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El gobierno afgano irrita a EE.UU.

La Embajada estadounidense en Kabul advierte al gobierno afgano que “deberá asumir las consecuencias”.

Ángeles Espinosa, EL PAÍS
15 de febrero de 2014 - 12:57 a. m.

A pesar de las reiteradas advertencias de Estados Unidos, las autoridades afganas dejaron este jueves en libertad a 65 presuntos talibanes que estaban encarcelados en la prisión de alta seguridad de Parwan (antigua Bagram). La decisión, que los analistas atribuyen al presidente Hamid Karzai, parece un gesto hacia los responsables talibanes para que acepten las conversaciones de paz que el Gobierno ha estado ofreciéndoles desde hace un par de años. La retirada de las fuerzas de la OTAN a finales de 2014 añade urgencia a ese objetivo en un momento en el que aumentan los ataques de los insurgentes contra las fuerzas de seguridad.

La Embajada de EE.UU. en Kabul denunció de inmediato la medida como “muy lamentable”. Su comunicado asegura que entre los presos liberados “hay individuos que son responsables o han participado en las muertes de agentes de las fuerzas de seguridad afganas, civiles afganos y estadounidenses y otros miembros de la coalición”. También advierte al gobierno afgano que “deberá asumir las consecuencias” y lo exhorta “a hacer todos los esfuerzos posibles para asegurarse de que los liberados no cometan nuevos actos de violencia o de terrorismo”.

“No hemos encontrado pruebas de que estas 65 personas sean criminales según la ley afgana”, declaró Abdul Shakor Dadras, el responsable del comité encargado de revisar la situación de los presos.

La televisión ha difundido imágenes de su salida de la prisión, situada en la base aérea de Parwan, medio centenar de kilómetros al norte de Kabul. Algunos de ellos lucían contentos y sonrientes mientras subían a autobuses y taxis. Más tarde, varios fueron grabados comiendo en un restaurante de la capital afgana, donde negaron estar vinculados con los talibanes.

El desencuentro constituye un nuevo signo de tensión en las relaciones entre Afganistán y EE.UU. en vísperas de las elecciones presidenciales de abril y de la retirada de los soldados extranjeros a finales de año. Karzai lleva meses dando largas a la firma de un acuerdo de seguridad bilateral que permitiría extender la presencia de las tropas estadounidenses más allá de esa fecha; entre tanto busca un pacto con los talibanes que está resultando escurridizo. Éstos, que lo acusan de ser una marioneta de EE.UU., confían en ganar terreno una vez se hayan ido las fuerzas occidentales.

Washington insiste en que las liberaciones del pasado jueves van en contra del acuerdo sobre la transferencia de la prisión de Bagram (renombrada por los afganos como Parwan), según el cual las autoridades de Kabul “se comprometían a tomar todas las medidas posibles para asegurar que los liberados no constituyan una amenaza” a la seguridad.

Aunque no son las primeras excarcelaciones desde que los afganos tomaron el control de la cárcel, los 65 liberados de este jueves pertenecen a un grupo al que los militares estadounidenses etiquetaron como EST: enduring security threat, o amenaza permanente de seguridad. Se estima que hay otros 70 presos con el mismo estatuto y las autoridades afganas están estudiando la puesta en libertad de otros 23.

En una reciente entrevista con la BBC, Karzai calificó la prisión de Parwan de “fábrica de talibanes”, donde personas inocentes “se vuelven contra su propio país, contra su propio gobierno”. Sin embargo, admitió que había algunos miembros de Al Qaeda entre los detenidos.

La mayoría de los 1.300 reclusos de Parwan son talibanes y otros insurgentes capturados por las fuerzas occidentales desplegadas en Afganistán desde la intervención estadounidense de 2001. La institución, que cuando estaba bajo control del Ejército estadounidense se conocía como el Guantánamo afgano, fue objeto de numerosas acusaciones de tortura. El País tuvo acceso al centro en 2008, en medio de denuncias sobre la existencia de celdas secretas. EE.UU., que controla la base aérea de Bagram, aún mantiene en su poder a los “combatientes enemigos” de nacionalidades distintas a la afgana y recientemente liberó a seis paquistaníes.

Por Ángeles Espinosa, EL PAÍS

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