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El panorama mundial en 2015

El 2014 dejó abiertos asuntos relevantes que deberán solucionarse: la lucha contra el Estado Islámico, Rusia y México, en la mira mundial

Mauricio Jaramillo Jassir *
04 de enero de 2015 - 02:00 a. m.
Militantes del Estado Islámico al lado de una explosión provocada por un ataque aéreo en la frontera con Turquía.   / AFP
Militantes del Estado Islámico al lado de una explosión provocada por un ataque aéreo en la frontera con Turquía. / AFP

Antes de cerrar 2014, varios hechos suscitaron la atención del mundo y seguramente harán mella en el destino de algunos de los asuntos más relevantes. La normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, los primeros resultados de la estrategia de la coalición contra el Estado Islámico, la inesperada caída de los precios del petróleo, las tensiones entre Rusia y Occidente, y algunos mandatos de presidentes latinoamericanos que recién empiezan (Brasil, Colombia, Uruguay) merecen un análisis sobre su impacto en el panorama global 2015.

El extremismo religioso

Medio Oriente ha sido y será relevante por tres coyunturas: el principio de acuerdo con Irán para la negociación del programa nuclear, los afrontamientos militares entre Israel y Hamas y el avance del Estado Islámico. Para Europa y para Estados Unidos, la resolución del tema palestino israelí, así como el dossier nuclear de Teherán, han pasado a un segundo plano por la urgencia que reviste el radicalismo sunní en Irak y Siria. Para 2015, y en consonancia con lo anterior, se buscará remediar el problema, pero no sólo en el escenario sirio-iraquí, sino que ya empiezan las voces que abogan por atacar el fundamentalismo en una zona que será epicentro de la seguridad global: el Sahel en el África Subsahariana, en el territorio que comprende los estados de Senegal, Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad y Sudán. La proliferación de grupos extremistas en la zona que han atacado a poblaciones desprotegidas es inquietante, pues allí no sólo abundan tensiones religiosas entre musulmanes y cristianos, sino que la debilidad estatal se constituye en fortaleza de movimientos que apelan al terror, como Boko Haram, Ansar Eddine, el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (Muyao) y Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI).

Difícilmente se podrá apelar a la negociación con estos grupos, en contraste con el tema iraní o el palestino-israelí. Esta circunstancia ha hecho que se den y que se vayan a producir más concesiones frente al régimen teocrático o a Hamás. Es más, no se debe descartar que se recurra a Irán en la estrategia de contener el extremismo sunní en la zona, un objetivo que favorecería el poder de Teherán en la región en detrimento de sus principales rivales, Arabia Saudí y Catar. El dilema que subsistirá tiene que ver con Siria y el recién reelegido Bashar al Asad. Queda claro que sigue habiendo presión en Occidente para debilitarlo, pero toda acción en este sentido puede favorecer al Estado Islámico, que aprovecharía un vacío de poder en Damasco. Encrucijada para Estados Unidos y Europa.

Un dato para añadir en la coyuntura de Medio Oriente: Mahmmoud Abbas presidente de la Autoridad Nacional Palestina, acaba de anunciar el pedido para adherir a la Corte Penal Internacional. Esto podría abrir la puerta para que responsables israelíes sean juzgados por crímenes de guerra y de lesa humanidad. Una posibilidad que puede cambiar para siempre la percepción sobre la justicia penal internacional y podría revelar una profunda debilidad de un Israel arrogante frente a la presión internacional.

Rusia, un desafío

El reciente intercambio de prisioneros entre los rebeldes y el gobierno ucraniano de Petro Porochenko hace prever un clima de entendimiento entre las dos facciones cuya guerra civil generó una profunda crisis entre Rusia y Occidente. El gobierno de Vladimir Putin insistirá en la necesidad de no permitir ningún acuerdo que afecte los intereses de la minoría rusa en ese país, seriamente amenazados cuando parecía triunfar la revolución impulsada y apoyada por Alemania, Francia y Estados Unidos. No obstante, Moscú deberá enfrentar una limitación mayor con una caída de los precios del petróleo que ya afecta sus ingresos de manera significativa. A esto se suma un movimiento interno de disidencia a Putin y que podría contar con el apoyo de Occidente. Sin embargo, Washington y sus pares europeos deberán resolver la manera menos costosa de resolver el tema. La eventual adhesión de Ucrania a la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN) exacerbaría las tensiones con Moscú y las retaliaciones serían inmediatas.

¿Hasta dónde estarán dispuestos a llegar los miembros de la Alianza en su deseo de contener a Rusia? No muy lejos, pues la debilidad europea en política exterior es innegable y la vulnerabilidad económica de algunos Estados tanto de la UE como de la OTAN es patente frente a Rusia. Estados Unidos por su cuenta necesita de Moscú en la solución del tema iraní, el norcoreano y en la estabilización del Medio Oriente.

Cuba y EE.UU.

Otro asunto determinante tiene que ver con el reciente anuncio de Barack Obama para restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba. Aunque parezca obvio que el régimen castrista vea con buenos ojos el gesto, no se debe olvidar que en el pasado Cuba rechazó cualquier concesión o indulgencia por parte de terceros. Aquello ocurrió cuando la OEA llegó a un consenso sobre el retorno de ese país a la institución y las autoridades cubanas respondieron con una negativa rotunda. De igual forma, en 2008 los entonces 27 miembros de la UE acordaron aliviar sanciones contra Cuba, y Fidel Castro, ya retirado del Consejo de Estado, consideró como hipócrita la postura de la UE.

Esta vez las autoridades cubanas al unísono saludaron el gesto del presidente estadounidense, aunque resta por saber algo fundamental: la reacción de Fidel Castro. Más allá de la eventual respuesta del octogenario líder, queda claro que la presión sobre Cuba para acelerar la liberalización económica será mayor. El antecedente más cercano fue aquella flexibilización dirigida por Raúl Castro en la dura década de los noventa, denominada por el régimen como período especial en tiempos de paz. Por ende, la apertura económica seguirá su curso impulsada por la inercia de la economía regional y mundial. El tema pendiente tiene que ver con el panorama político y una trasformación exigida especialmente desde afuera. Lo que se omite cuando se exigen cambios drásticos políticos en la isla, es que el régimen ha asistido a una transformación paulatina pero estructural. Esto se puede observar en plena génesis de la Cuba comunista en momentos tan críticos como el fracaso de la zafra (la imposibilidad de producir 10 millones de toneladas) en los 70, o en la caída de la URSS, o en el diálogo abierto con la iglesia inaugurado en la visita de Juan Pablo II en 1997. Durante su estadía, el sumo pontífice sentenció lo que años después sería una realidad: “que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”. Esta apertura que vaticinó el entonces papa se ha venido produciendo y seguirá, aunque no al ritmo que la disidencia espera.

América Latina

En América Latina, la actividad electoral en general confirmó la hegemonía de la nueva izquierda, que ratificó mandatarios en Brasil y Bolivia por la vía de la reelección y en Uruguay por la continuidad de la coalición del Frente Amplio. El común denominador en los dos primeros casos es un desgaste natural luego de un período extenso de esos proyectos políticos en el poder, mientras que en Uruguay la izquierda sigue valiéndose de un prestigio llamativo en el plano internacional.

Dilma Rousseff, una vez superado el desafío del Mundial, deberá negociar con un aparato legislativo que la obligará a buscar mayores consensos y que seguramente disminuirá su margen de maniobra. De otra parte, el reto de continuar la proyección brasileña en el mundo supone una tarea de altísima complejidad en momentos en que se especula sobre la gobernabilidad interna. A su vez, Rousseff deberá hallar un equilibrio interno trascendental para el modelo económico brasileño: continuar con la reducción del coeficiente de Gini (que mide la concentración del ingreso) y satisfacer las demandas socioeconómicas de una población cuyas reivindicaciones exceden el mínimo vital. La búsqueda de ese balance para 2015 sugiere la maduración de la izquierda brasileña.

En Bolivia, Evo Morales deberá evitar la tentación autoritaria en un segundo mandato (que la oposición considera tercero), marcado por una polarización constante y una oposición estéril que probablemente buscará sacar provecho del desgaste natural del Movimiento al Socialismo. Bolivia sigue sin superar una fractura interna entre los departamentos ricos de la Media Luna al oriente del país, y un occidente marcado por el rezago histórico. En este nuevo período quedarán al descubierto las debilidades de una economía dependiente del gas con la caída sostenida de sus precios. Gestionar estas nuevas condiciones económicas con el fantasma del autoritarismo resume la tarea de Evo para el período que comienza.

Por el lado de Uruguay, el retorno de Tabaré Vázquez y del Frente Amplio confirma el éxito de la izquierda, que completa un ciclo de tres mandatos y cuyas lecciones para el resto del continente son innumerables. Estas van desde la posibilidad de una coalición de partidos con intereses afines que trascienda, hasta materializar soluciones prácticas y alternativas a flagelos que por décadas han golpeado al continente.

Finalmente, este año será vital para México, pues la crisis institucional desatada por la desaparición, tortura y asesinato de más de 40 estudiantes en Iguala seguirá afectando la gobernabilidad del PRI. La credibilidad internacional del país se desploma, hasta el punto que algunos sugieren que México se estaría convirtiendo en un Estado fallido. 2015 será definitivo para rebatir o confirmar una idea que toma fuerza en la medida en que la masacre de Guerrero devela las inconsistencias del poder mexicano.

 


*Profesor Universidad del Rosario

Por Mauricio Jaramillo Jassir *

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