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Las elecciones del militarismo

En los comicios que comienzan hoy en Egipto se legitimaría el gobierno que derrocó al primer presidente elegido democráticamente en la historia del país.

Daniela Franco García
26 de mayo de 2014 - 10:54 a. m.
Un egipcio sentado junto al grafiti del comandante del ejército y candidato presidencial, Abdel Fatah al Sisi.   / AFP
Un egipcio sentado junto al grafiti del comandante del ejército y candidato presidencial, Abdel Fatah al Sisi. / AFP

Cientos de personas sentenciadas a muerte, más de 15 mil privadas de la libertad y un poco más de 1.400 muertos en lo que algunos señalan como el año más mortífero de la historia moderna de Egipto, según cifras de la ONU. Todos partidarios de Mohamed Mursi, el líder religioso que tomó las riendas de este país después del destronamiento de Hosni Mubarak tras la llamada ‘Primavera árabe’. Parecía que la democracia hubiera tocado a la puerta de este país de dinastías y faraones después de que por voto popular este líder religioso fuera elegido. Hoy, sin embargo, se encuentra encarcelado y sin la posibilidad de llevar a cabo su promesa de gobierno, traer la estabilidad política y transformar y desarrollar Egipto en cerca de 20 años.

Un nuevo capítulo se escribe en la historia de Egipto hoy lunes y mañana martes, días en que se celebran las segundas elecciones presidenciales democráticas en la historia del país, en un ambiente no menos tensionante que el que se vivía para junio de 2012, cuando se debía elegir entre el militarismo y la religión, siendo esta última triunfante con la victoria de Mursi, líder de los Hermanos Musulmanes.

Pasó muy poco para que el exjefe del ejército, Abdel Fatah al Sisi, destituyera a este presidente islamista hace casi un año y en su gobierno interino ha sido evidente la feroz represión contra los partidarios de Mursi. Sentencias a muerte y “juicios de masas sin precedentes en la historia reciente” del mundo, señala la ONU. De ahí que expertos apunten a que el militarismo gobierna en Egipto, controlando el poder militar, luego el político e incluso el económico. Muestra de ello es que el 30% de las industrias nacionales en el país les pertenecen.

Y es precisamente Al Sisi el candidato más opcionado para llegar a la presidencia. Su posible victoria es muestra de que “a corto o mediano plazo los militares nunca dejaron el poder (…) y hoy Sisi se vale de su figura fuerte y gran popularidad para llegar a la presidencia con la sombra y apoyo del militarismo”, indicó a El Espectador Barah Mikail, investigador de Oriente Medio de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (Fride). En el mismo punto coinciden expertos como Carlos Alberto Patiño, director de estudios urbanos de la Universidad Nacional, quien resalta que “los militares siempre han tenido de fondo el poder, sobre todo por una razón clave: cuentan con el apoyo de Arabia Saudita”.

A diferencia de lo ocurrido hace dos años, la opción no está entre el militarismo y la religión. Al Sisi pareciera estar tan seguro de su victoria, que su campaña electoral ha sido casi imperceptible y el único que se ha atrevido a ser su contrincante en las presidenciales es Hamdeen Sabahi, una vieja figura de la izquierda laica quien, parece evidente, no tiene ninguna posibilidad frente al apoyo de aquellos egipcios que le agradecen a Al Sisi haber devuelto a la sombra a los Hermanos Musulmanes.

Pese a lo anterior, advierte Mikail, “la fuerza y el poder que tiene Sisi en estos momentos son evidentes. Sin embargo, eso no significa que la polarización está completamente fuera del mapa en Egipto. Los hermanos musulmanes no han perdido todos sus seguidores y apoyo, a pesar del hecho de que muchos se sintieron frustrados con la representación de Mursi en el poco tiempo que logró estar en el poder. Es por esto que el riesgo de que se aviven las tensiones está latente si Al Sisi no desarrolla políticas eficientes”. De hecho, como represalia a la represión —por ejemplo—, grupos yihadistas que dicen inspirarse en Al Qaeda cometen habitualmente atentados contra policías y soldados, asesinando a más de 500 desde julio del año pasado, según las autoridades.

Con la llegada de Al Sisi, un gobierno transitorio que parece querer legitimarse por medio de las votaciones, augura Patiño que por una parte se podría generar una mayor inversión económica de Arabia Saudita, por otra “habrá una guerra sucia de fondo, un poco al estilo de Argelia, frente a una posible militancia en armas de los Hermanos Musulmanes. De hecho, algunas facciones han hablado de volver a los grupos terroristas y eso —sin duda— hará que Egipto se inscriba en un contexto complejo tras las presidenciales”.

“La única posición fuerte en contra de los militares fueron los Hermanos Musulmanes, los mismos que fueron finalmente declarados como grupo terrorista, satanizados, perseguidos y llevados a la horca, con el fin de garantizar que el único triunfador en las votaciones de lunes y martes sea Al Sisi”, recalca Víctor de Currea Lugo, experto en el tema que no duda en señalar que lo que sucede en estas elecciones presidenciales se trata del “cierre de otro capítulo en Egipto con sangre”.

dfranco@elespectador.com

Por Daniela Franco García

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