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'El presidente Obama no estuvo en riesgo'

El director del Servicio Secreto, Mark Sullivan, compareció ante el Senado por el escándalo de prostitución en Cartagena.

Redacción Internacional
23 de mayo de 2012 - 10:00 p. m.

En los seis años que completa como director del Servicio Secreto, Mark Sullivan jamás se había enfrentado a un Congreso tan fiero a la hora de cobrarle sus posibles fallas. Su nombre ha sido alcanzado por el escándalo que se presentó en Cartagena, durante la Cumbre de las Américas, no porque esté directamente implicado, sino como primer representante del cuerpo de seguridad del presidente de Estados Unidos.


Desde el pasado 13 de abril, el día en que se ventiló la historia según la cual varios agentes del Servicio Secreto habían visitado clubes de prostitución e incluso habían entrado a dos mujeres al Hotel Caribe de Cartagena, donde se hospedaban, Sullivan ha estado bajo la mirada de los congresistas. Más de un mes después de la Cumbre de las Américas, al director de la agencia por fin le llegó el momento de comparecer ante la Comisión de Seguridad Nacional del Senado, para dar su versión y responder a las inquietudes de los diputados.


El senador Joe Lieberman, el citante de la comparecencia y quien encabeza la investigación del caso, fue uno de los más inquisitivos. Argumentó que existe la posibilidad (un asunto que se aclarará al final de las pesquisas) de que exista una “tradición arraigada” de los agentes en este tipo de conductas: según el legislador, en los documentos del Servicio Secreto se evidencian 64 casos de conducta sexual inapropiada por parte de agentes en los últimos cinco años.


La senadora Susana Collins intervino para decir que el hecho de que entre los 12 agentes investigados por el caso de Cartagena se encuentren implicados dos supervisores, puede ser indicio de que no se trata de una conducta aislada del grupo. Aunque asistir a un burdel o contratar a una prostituta no es un delito, Collins aseguró que es un acto “moralmente repugnante” para los hombres que se encargan de la seguridad del presidente del país y que su actuar irresponsable pudo poner en riesgo la seguridad del mandatario.


No obstante, Sullivan tuvo la posibilidad de defenderse. Primero ofreció excusas por la conducta de varios de sus hombres, asegurando que “no hay ningún tipo de justificación para este tipo de comportamiento”. Entonces el director del Servicio Secreto procedió a explicar que ninguno de los agentes implicados tenía información confidencial que comprometiera la seguridad del presidente Barack Obama, ni armas o artefactos de seguridad en su habitación cuyo robo pudiera haber supuesto un peligro.


Sullivan también enfatizó que no se puede considerar a estos escándalos como una constante representativa del Servicio Secreto, pues “no son habituales” en una agencia que cuenta con alrededor de 7.000 agentes. Incluso destacó que en 2008 un agente fue despedido por un caso relacionado con una trabajadora sexual en Washington, la cual resultó ser una policía encubierta en una operación contra la prostitución infantil.


Tras el cuestionamiento Sullivan abandonó el Capitolio, pero la postura de los senadores hasta ahora, mientras la investigación avanza, no sugiere que le vayan a exigir su renuncia. El mensaje de Lieberman al final fue contundente: deben establecerse medidas para que no vuelva a suceder otro caso como el de Cartagena y para restaurar la credibilidad del Servicio Secreto.

Por Redacción Internacional

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