar su próximo retorno: “En 2017 volveré”, aseguró, desatando una profunda ovación entre los asistentes. En es año se cumple el tercer centenario del hallazgo de la estatuilla, cuyo color negro se le atribuye al fango del río en el que fue encontrada y al humo de las velas que ha captado por las múltiples ofrendas de los fieles.

Tras la referencia, el pontífice volvió a dirigirse a la juventud: “Los jóvenes no sólo necesitan cosas. Necesitan sobre todo que les propongamos los valores inmateriales que son el corazón espiritual de un pueblo: espiritualidad, generosidad, solidaridad, perseverancia, fraternidad, alegría. Son valores que encuentran sus raíces más profundas en la fe cristiana”.

La agenda del papa se ha desarrollado con la calma necesaria para un hombre de su edad (76 años), pero no por ello ha dado margen a la laxitud. Hoy mismo Francisco visitará la favela Manguinhos, emblemática de Río de Janeiro, donde se acercará a los más humildes y desprotegidos de la ciudad para enviar su mensaje.

El máximo jerarca de la Iglesia católica volverá a pisar Copacabana mañana, cuando encabece la celebración de un viacrucis, luego de confesar a algunos jóvenes aspirantes a sacerdotes y de visitar a algunos presos.

Por Redacción Internacional

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