En 2013 se supo que los organismos de inteligencia de Estados Unidos, entre ellos la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés), habían espiado las comunicaciones de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y de algunos empresarios brasileños. Por entonces, Rousseff declaró a los medios que dicha intromisión resultaba una “violación” de la soberanía de su país, actividades de espionaje que también intervinieron en los asuntos de países como Alemania y Francia. Al parecer, las agencias de inteligencia impulsaban estas acciones para adelantarse a los movimientos diplomáticos de los países con que tienen fuertes relaciones: Brasil es hoy el segundo socio comercial de Estados Unidos después de China, hasta el punto de que en 2014 hubo un intercambio comercial de US$62.000 millones.
Ésa ha sido una de las razones para que Rousseff vuelva a Estados Unidos con una nutrida agenda de negocios y el conflicto se dé por olvidado. “Nuestras exportaciones a Estados Unidos son buena parte manufacturas y es un mercado muy importante”, dijo Rodrigo de Azevedo, diplomático del área comercial. Por su parte, el diplomático brasileño Carlos Paranhos agregó que esta visita “representa la reanudación del diálogo político en el más alto nivel, de los contactos en áreas comerciales, económicas, temas relevantes de la agenda internacional”. Rousseff estará en Estados Unidos hasta el 1° de julio y recorrerá San Francisco, Nueva York y Washington.
Rousseff se reunirá con empresarios de ese país tras el lanzamiento, este mes, de un programa de concesiones viales, ferroviarias y aeroportuarias con una bolsa de recursos de US$64.000 millones. Además, firmará una declaración sobre clima que se desprende de la pasada cumbre de París (a finales del año pasado) y visitará la sede de Google. Brasil y Estados Unidos han tenido recientes acercamientos debido, también, a la cooperación entre ambos países en casos como el de la FIFA y Petrobras, donde las autoridades respectivas han ayudado a rastrear cuentas bancarias y capturar a los dirigentes de las dos organizaciones por cargos de corrupción.
Esta visita podría influir, además, en el interés de Brasil en crear una asociación para producir satélites comerciales, en la que Estados Unidos y Rusia resultan proveedores primarios de tecnología y por cuyo negocio estaría peleando el país norteamericano, que ya tiene relaciones con Brasil en ese rubro a través de Boeing y la compañía Embraer S.A., el tercer mayor fabricante de aviones comerciales.