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El otro lado de la crisis

En la capital nortesantandereana el comercio no despega y lo que antes era ganancia hoy se traduce en pérdida. Los venezolanos ya no vienen a comprar porque el precio del bolívar está por el piso y no les alcanza para nada. El vandalismo de San Antonio ya se siente en Colombia.

Marcela Díaz Sandoval
21 de febrero de 2014 - 03:37 a. m.
El puente Simón Bolívar separa a Cúcuta (Colombia) y San Antonio (Venezuela). Toda la semana ha estado bloqueado.  / Archivo
El puente Simón Bolívar separa a Cúcuta (Colombia) y San Antonio (Venezuela). Toda la semana ha estado bloqueado. / Archivo

La frontera bloqueada, el paso restringido para los colombianos, las marchas, las protestas y los disturbios en el vecino país, además de la prohibición de transitar alimentos y mercancía, son los principales motivos por los que hoy las calles de Cúcuta están tranquilas y silenciosas, la economía quieta y los comerciantes aburridos. Sencillamente porque “con un salario mínimo de 3.000 bolívares, los venezolanos no compran ni tres pantalones; 3.000 bolívares fuertes, que antes se conocían como tres millones de bolívares, son $72.000”, dijo desde el otro lado de la línea el comerciante colombiano Norberto Sáenz.

Esta situación ha hecho que en los últimos 15 días el centro de la capital nortesantandereana esté saturado, pero no de venezolanos y compradores, como hace algunos años, sino de dos sentimientos que resumen el eco de la crisis que vive la república bolivariana: angustia y tristeza. Eso es lo que se ve a diario en el comercio. “Venezuela se ha convertido en el tema de cada día para nosotros. Hoy sólo hay cucuteños mirándonos la cara y pensando en cómo salir de esta crisis”, dijo Claudia Sandoval, negociante.

Y cómo no preocuparse, si el puente Simón Bolívar los separa tan sólo 167 metros de un país que vive una de sus más duras crisis sociales desde que Nicolás Maduro asumió como presidente y donde los disturbios y las manifestaciones de los opositores del gobierno han terminado en denuncias por abuso de autoridad por parte de las Fuerzas Militares.

La cercanía hace que los problemas de los venezolanos golpeen a los habitantes de este departamento de Colombia en materia económica, los alimentos se vuelvan escasos y la inseguridad se dispare.

De acuerdo con la Cámara de Comercio de Cúcuta, en 2013 el nivel de desempleo en la ciudadfronteriza de 27 grados de temperatura alcanzó el 15,5%, el más alto entre las 13 urbes más importantes del país; las exportaciones cayeron del 90% al 35%, y más de 1.500 empresas se vieron obligadas a cerrar. Según el último informe del DANE, esa capital tiene una tasa de informalidad del 72%.

Para Carlos Gilberto Gamboa, gerente del Observatorio Económico de la Cámara de Comercio de Cúcuta, “el problema está en que son dos modelos económicos muy distintos que difícilmente van a ser compatibles. En los últimos quince días la ciudad ha venido en un proceso de incertidumbre económica por la escasez de divisas y de alimentos, la represión, las normas de contrabando y la prohibición de remesas hasta nueva orden”.

Aunque afirma que los flujos de todo tipo de bienes han disminuido, Gamboa aclara que el negocio de las casas de cambio ha sido el más afectado, información que corrobora Diego Olarte, comerciante de este mercado, quien advierte que “con tantos problemas y controles allá, el comercio se ha visto bastante perjudicado. Las ventas han caído casi el 50%. Hoy el bolívar está a 0,24 centavos, precio que espanta a los venezolanos. No se sabe qué vaya a pasar”.

La situación es tan grave que el mismo gobernador de Norte de Santander, Édgar Jesús Díaz, le manifestó al presidente Juan Manuel Santos en una carta conocida por este medio que la suspensión del giro de remesas procedentes de Venezuela está impactando con gravedad la economía local. “Apelamos a su voluntad para que pensemos en algunas medidas de choque que mitiguen el impacto negativo de la medida que sin duda ahondará la actual crisis departamental”.

Para completar, el contrabando se suma a la ecuación, un tema que dejaron sobre la agenda los dos cancilleres cuando se reunieron hace 15 días y que también tiene en alerta al alcalde de Cúcuta, Donamaris Ramírez, quien dijo que es un problema de vieja data que los dos países deben atacar de fondo. La realidad es que la actual situación agrava “muchísimo la economía fronteriza, porque la tasa de cambio ha deteriorado el comercio. Hoy son pocos los que pueden ir a comprar, sumado a la situación de desorden en la frontera”, manifestó el presidente de Fenalco, Guillermo Botero.

 

mdiaz@elespectador.com

@MarceDiaz20

Por Marcela Díaz Sandoval

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