La ceremonia se realizará en Qunu, localidad situada mil kilómetros al sur de Johannesburgo, donde Mandela creció y a donde manifestó que quería volver para descansar con su familia.
Al funeral de Estado asistirán alrededor de cinco mil personalidades. Sin embargo, después del protocolo vendrá una ceremonia reservada para los familiares y miembros de la tradición de la rama Thembu del pueblo Xhosa, a la cual perteneció el expresidente.
La comisión de asuntos tradicionales de Sudáfrica pidió al gobierno no interferir en la organización de la ceremonia. “Si interviene, los ancianos no lo aceptarán y no será bienvenido, y eso tendrá un efecto pernicioso en los miembros de la familia, porque el espíritu de Mandela volverá para perseguirles”, explicó el jefe de la comisión, Nokuzola Mdenge.
La ceremonia será supervisadas por los ancianos del clan y se realizará en la hacienda de la familia de Mandela. Según Sonwabile Mancotywa, director del Consejo de Patrimonio Nacional, la tradición obliga a que un adulto de la familia acompañe el cuerpo del fallecido hasta el entierro. Por eso, durante esta semana de velación Mandla Mandela, nieto mayor del expresidente, permaneció junto al féretro de su abuelo y será el encargado de comunicarle, cuando sea el momento, que “ha llegado a casa”.
Además, para despedir al líder sudafricano se realizarán otros ritos Xhosa: ayer se sacrificó un buey como parte crucial del evento. Hoy, dolientes que llevarán el traje típico de los funerales, de blanco y azul, tratarán a Mandela como Dalibhunga, el nombre que le dieron a los 16 años en el rito iniciático a la vida adulta. “¡Aaah! Dalibhunga!”, se escuchará durante la ceremonia. Todo el ritual está enfocado en guiar a Mandela en el camino de vuelta a sus antepasados: “Un funeral es una ceremonia complicada que implica comunicarse con los ancestros y permitir descansar al espíritu de la persona que se fue”, dijo el jefe Jonginyaniso Mtirara, del clan Thembu.