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El Tíbet tiene un nuevo líder

Lobsang Sangay fue juramentado por el Dalai Lama como primer ministro de su pueblo.

Redacción Internacional
08 de agosto de 2011 - 09:58 p. m.

Lobsang Sangay tuvo que esperar a que el reloj marcara las 9:09 a.m. para, en el segundo número nueve, jurar lealtad al Tíbet. El Dalai Lama encabezó la ceremonia de posesión del nuevo primer ministro que se encargará de dirigir a su pueblo desde la arena política, mientras él continúa siendo el faro espiritual de todos los tibetanos en el exilio. Había que aguardar por la mayor cantidad posible de números nueve en el reloj, porque según la tradición el nueve augura longevidad.

Todo ocurrió en el templo de Tsuglagkhang, centro espiritual y de gobierno de Dharamsala, el lugar de la India donde los tibetanos se refugiaron huyendo de la persecución del régimen chino desde 1959. Lobsang Sangay es quizá el mejor ejemplo de la diáspora: sus padres se conocieron en la India cuando el ejército de China destruyó su monasterio en el este del Tíbet. A medida que crecía, el actual primer ministro se dedicaba a estudiar con el dinero que su padre conseguía del comercio de animales. Así llegó a la Universidad de Nueva Delhi, donde se unió al Congreso de Jóvenes Tibetanos y marchó por las calles para exigir la libertad de las tierras que ocuparon sus ancestros.

Con el tiempo, una beca le dio la posibilidad de estudiar en Harvard. Terminó un doctorado en derecho internacional y se dedicó a la academia hasta que se jugó sus posibilidades para asumir la responsabilidad política de los tibetanos, aunque nunca en su vida hubiera puesto un pie en el Tíbet.

El pasado abril, y desde el exilio, los tibetanos le entregaron 49.200 votos que representaron el 55% de los sufragios y lo pusieron muy por delante de los otros dos candidatos: Kasur Tashi Wangdi y Tenzin Tethong, dos destacadas figuras políticas.

La elección de Sangay fue simbólica, porque a partir de ayer tendrá que cargar sobre sus hombros toda la responsabilidad política y diplomática que anteriormente arrastraba el Dalai Lama hasta marzo, cuando en consenso con el Parlamento tibetano anunció que transferiría la autoridad formal de su cargo al primer ministro, que sería elegido por los cerca de 140.000 tibetanos que viven en el exilio. Fue una decisión que apostaba por una mayor presencia política en los escenarios internacionales que a su vez permitía a su líder máximo enfocarse plenamente en la guía espiritual de sus feligreses.

Sangay sucedió al monje Tenzin Gyatso —quien completó 10 años en el cargo— y se convirtió en el primer líder político secular en la historia de su pueblo. Con plena independencia en el cargo de primer ministro —anteriormente supeditado a las decisiones del Dalai Lama—, la actual cabeza del gobierno tibetano está dispuesto a conversar con las autoridades chinas para lograr una “autonomía significativa” bajo la administración China. Este modelo permite el retorno al Tíbet de su gente y la libre práctica de su religión, sin gozar de una completa independencia territorial.

Por Redacción Internacional

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