El regreso de los Fujimori

Hace 24 años, Alberto Fujimori cerró el Congreso e intervino el poder judicial. Hoy, su hija, Keiko, se perfila como la candidata favorita a ganar las elecciones. Mañana, marcha en contra de su candidatura.

Redacción Internacional
04 de abril de 2016 - 01:40 a. m.

A Keiko Fujimori la política le llegó de golpe. En 1994, cuando apenas tenía 19 años, tuvo que asumir como primera dama de Perú luego de que su mamá, Susana Higuchi, anunciara su divorcio del entonces presidente, Alberto Fujimori. Según Higuchi, fue víctima de torturas con descargas eléctricas por haber denunciado actos de corrupción en el gobierno de su marido.

En el año 2000, días después de que su padre renunciara a la presidencia por fax desde Japón, Keiko abandonó el Palacio de Gobierno por la puerta trasera. Se fue a estudiar a Estados Unidos hasta 2005, cuando, tras la captura de su papá, asumió como líder del fujimorismo. Keiko se vio obligada nuevamente a entrar en la arena política postulándose al cargo de congresista. En 2011 perdió la Presidencia frente a Ollanta Humala, pero para las elecciones del 10 de abril es la favorita, con el 37 % de la intención de voto.

De ganar estas elecciones, sería la primera presidenta del Perú, marcando un hito en la historia peruana, sin embargo, la victoria de Keiko significaría, para una gran masa opositora, la reivindicación de lo que consideran una época “oscura”. Se refieren a lo que vivió el país durante el gobierno de Alberto Fujimori, pero particularmente luego del autogolpe, el 5 de abril de 1992, cuando el expresidente disolvió el Congreso e intervino el poder judicial para emprender una reforma del Estado que facilitó el control total sobre el aparato público, la persecución de la oposición y la violación masiva de derechos humanos e introdujo la reelección presidencial inmediata en la Constitución de 1993.

“La disolución del Congreso significó que varias comisiones que investigaban crímenes contra los derechos humanos se vieran obligadas a abandonar su trabajo. Esto generó un ambiente de impunidad para los familiares y víctimas de la violencia producida por agentes del Estado”, sostuvo Amnistía Internacional.

“Seguimos viviendo las consecuencias de este fatídico día”, sentencian organizaciones de derechos humanos que enumeran lo que significó esa medida antidemocrática: limitación de la libertad, corrupción generalizada, intervención de los medios de comunicación, etc.

A través de una misiva desde la cárcel, en donde purga condena de 25 años por crímenes de corrupción y lesa humanidad, el expresidente Alberto Fujimori negó que el autogolpe de 1992 haya sido funesto para la democracia de su país y, por el contrario, indicó que fue un “hito por donde se enrumbó al Perú hacia la senda de su desarrollo y bonanza económica”, declaración que preocupa a millones de peruanos que se niegan a respaldar la candidatura de Keiko. Para marcar distancia, la candidata respondió: “Yo no hubiera cerrado el Congreso”. Palabras que, lejos de tranquilizar, agitaron las aguas peruanas a pocos días de las elecciones y de la fatídica fecha del autogolpe. Mañana habrá masivas marchas en todo el país rechazando la candidatura de Keiko Fujimori, que llega respaldada por otro buen número de peruanos. Luego de perder las elecciones hace cinco años, Keiko Fujimori se apropió de la estrategia de su padre: recorrió los rincones más alejados de los Andes enfundada en un poncho andino regalando alimentos, ollas, cocinas a gas, uniformes escolares y zapatos. Hoy tiene un nicho que supera el 35 % de intención de voto y luce como imbatible, al menos en primera vuelta. El derechista Pedro Pablo Kuczynski y la izquierdista Verónika Mendoza luchan por el segundo lugar. Si Keiko no logra sacar 50 % de los votos más uno, el país iría a segunda vuelta, en donde Kuczynski luce con más posibilidades. ¿Regresarán los Fujimori al poder?

Por Redacción Internacional

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