El papa que busca la Iglesia

El sucesor de Benedicto XVI deberá solucionar los escándalos de corrupción y de encubrimiento de abusos sexuales contra menores.

Pablo Ordaz / Especial de ‘El País’. Roma
11 de marzo de 2013 - 05:00 p. m.
Hoy en las horas de la tarde comienza el cónclave en la Capilla Sixtina para elegir al sucesor de Benedicto XVI.  / AFP
Hoy en las horas de la tarde comienza el cónclave en la Capilla Sixtina para elegir al sucesor de Benedicto XVI. / AFP

Durante la semana pasada, los 115 cardenales electores y aquellos que, por ser mayores de 80 años, no podrán entrar a partir de hoy en la Capilla Sixtina, se dedicaron a definir los retos que habrá de afrontar el nuevo papa. Según lo tratado en las congregaciones generales, cuya última sesión ocurrió ayer, tendrá que ser un pontífice capaz de reformar la curia, organizar los dicasterios (ministerios) del Vaticano para hacerlos más eficaces, limpiar la podredumbre puesta al descubierto por el caso Vatileaks (filtración de documentos), impulsar el diálogo con el islam, afrontar de una manera valiente el papel de la mujer en la Iglesia y la postura oficial ante la bioética.

Tantos y tan importantes retos requieren de un papa fuerte, carismático, capaz de hablar un lenguaje moderno, que sepa estar al lado de los pobres y a la vez devuelva al Vaticano su influencia perdida. ¿Italiano? ¿Tal vez norteamericano? ¿O un brasileño? “Dios ya ha decidido quién debe ser el nuevo papa. Ahora nos toca a nosotros descubrirlo”.

La frase es del cardenal nigeriano John Olorunfemi Onaiyekan, de 69 años, quien el domingo, como el resto de los 115 cardenales electores, celebró misa en una parroquia de Roma. Aunque Olorunfemi no forma parte de ninguna quiniela como posible papable, sus palabras —como las del cardenal Carlos Amigo Vallejo, arzobispo emérito de Sevilla, y las de tantos otros— fueron recogidas por el aluvión de periodistas de todo el mundo que, a la espera del cónclave, tratan de afinar los pronósticos.

Al cardenal Amigo Vallejo, por ejemplo, le preguntaron si ha llegado el momento de un papa americano o uno africano. “Dios —respondió el cardenal franciscano— entiende todos los idiomas y conoce todos los colores de las caras, por lo que la procedencia no tiene importancia”. Luego añadió: “La Iglesia no debe repetir los errores, pero tampoco exagerarlos. La Iglesia no está en retirada. Tiene deseos de renovación”.

Pero la máxima atención se centró en los principales favoritos según los medios italianos: el cardenal italiano Angelo Scola, arzobispo de Milán, y el brasileño Pedro Odilo Scherer, de São Paulo. Según las quinielas, Scola y Scherer aglutinarían el mayor número de votos, pero sin llegar a los dos tercios necesarios para ser elegidos. De ahí que no se descarte ni mucho menos el factor estadounidense. Desde su llegada a Roma, hace una semana, han brillado de una manera especial, abriéndose como ninguno a los medios de comunicación, dejando claro su interés por conocer hasta el último detalle de la situación de la Iglesia. Entre ellos, los que se consideran papables son el fraile capuchino Sean O'Malley, cardenal de Boston, y el cardenal de Nueva York, Timothy Dolan. Siempre de buen humor, el cardenal O'Malley descartó cualquier posibilidad de vestirse de blanco: “Yo vuelvo a Boston”.

Hace ocho años sólo se necesitaron dos días para elegir al candidato favorito, Joseph Ratzinger, pero ahora la situación es muy distinta. La renuncia de Benedicto XVI, acosado por la vejez y sobre todo por los escándalos en el Vaticano, ha puesto un potente foco sobre la situación de la Iglesia. Aunque todos los cardenales juraron guardar el secreto sobre el contenido de las congregaciones generales —hasta el momento se han celebrado ocho desde el pasado lunes—, lo cierto es que la prensa italiana —y en especial el diario La Stampa— ha estado publicando cada día puntual información de lo que estaba sucediendo. No se trata de cuestiones escandalosas, pero sí de indicios de por dónde van las preocupaciones de los cardenales y sus posiciones ante los debates suscitados. Y, entre todas ellas, la postura ante la pederastia.

Hubo un tiempo muy largo y muy doloroso en que los abusos no fueron considerados por la Iglesia una “situación grave”, y ahora aquellos silencios, aquellas complicidades, se han presentado a las puertas del cónclave.

Durante décadas, como denunció el propio Benedicto XVI en los últimos años de su papado, la Iglesia practicó el “silencio cómplice”. En vez de ponerse al lado de las víctimas, protegió a los agresores. Era la manera de actuar. Nadie en la jerarquía hizo lo contrario. Como dijo hace unos días el cardenal Theodore Edgar McCarrick, de 82 años, arzobispo emérito de Washington, “todos cometemos errores. A veces no comprendemos completamente la gravedad de ciertas situaciones...”. Ahora, los 115 electores se tienen que asegurar de que el papa fuerte también sea un papa con un pasado impoluto. Porque, una vez elegido, tendrá que hacer frente de manera rápida y eficaz a todos aquellos retos que Benedicto XVI no se sintió con fuerzas de asumir.

 

Los favoritos

Odilo Scherer

Lo llaman ‘Don Odilo’. Desde 2007 es el arzobispo de São Paulo, una de las mayores diócesis del mundo y de las más complejas. Tiene 63 años y trabajó en el estado de Paraná durante 25 años como rector de los seminarios de Cascavel y de Toledo. Habla portugués, alemán, italiano, francés e inglés, y siempre ha estado entre los favoritos.

 

Angelo Scola

El favorito de las casas de apuestas británicas. Nació en Malgrate el 7 de noviembre de 1941, en la arquidiócesis de Milán, en Italia. Estudió filosofía y luego ingresó al sacerdocio. Dicen que es de la línea de Tarcisio Bertone, actual secretario de Estado. Habla francés y alemán. Es el fundador de un centro de estudios y de una revista en varias lenguas, entre las que cuales están el árabe y el urdu.

Timothy Dolan

Su nombre ha cobrado fuerza en los últimos días. El cardenal de Nueva York es famoso por haber desafiado a la Casa Blanca sobre el control de la natalidad. En 2004 difundió los nombres de sacerdotes que habían abusado de niños en Milwaukee. Dolan habla un poco de italiano y español, pero desconoce el francés o el latín, algo que no gusta.

 

 

Por Pablo Ordaz / Especial de ‘El País’. Roma

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