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El polémico nuevo presidente de Filipinas

Ganó las elecciones el domingo con la promesa de ejecutar criminales y drogadictos para combatir la delincuencia.

Redacción Internacional
10 de mayo de 2016 - 02:38 p. m.
Rodrigo Duterte es el  nuevo presidente de Filipinas. /EFE
Rodrigo Duterte es el nuevo presidente de Filipinas. /EFE
Foto: EFE - RITCHIE B. TONGO

Rodrigo Duterte tiene 71 años de edad y se ganó el apodo de “castigador” por su intolerancia con el crimen durante los mandatos que ejerció como alcalde de la ciudad de Davao (sur de Filipinas). Su carácter es fuerte y suele generar polémica.

Este es el nuevo presidente de Filipinas elegido el domingo en las urnas con una gran votación. “Es con humildad, con mucha humildad, que acepto esto, el mandato del pueblo”, dijo Duterte, quien ganó gracias a promesas bastante provocadoras durante la campaña como ejecutar criminales y drogadictos para combatir la delincuencia.

Sus polémicas durante la campaña recuerdan al candidato por el Partido Republicano, Donald Trump, pues Duterte tampoco se mide en sus palabras. Sus salidas de tono y sus insultos han sido portada en la prensa, como el día en que calificó al papa Francisco de “hijo de puta” o cuando bromeó diciendo que le hubiera gustado ser el primero en la violación en grupo de una misionera australiana en 1989.

Analistas explican que su inesperada conquista de la presidencia en las elecciones del lunes refleja la frustración de los filipinos, hartos de la corrupción endémica, de la pobreza y de que la economía esté en manos de unos cuantos clanes familiares.

Su carisma es indudable y su verborrea gusta, al igual que su estilo de vestir informal.

El abogado y exfiscal de 71 años, que en sus tiempos mozos formó parte de una organización comunista, afirma ser capaz de zarandear la política convencional.

Presume de relaciones adúlteras y reconoce tener cuatro hijos con cuatro mujeres distintas. Su afición por la controversia viene de lejos. Los jesuitas lo expulsaron del centro de enseñanza secundaria Ateneo, de Davao, donde, según cuenta, prefería jugar al baloncesto que leer libros.

Rodrigo Duterte es hijo de una musulmana y de un exgobernador provincial católico que emigró del centro del país al sur en busca de mejores condiciones de vida.

De joven, cursó estudios en la universidad de Manila donde tuvo como profesor a José María Sison, el fundador de la rebelión comunista actualmente en el exilio.

Entró en política después de la caída del dictador Ferdinand Marcos en 1986. Paradójicamente, Corazón Aquino, la nueva dirigente, lo nombró alcalde adjunto interino de Davao. Sin embargo, tres décadas después de la revolución que expulsó del poder al dictador Ferdinand Marcos, los detractores de Rodrigo Duterte advirtieron del riesgo de que su elección acarree una nueva época convulsa para Filipinas.

Según Duterte, para acabar con la pobreza hay que erradicar el crimen. Pero para ello hace falta saltarse a una justicia ineficaz y corrupta y ordenar a las fuerzas de seguridad la eliminación de los criminales.

“¡Olviden las leyes sobre los derechos humanos!”, gritó en su último mitin. “Si soy elegido presidente, haré exactamente lo que hice como alcalde. Vosotros, traficantes, atracadores y canallas, sería mejor que se vayan, porque los voy a matar”, advirtió. El abogado y alcalde amenaza además con establecer un gobierno unipersonal, si los legisladores le desobedecen.

 

Por Redacción Internacional

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